Es calificada como una mujer dura.
Primera Dama. Secretaria de Estado. Senadora por el estado de Nueva York. Primera dama del estado de Arkansas, abogada, profesora de leyes, activista.
Hoy, candidata a la presidencia de Estados Unidos.
Hillary Rodham Clinton no es una mujer cualquiera, no para sus seguidores. No en vano, los líderes del Partido Demócrata —incluido el propio presidente Barack Obama— han sacado a relucir todo el arsenal político que lleva a cuestas alguien que, de hecho, ya conoce y sabe lo que es vivir en la Casa Blanca.
“Nunca ha habido un hombre o mujer, ni yo, ni Bill, ni nadie más preparado que Hillary Clinton para ser presidenta de Estados Unidos”, dijo Obama en su discurso del miércoles en el Wells Fargo Convention Center de Filadelfia, donde respaldó de manera rotunda a Clinton. “Es la única que puede aprovechar las oportunidades y enfrentar los riesgos que enfrentamos”.
Ella lo asume, y lo demostró con firmeza en el escenario durante su día de coronación.
“No crean en alguien que dice que puede arreglar los problemas del país solo”, dijo en una crítica directa a Donald Trump. Luego se burló de su rival: “¿De verdad? ¿Yo solo puedo arreglarlo?”, ironizó. “¿No se está olvidando [Trump] de los soldados en el frente, de los policías y bomberos y enfermeras que nos cuidan?”, dijo Clinton. Y remató diciendo: “Los americanos no dicen yo puedo arreglarlo solo. Decimos: lo podemos arreglar juntos”.
Sus detractores también la conocen. Y apelan a las numerosas críticas sobre su pasado, los escándalos durante se paso por la Secretaría de Estado —como su papel en la prevención y respuesta el ataque al consulado estadounidense en Bengasi en 2012 y el caso del uso de un servidor personal de correo— y su alta imagen negativa. Pero podrían toparse con una mujer inesperada en la campaña: la Hillary Clinton de carne y hueso.
Esa es la apuesta demócrata: humanizarla para asestar un golpe a Donald Trump y al Partido Republicano en las elecciones del próximo 8 de noviembre.
Una mujer “real”
Su marido, el expresidente Bill Clinton, sacó el as bajo la manga en su discurso del pasado martes, para mostrar a una mujer tierna, a una excelente madre, a una esposa comprometida. A una persona que se la juega por los demás.
“Ella es la persona más famosa [pero] menos conocida en el país”, dijo Clinton intentando retratar a una Hillary humana y “real” a través de anécdotas de su vida juntos.
Quien pudiera convertirse en el Primer Caballero de Estados Unidos contó que “todo empezó en la primavera de 1971 cuando conocí una chica” en la biblioteca de Yale. Dijo que Hillary rechazó en dos ocasiones su propuesta de matrimonio. “La tercera fue la vencida… Me casé con mi mejor amiga…”. E incluso reveló detalles tan íntimos como el de la medianoche en que Hillary rompió fuente y juntos se convirtieron en padres de su hija Chelsea.
Chelsea Clinton secundó a su padre Bill con un emotivo discurso para presentar a su madre: “Estoy aquí como una orgullosa estadounidense, orgullosa demócrata, orgullosa madre y como una hija muy, muy orgullosa”, dijo.
“Esta es la historia de mi madre… Mi héroe y próxima presidenta de Estados Unidos”, dijo Chelsea al dar paso al video introductorio de presentación de la candidata.
La estrategia de humanizarla se extiende por toda la corte demócrata, que incluye ciudadanos de a pie, como Karla Ortiz, una niña de 11 años a quien Clinton le prometió hacer todo lo posible para que sus padres indocumentados no sean expulsados de EE.UU. “[Hillary] me dijo que ella haría todo lo que podía para ayudarnos… quiere que tenga las preocupaciones de una niña de 11 años de edad, no el peso del mundo sobre mis hombros”.
Clinton aprovechó su momento en la convención para diferenciarse de su rival. “Pregúntense algo: ¿Creen que Trump tiene el temperamento para ser comandante en jefe, si ni siquiera puede manejar una campaña electoral?”, soltó y luego volvió a ridiculizar a su rival: “Donald Trump dijo que y lo citó: ‘sé más de ISIS que los generales’… No Donald, no sabes”, dijo arrancando carcajadas entre sus seguidores.
Tenía que apelar a su experiencia como una líder reconocida a nivel mundial y, sobre todo, que conoce de cerca cómo se dirige un país, para enviarle un mensaje a su rival republicano. Ya Obama le había señalado ese camino en su discurso del día anterior: “Hasta que uno se sienta al escritorio, uno no sabe lo que es manejar una crisis mundial o enviar jóvenes a la guerra”, dijo.
Y agregó: “Hillary ha estado en esa oficina … ella ha sido parte de estas decisiones. Ella sabe lo que está en juego … Aun en el medio de la crisis, ella puede escuchar, y mantener su serenidad y tratar a todos con respeto. Y no importa qué tan difíciles sean las alternativas, sin importar cuánto trate la gente de someterla, ella nunca, pero nunca se rinde”.
