(CNN) – El muro fronterizo prometido por el presidente Trump seguramente tendrá un costo muy alto. Una y otra vez durante la campaña, prometió que México pagaría por él.

Funcionarios al sur de la frontera aseguran no estar interesados en gastar un solo peso por la estructura, que podría costar más de 20.000 millones de dólares. La última propuesta de presupuesto del presidente destina 1.000 millones de dólares para el muro, una primera cuota que Trump ha dicho que hará que las cosas avancen antes de que México finalmente acceda a pagarlo.

Últimamente la Casa Blanca no ha sido tan incisiva sobre el papel de México en el proyecto, y el líder de la mayoría del Senado, Mitch McConnell, ha negado la posibilidad de que el país vecino contribuya.

Pero, ¿hay alguna forma de que México financie un muro fronterizo sin que los funcionarios se sumerjan en las arcas de su país?

Vamos a examinar los números de las pocas opciones posibles que han rondado por Washington:

1. Imponer impuestos al dinero que los inmigrantes mandan a su país

Los inmigrantes mexicanos enviaron casi 27.000 millones de dólares a sus hogares en el 2016, según el Banco de México. La mayor parte de ese dinero provenía de personas que vivían en Estados Unidos.

Generalmente, los inmigrantes reportan que el dinero que envían costea la comida, la ropa, la vivienda y la educación para sus familias. ¿Y si algo de esto se va para construir un muro en la frontera?

En la campaña, Trump dijo que cambiaría la Ley Patriota y cortaría una porción de las remesas a México a menos que el país accediera a pagar. Desde entonces, un enfoque menos agresivo ha circulado en algunos círculos políticos: la imposición de impuestos a las transferencias bancarias, la forma más común por la cual los inmigrantes enviar dinero a sus casas. Esa idea es impopular entre las compañías de transferencia de dinero y los defensores de los derechos de los inmigrantes.

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Y las autoridades mexicanas han prometido hacer todo lo posible para asegurarse de que nadie se meta con el dinero que envían los inmigrantes. Es la mayor fuente de ingresos de México, más aún que las rentas que generan las exportaciones de petróleo. Aunque las remesas son una pequeña porción del PIB de México, tienen un gran impacto en algunas de las comunidades más pobres del país.

En el estado mexicano de Michoacán, por ejemplo, las remesas de migrantes representaron casi el 10% del producto interno bruto del estado en el 2015, según datos del Banco de México y de BBVA Bancomer.

Anteriores propuestas de imponer las remesas nunca han prosperado en Washington. Pero al menos un estado de los Estados Unidos ha adoptado este enfoque. En el 2009, Oklahoma comenzó a cobrar una cuota por transferencias electrónicas individuales de cinco dólares más el 1% en cualquier cantidad superior a 500 dólares. Desde entonces, la medida, que se aplica a los fondos enviados a través de transmisores de dinero con licencia como Western Union y MoneyGram, ha recaudado más de 67,2 millones de dólares para un fondo en la Oficina Estatal de Narcóticos y Control de Drogas Peligrosas.

El caso: Para aquellos que rechazan que los inmigrantes indocumentados no sólo vivan en Estados Unidos, sino también envíen dinero fuera del país, un impuesto de remesas es una opción atractiva, como lo ha señalado Jim Geraghty, de National Review.

“En sus ojos”, escribió Geraghty en el 2015, “los inmigrantes ilegales provenientes de México efectivamente le roban a Estados Unidos al ingresar al país, dándole a empleadores no éticos una fuerza de trabajo que no está cubierta por salarios, seguridad en el sitio de trabajo y otras leyes, siendo pagados por debajo de la mesa, y luego envían el dinero fuera del país”.

El truco: Las compañías de transferencia bancaria no piden ni rastrean el estatus migratorio de las personas que usan sus servicios. Si lo hicieran, analistas aseguran que los inmigrantes indocumentados simplemente encontrarían otras formas de enviar el dinero. Por lo tanto, es probable que un impuesto acabe aplicándose a cualquier persona que envíe remesas, algo que los críticos dicen que injustamente castigaría a los estadounidenses y a los inmigrantes que llegaron legalmente al país. Oklahoma trató de evitar esto creando un crédito tributario por sus honorarios, pero los críticos argumentan que muchas personas elegibles para los créditos no los toman.

Los críticos también afirman que un impuesto sobre las remesas probablemente empujaría a los mexicanos a encontrar otras formas de obtener dinero en efectivo en la frontera.

Donald Trumo al firmar el decreto para construir el muro.

“La atmósfera paranoica que ha sido creada por ciertas declaraciones antiinmigrantes haría que la gente sea aún más reacia a usar canales oficiales”, asegura David Landsman, director ejecutivo de la National Money Transmitters Association, con sede en Nueva York.

Las posibilidades: Los números podrían sumar, pero sigue siendo una apuesta difícil. El Congreso se opone a cobrar impuestos en general, aunque un paquete de reforma tributaria que se discutirá este año podría ofrecer esa oportunidad. Los líderes del Congreso tienen prioridades en ese paquete que no quieren descarrilar si un plan para imponer puestos a las remesas llega a ser demasiado polémico. Las relaciones entre Estados Unidos y México también seguramente tendrían que ser parte del debate.

