Por Gonzalo Frasca, especial para CNN
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Nota del Editor: Gonzalo Frasca, PhD, es diseñador, consultor y catedrático de Videojuegos de la Universidad ORT. Ha creado juegos para empresas como Disney, Pixar, Cartoon Network y Warner Bros. Se especializa en juegos que comunican y educan. Recibió un Lifetime Achievement Award de la Knight Foundation por su trabajo pionero en videojuegos periodísticos. Las opiniones expresadas en este artículo corresponden exclusivamente a Gonzalo Frasca.
Soy uruguayo y, a diferencia de muchos de mis compatriotas, creo que Luis Suárez mordió a Giorgio Chiellini. Creo que tuvo un comportamiento antideportivo y, como tal, debería ser sancionado.
Pero la situación no es tan simple porque involucra dos temas que van de la mano. Uno es la conducta de Suárez y otro es si será juzgado de manera imparcial por parte de la FIFA.
De hecho, Suárez ya fue juzgado y condenado en los medios de comunicación, especialmente los medios ingleses que lo han transformado en un chivo expiatorio de la humillación de haber sido eliminados de la Copa del Mundo. La prensa británica ama odiar a Suárez y esta situación ha sido la excusa perfecta para que el país inventor del fútbol haga catarsis por un partido que perdió en buena ley.
Creo en la justicia pero no creo en la justicia con nombre y apellido. Porque si se tratara de cualquier otro jugador que no fuera Suárez esta cacería de brujas mediática no estaría sucediendo. De hecho, en el Mundial pasado el holandés De Jong dio una violentísima patada en el pecho a Xabi Alonso en la final del Mundial de Sudáfrica 2010 y esto no pareció incomodar demasiado ni a la prensa ni a la FIFA.
Creo en la justicia y detesto el comportamiento antideportivo, sin excepciones. Por eso, si la FIFA sanciona a Suárez también debería sancionar a sus árbitros por los penaltis inventados y por los no sancionados. Y también debería sancionar los duros golpes antideportivos que varios jugadores han dado (y con certeza continuarán dando) durante esta Copa del Mundo.
Seguramente esto no suceda porque la justicia de la FIFA no es la misma para todos. Más allá de la condenable acción de Suárez, Uruguay siempre ha sido una molestia para el fútbol internacional. A diferencia de Brasil y Argentina, 3,5 millones de uruguayos no son un buen mercado interno para llenar las arcas de la FIFA. Tampoco tiene un renombre que haga que los extranjeros gasten fortunas en merchandising. A pesar de esto, Uruguay, con 15 Copas América y dos del Mundo, tiene el mayor número de copas internacionales por habitante del planeta. Y eso parece incomodar a los dueños del fútbol internacional.
Uruguay siempre ha tenido una actitud paranoica frente a la FIFA; en el país se suele decir que el equipo contrario son 11 jugadores, más los jueces y la FIFA. Pero el hecho de ser paranoico no significa que la persecución no tenga algo de cierto. Insisto que esto no excusa a Suárez pero sí pone en serias dudas que la FIFA sea imparcial con él.
Todos queremos que el fútbol sea un ejemplo de buen comportamiento. Por eso, si hay sanciones espero que se sancione a todos los otros jugadores que han empañado el juego limpio en este Mundial. De lo contrario, Suárez no estaría siendo condenado solamente por morder sino también por ser uruguayo.
Y una cosa más. Suárez es un jugador excepcional y si es suspendido sería un golpe enorme para el equipo de Tabárez. Pero es importante entender que la historia muestra que Uruguay juega mejor cuanto más difícil es el partido. Sucedió en 1950 cuando silenció al Maracaná y en el 2010 cuando llegó al cuarto puesto en Sudáfrica. Quizás, y sólo quizás, una sanción a Suárez en vez de servir como freno sea justamente el impulso que Uruguay necesita para seguir sorprendiendo.