(CNN Español) – Este lunes se conmemora en El Salvador el aniversario número 25 de la firma de los Acuerdos de Paz que se firmaron en Chapultepec, México, el 16 de enero de 1992, que pusieron fin a 12 años de guerra civil en ese país.
Más de dos décadas después el de El Salvador es visto como un proceso de paz ejemplar pues no solo logró terminar con un conflicto armado que desangró al país durante más de una década, sino que logró una reconciliación política que permitió elecciones libres e incluso la llegada al poder de exguerrilleros.
Sin embargo, en el posconflicto, el acuerdo no logró pacificar al país, pues actualmente El Salvador es uno de los más violentos del mundo, según cifras del Banco Mundial y de las Naciones Unidas.
Douglass Cassel, asesor jurídico de la Comisión de la Verdad de ONU para el proceso de Paz de El Salvador y actualmente integrante del Instituto Krok de Estudios Internacionales de Paz de la Universidad de Notre Dame, analizó en CNN en Español los pros y los contras de los Acuerdos de Chapultepec, 25 años después.
Lo positivo
Según Cassel, entre los aspectos positivos de estos acuerdos hay que resaltar que se puso fin a un conflicto armado y que desde entonces no ha habido otras actividades militares en el país. Además, resalta el hecho de que dos antiguos enemigos pudieran gobernar al país en conjunto.
“Eso es raro en el mundo, ver que dos exopositores militares logran participar pacíficamente en un gobierno con elecciones democráticas”, dijo Cassel sobre el hecho de que el partido ARENA y el FMLN gobernaran en conjunto.
En El Salvador, después de la firma de los Acuerdos de Chapultepec en enero de 1992, se realizaron las primeras elecciones en el periodo de paz. Allí por primera vez participó el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) que de ser un grupo guerrillero pasó a ser un partido político luego de dejar las armas.
Dos años después de la firma de la paz, del FMLN fueron elegidos 21 de 84 parlamentarios en la Asamblea Legislativa (casi el 25%), así como 21 alcaldías, recogiendo el 21,39% del total de votos válidos en el país, según la página web de ese movimiento político.
Rubén Zamora, candidato presidencial del FMLN obtuvo el 31,6% de votos en la segunda vuelta presidencial del 34 de abril de 1994, frente al 68,3% Armando Calderon Sol del partido ARENA, según recoge la base de datos política de la Universidad de Georgetown.
Diecisiete años después, en 2009, Mauricio Funes, un candidato del FMLN, fue elegido como presidente.
Una de las firmantes de los Acuerdos de Paz de Chapultepec, Nidia Díaz, actual diputada por el FMLN, dice que la bandera de este proceso fue la participación política de los cuales todos pueden gozar ahora.
“Hay libertades que antes no se tenían. Esas libertades le permiten a la gente luchar por propósitos políticos, por las ideas. Ya nadie te va a matar, desaparecer, ni meter a la cárcel por una la idea”, le dijo Nidia Díaz a CNN en Español.
Lo negativo
¿Pero por qué a pesar de que se firmó un acuerdo de paz, el país no logró pacificarse?
Tanto Cassel como Díaz, aseguran que la falta de inclusión social fue uno de los puntos negros del posconflicto.
Cassel dice que no se tomaron “medidas efectivas para poner fin a las condiciones económicas y sociales que habían dado lugar a la guerra en un principio”.
Este hecho, añade, dio como resultado grandes problemas de pobreza y desigualdad, que han sido uno de los principales problemas de El Salvador en los últimos años.
En esto coincide Nidia Díaz —cuyo nombre original es María Marta Valladares, pero siguió usando el que era su alias como guerrillera—, pues según dice, faltó resolver el tema de la inclusión social y económica, además de fomentar la cultura de paz en el posconflicto.
“Después de la firma de los Acuerdos se vive un ambiente de libertades y derechos políticos como nunca antes, pero no por eso dejamos de tener violencia que genera la misma sociedad y la misma falta de oportunidades de un sistema económico y social”, dice.
“Hubo ausencia de fomento de valores, de principios, de solidaridad y de tolerancia; esto es un proceso que no se resuelve de la noche a la mañana”, dice Díaz. “Tenemos que fomentar una cultura de paz”.
25 años después, El Salvador aparece en el panorama mundial como el segundo más con más homicidios intencionales por cada 100.000 habitantes.
Según cifras de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito citados en un informe del Banco Mundial sobre muertes violentas, en ese país se registraron 64 homicidios intencionales por cada 100.000 habitantes en 2014.
Pero a pesar de la violencia diaria que azota al país, el jefe de la Policía Civil de El Salvador, Howard Cotto, resaltó el pasado mes de noviembre en una conferencia de prensa que el país había empezado a “recuperar la tendencia a la baja” en homicidios.
El 12 de enero El Salvador celebró que no hubiera ningún muerto violento en 24 horas.
En enero y febrero de 2016, una persona murió cada hora, según estadísticas de la policía y a final de ese año, hubo 5.278 asesinatos, 1.378 asesinatos menos de 2015.
Algunos sectores dicen que no hay mucho que celebrar, pues ahora se libra una guerra frontal contra las pandillas, grupos responsables, según las autoridades, del 90% de los asesinatos y que mantienen a El salvador como uno de los países más violentos.
Y aunque en los últimos días tres cabecillas de la Mara Salvatrucha mostraron su voluntad de negociar, según un reportaje del medio digital El Faro, el gobierno dice que no dialogará con grupos armados.
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“No se puede dialogar con aquellos que mantienen una pistola, o que quieren mantener con una pistol en la cabeza al país”, dijo el vicepresidente de El Salvador, Óscar Ortiz, el pasado 11 de enero en una reunión con el Gabinete de Seguridad.
Con el fin de buscar un nuevo acuerdo para superar los principales problemas que afronta el país, el presidente Salvador Sánchez Cerén hizo un llamado este lunes durante un acto de conmemoración por los 25 años de la firma de los Acuerdos, a diferentes sectores para buscar un nuevo acuerdo para lograr un mejor país.
Sánchez Cerén admitió que aunque “aún hay una deuda en la implementación de los acuerdos de paz”, busca impulsar el espíritu de diálogo con el nuevo acuerdo país, que, según dijo este lunes, son la segunda generación de los Acuerdos de Chapultepec pero “frente a los desafíos y necesidades actuales”.