2. Decomisarle dinero a los carteles narcotraficantes

El senador republicano de Winsconsin Jim Sensenbrenner presentó una propuesta el mes pasado un proyecto de ley para construcción del muro. Su objetivo: utilizar el dinero decomisado a narcotraficantes para financiar la seguridad en la frontera.

El caso: La propuesta de Sensenbrenner le pide al secretario de Justicia de Estados Unidos que estudie las formas en que su departamento pueda aumentar los bienes que se han incautado a los carteles. El político aseguró que esta podría ser “una solución creativa a un problema complejo”.

Los carteles narcotraficantes envían entre 19.000 y 29.000 millones de dólares anualmente a México, según funcionarios federales estadounidenses. Usar el dinero de los delincuentes en lugar de cobrarles a los contribuyentes suena como algo fácil de vender.

El truco: Las autoridades de la frontera suroeste de Estados Unidos ya han decomisado una gran cantidad de dinero que se dirigía a México: más de 57 millones de dólares en cuatro años, según el Departamento de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés). Pero es sólo una fracción del dinero que los funcionarios de contrabando creen que cruza la frontera, y sólo una fracción del costo estimado de un muro. En realidad, se habla de al menos parte del dinero incautado a los carteles. El monto que el CBP retiene se ingresa en un fondo del Departamento del Tesoro usado para iniciativas de aplicación de la ley en todo el país. La cantidad de dinero incautada también ha disminuido en los últimos años. Un reciente informe del CBP señaló “disminuciones significativas en el número de decomisos y el valor promedio en dólares” de las cantidades incautadas.

Las posibilidades: Esto es más difícil de lo que parece. Hacer aprobar una legislación en este sentido en el Congreso es siempre difícil, y este año ya se espera que todo lo relacionado con el Obamacare, la reforma tributaria y el presupuesto consuman gran parte del tiempo legislativo. Cualquier proyecto de ley que se perciba como una parte de los esfuerzos de seguridad fronteriza de Trump llegará a ser polémico, ya que los demócratas tratan de oponerse a sus políticas de inmigración y han considerado al muro como una píldora venenosa en cualquier legislación. Además, el decomiso de activos se mueve de forma cautelosa en la reforma de la justicia penal, su propia área de desacuerdo en el Congreso.

3. Un impuesto fronterizo

En enero, funcionarios del gobierno de Trump sugirieron que un arancel del 20 % sobre las importaciones mexicanas podría ser usado para pagar un muro fronterizo. La idea fue lanzada desde inicios de la actual presidencia, y en algunos círculos, se hundió. Después de que la idea provocara alboroto entre los legisladores de ambos lados del pasillo, funcionarios de la Casa Blanca, que antes la habían promocionado, aseguraron después que sólo era eso: una idea.

Si se pone en marcha un plan de este tipo, una amplia gama de artículos, incluidos los automóviles, los equipos mecánicos, los productos agrícolas y los artículos para el hogar, estarían sujetos a una tasa.

El caso: Cuando se trata de exportaciones e importaciones, hay mucho dinero en juego. México es el tercer mayor socio comercial de bienes de Estados Unidos, con un estimado de 295.000 millones de dólares en importaciones que cruzaron la frontera en el 2015. “Haciéndolo de esa manera, podemos obtener 10.000 millones de dólares al año y pagar fácilmente el muro, solo por medio de ese mecanismo, lo que realmente va a proporcionar la financiación”, dijo en enero el portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer.

Más tarde ese día, envió un mensaje más suave, asegurando que la idea del impuesto fronterizo fue pensada apenas como un ejemplo para pagar el muro. “Sólo quiero ser claro en que no estamos siendo imperativos al decir que esa es la única manera”, dijo, añadiendo que la tasa “tampoco lo es”.

El truco: Los críticos dicen que un impuesto de este tipo castigaría a los consumidores más que a nadie, violaría el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y podría estimular una guerra comercial. El senador republicano Lindsey Graham rápidamente descartó la idea, publicando un tuit al más puro estilo del propio presidente Trump. “En pocas palabras”, escribió Graham, “cualquier propuesta de política que haga subir los costos de Corona, el tequila o las margaritas, es una pésima idea. Mucho Sad (“Muy triste”), empleando el spanglish.

Las posibilidades: Pocas. Los legisladores ya están involucrados en un acalorado debate sobre un propuesto impuesto al ajuste fronterizo, que impondría tasas a las importaciones de todo el mundo mientras eximía a las exportaciones de los impuestos estadounidenses. Aunque el presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, y republicanos de ideas afines están a favor, la propuesta todavía enfrenta una fuerte oposición dentro y fuera del partido. Es improbable que el ajuste a un impuesto específico sobre México sea muy llamativo, como vimos con lo que pasó con lo dicho por Spicer a principios de año.