Para algunos, Clinton jugó un papel clave en el reposicionamiento de Estados Unidos en el exterior, y así la describe su campaña. “Visitó 112 países, desarrolló el ‘poder inteligente’ que combina la diplomacia con la presión del uso de la fuerza o imponer sanciones a la política exterior de los Estados Unidos y ayudó a dar forma a la conversación global”, dice su biografía oficial.
Fue parte del selecto grupo que estaba en el ‘Situation Room’ de la Casa Blanca siguiendo en vivo la captura y muerte de Osama Bin Laden en mayo de 2011. Y construyó una coalición para imponer nuevas y más duras sanciones sobre Irán, logrando que hiciera parte de la mesa de negociación, y gestionó el cese del fuego entre Israel y Hamas que según analistas evitó una guerra.
Hillary Clinton también construyó un hogar. Una familia americana, dicen sus seguidores. Y desarrolló lo que ella describe como un espíritu de servicio a los demás. “Siempre ha creído que todo el mundo puede alcanzarlo (el éxito)”, dijo el expresidente Clinton al resaltar la persistencia de la exprimera dama, que luchó durante 17 años —desde que decidió lanzarse al Senado por el estado de Nueva York el 16 de febrero de 1999— para convertirse en la primera mujer candidata a la presidencia de Estados Unidos.
Los arquitectos de la Convención Demócrata no escatimaron en compartir testimonios e historias humanas durante los dos primeros días de la Convención, con un elenco diverso de estadounidenses comunes y corrientes a quienes Clinton ha ayudado a lo largo de los años.
Historias apiladas como cartas de amor. Una sobreviviente del 11-S a la que Hillary Clinton ayudó a recibir atención médica. Un exbecario, cuya carrera legal fue impulsada luego de realizar una pasantía en el Senado. O una niña que ha perdido el miedo y tiene esperanza, porque la candidata le dijo que haría todo lo que pueda para ayudar a su familia.
Todas esas voces pusieron la humanidad de Clinton en el centro del escenario. Anastasia Somoza, expasante que nació con parálisis cerebral, habló sobre su emotivo encuentro con Clinton durante una visita a la Casa Blanca a los 9 años. Jason Collins, el primer jugador abiertamente gay en la NBA, recordó que compartió su secreto con Clinton antes que con sus compañeros de equipo.
¿A prueba de todo?
Hillary Clinton ha enfrentado prejuicios sexistas, señalamientos personales y ataques virulentos a lo largo de su carrera política. Pero parece tener la virtud de la resiliencia. Suele renacer de entre las cenizas. En muchos casos sale airosa ante el público de las más difíciles situaciones. Del engaño de su marido con una becaria en la Casa Blanca o de los ataques viscerales de Trump. De la presunta negligencia para brindar mayor seguridad a los diplomáticos que murieron durante el ataque en Bengasi al escándalo por el uso de su correo personal cuando era secretaria de Estado.
Sin embargo, la misma experiencia política que la valida como una mujer apta para dirigir el país más poderoso del mundo, hoy le pasa factura por algunas acciones de su pasado que están en el centro de las críticas opositoras y de algunos votantes que ven con desconfianza sus promesas.
“Pregúntense algo: ¿Creen que Trump tiene el temperamento para ser comandante en jefe, si ni siquiera puede manejar una campaña electoral?”, soltó y luego volvió a ridiculizar a su rival: “Donald Trump dijo que y lo cito: ‘sé más de ISIS que los generales’… No Donald, no sabes”, dijo arrancando carcajadas entre sus seguidores.
En su contra también tiene a 13 millones de ciudadanos que votaron por Bernie Sanders y que por más que su aspirante les ha pedido apoyar a Clinton, no parecen estar convencidos de seguirla. No confían en ella. Pareciera una especie de karma por su decisión de “traicionar” sus principios con los que nació su afiliación política, heredada de su padre Hugh, un veterano de guerra de la Marina de la Segunda Guerra Mundial—y un republicano de toda la vida.
Ella y la maquinaria demócrata apelan a su humanidad.
Si había una misión central en la convención de esta semana en Filadelfia era dar a conocer las historias personales que la ciudadana Hillary ha vivido a través de muchos años en el servicio público. Más allá de la pompa y el protocolo, el espectáculo y los discursos, el objetivo era pintar la imagen de una persona con la que los votantes puedan identificarse y estén dispuestos a aceptarla durante los próximos cuatro u ocho años.
Hillary Clinton sabe que ese es su reto, a medida que ve cómo la batalla contra Donald Trump se le torna especialmente difícil.
El día en que se convirtió en la primera mujer en la historia de EE.UU. en ser nominada para presidente, la imagen pública de Clinton era peor que nunca. En una encuesta de CNN realizada la semana pasada, el 68% de los encuestados dijo que la candidata demócrata no era digna de confianza. Otra encuesta de CBS News arrojó cifras casi idénticas.
Todas las campañas presidenciales tienen sus propios obstáculos a superar, ya sean demográficos, estratégicos o personales.
Éste es el de Hillary Clinton.
La pregunta para la campaña de Hillary es si será suficiente pulir la imagen deteriorada de “la mujer más famosa, menos conocida del país” para ganarse la confianza de los estadounidenses.