(CNN) – Era muy temprano en la mañana cuando el buque Phoenix recibió la noticia de un barco en peligro dentro del Mar Mediterráneo, frente a la costa de la isla italiana Lampedusa.
El equipo de rescate se trasladó al lugar y encontró un panorama trágico que se ha convertido demasiado familiar en los últimos dos años.
Un gran barco de madera se balanceaba de lado a lado, repleto de cientos de inmigrantes tratando de alcanzar las costas europeas. Ninguna de las personas a bordo tenían chalecos salvavidas.
En un punto el barco se inclinó y arrojó al agua a cientos de personas. Entonces, los rescatistas entraron en acción.
“La escena era caótica”, recordó Chris McGrath, fotógrafo de la agencia de imágenes Getty Images que iba a bordo del Phoenix. “Todos los miembros del equipo del Phoenix estaban en la cubierta o sacando gente del agua, incluido el chef del barco”, añadió.
Otros buques llegaron a ayudar, incluido un remolcador comercial y unos miembros de la marina italiana y la guardia costera. Pero no todos los afectados sobrevivieron a la situación.
“Pasamos al lado de cuerpos que flotaban, atándoles chalecos salvavidas para poder recuperarlos después”, narró McGrath. “Para el final de la tarde, el Phoenix tenía unas 600 personas a bordo y para ese punto aproximadamente 32 muertos”, reveló.
Entre las personas que perecieron estaban hombres, mujeres y niños. Todos eran de países africanos que buscaban empezar una nueva vida en Europa.
“La mayoría de las razones para decidir montarse a un barco son las misma: guerra, hambruna y falta de seguridad en sus países de origen”, indicó McGrath, quien habló con muchos de los inmigrantes después del rescate. Ellos están dispuestos a hacer lo que sea necesario para escapar, incluso si eso significa montarse a barcos peligrosamente atiborrados y con escasez de gasolina o de agua.
McGrath pasó las últimas dos semanas en el Phoenix, un buque a la Estación para la Ayuda de Inmigrantes en Alta Mar (Migrant Offshore Aid Station), o MOAS por sus siglas en inglés. Esta organización con sede en Malta se ha dedicado a salvar personas en el Mar Mediterráneo desde 2013. Y ha estado muy ocupada en esa tarea.
En lo que va corrido del año, cerca de 50.000 personas han arriesgado su vida para llegar a Europa por mar, según la Agencia para Refugiados de la ONU. Se estima que alrededor de 1.750 están muertos o desaparecidos.
Adicionalmente, otros miles de personas más murieron en 2014, 2015 y 2016 cuando intentaban atravesar el Mediterráneo, que ha sido denominado la frontera más letal del mundo.
La crisis tampoco revela señales de mejorar.
“Por las discusiones con los miembros del equipo que lleva haciendo rescates desde hace más de un año, parece que hay más y más barcos y que están llenos de más personas”, aseveró McGrath. “Los contrabandistas ganan mucho dinero con estos viajes”, insistió.
Según el fotógrafo, algunos de los inmigrantes del rescate de este miércoles le contaron que pagaron una cifra entre los 1.500 y 5.000 dólares por un cupo en el condenado barco. La MOAS reportó que 750 personas estaban a bordo de la embarcación.
“Suma esas cifras y tienes mucho dinero atado a un solo barco”, explicó McGrath. “Entonces, puedes ver el incentivo que tienen los contrabandistas para mantener el comercio andando y para aumentar los números”.
La MOAS es solo una de las muchas organizaciones caritativas que patrullan el Mediterráneo y ayudan a aquellos en riesgo. Por ahora, el Phoenix es el único buque con el que cuenta el organismo, pero también tiene un avión que ayuda a localizar barcos en peligro. A bordo del Phoenix está un clínica médica completa, que cuenta con un doctor y por los menos dos paramédicos.
Tras un rescate, los inmigrantes son llevados a un puerto en Italia donde pueden solicitar el asilo. Y algunos de ellos pasan meses enteros en centros de procesos, informó McGrath.
Hasta ahora, el fotógrafo ha sido testigo de dos rescates durante su trabajo. Según afirmó, cuando empezó su asignación se sorprendió al ver lo lejos que está Italia de Libia, el país africano donde muchos de estos viajes se originan.
“Cuando cubrí a los refugiados que salían de Turquía para llegar a Grecia, podía entender cómo el viaje era posible. La distancia es menor y desde Turquía alcanzas a ver las islas griegas. Lo que hace que el viaje sea menos abrumador”, señaló McGrath. “Sin embargo, el viaje desde Libia comprende una distancia mucho más grande y no puedes ver tierra, no puedes ver el destino final”, insistió.
“Eso realmente me hizo pensar qué obliga a una persona a abordar un barco masivamente repleto con un niño pequeño y a dejar una costa en la penumbra de la madrugada, con solo la información de que te diriges hacia el norte… es una situación aterradora. Tú sólo tienes que pensar lo mal que está la situación en su país de origen para que alguien se vea forzado a emprender este viaje”, concluyó el fotógrafo.
Chris McGrath es un fotógrafo australiano que reside en Estambul. Es fotógrafo de Getty Images. Lo puedes seguir en Instagram y Twitter.