Nota del editor: Aaron David Miller es vicepresidente y un distinguido investigador del Centro Internacional de Investigación Woodrow Wilson y es autor de “The End of Greatness: Why America Can’t Have (and Doesn’t Want) Another Great President”. Actuó como negociador en Medio Oriente durante gobiernos demócratas y republicanos. Síguelo en Twitter en @aarondmiller2. Richard Sokolsky es un miembro no residente del Carnegie Endowment for International Peace. Desde 2005 hasta 2015, fue miembro de la Oficina de Planificación de Políticas de la Secretaría de Estado. Las opiniones en este artículo son de su propia responsabilidad.
(CNN) – Nuestros grandes presidentes eran en general hombres que guardaban sus pensamientos y sentimientos de forma privada y no los compartían con muchos otros, incluso mientras proyectaban grandes personalidades en el escenario nacional. Donald Trump, por otra parte, y no por señalarlo de a mucho, parece no tener un filtro entre lo que piensa y lo que habla, por lo menos no en público. No tiene guión y con demasiada frecuencia no aprecia plenamente las consecuencias de sus palabras.
Sin embargo, incluso para los estándares ‘trumpianos’, las transcripciones filtradas de sus dos conversaciones con el presidente de México, Enrique Peña Nieto, y el primer ministro de Asutralia, Malcolm Turnbull, son bastante reveladoras tanto en estilo como en contenido. De hecho, además de plantear la obvia cuestión de por qué parece haber tantas filtraciones en esta Casa Blanca, las conversaciones reflejan el pensamiento de Trump sobre cómo su mundo se relaciona con los líderes extranjeros con los que está tratando.
Estas llamadas se hicieron en el primer mes de su presidencia, y probablemente ha aprendido mucho desde entonces. Pero la lectura inicial revela a un hombre tan centrado en sus propias necesidades y requerimientos que parece que no puede hacer mucho espacio para nadie.
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¿Por qué las filtraciones?
En nuestras casi seis décadas de trabajo en el Departamento de Estado, es nuestra evaluación que las filtraciones generalmente se dividen en cinco categorías: personal, política, burocrática, política y autorizada. No sabemos quién es responsable de lo que parece ser principalmente una filtración no autorizada. Entre las posibilidades de autoría, podrían ser individuos de otras agencias que se resienten por la basura que habla el presidente y el recorte de presupuestos que amenazan su misión, liderazgo y credibilidad. Podrían ser algunos dentro de la Casa Blanca que desacreditan, demeritan a sus rivales o promueven sus propias agendas personales en medio de la cacofonía de voces que rodean al mandatario.
¿Maestro de las negociaciones?
Durante la campaña, Trump se enorgullecía de lograr los mejores acuerdos para Estados Unidos y de impulsar una estaca en el corazón a cada acuerdo o logro legislativo importante negociado por su predecesor, Barack Obama, como el Acuerdo Climático de París y quizás pronto el acuerdo nuclear con Irán.
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Y sin embargo, a pesar de su fanfarronería tanto en las conversaciones sobre la construcción del muro en la frontera que México iría a pagar y el acuerdo de tomar un número limitado de refugiados de Australia, es impresionante lo rápido que el maestro del “Arte de la Negociación” retrocede en sus posiciones iniciales e implícitamente afirma que eran sólo estratagemas.
Todo para mí
El presidente de Estados Unidos le pide a su homólogo de México que mienta en público sólo para proteger su prestigio frente a su base. El “pedido” refleja un notable grado de ingenuidad y cinismo. Para un presidente que parece obsesionado con jugar con su base, nunca pareció ocurrírsele que Peña Nieto tiene que proteger, no sólo a su propia base, sino también su credibilidad y posición entre todos los mexicanos.
¿Por qué la contención?
Es sorprendente la rapidez con que el tono de la conversación con ambos líderes se intensificó, en gran parte debido a la agresividad, impaciencia e incapacidad de Trump de tener su propio camino. El presidente parece no notar que construir relaciones requiere tiempo y la capacidad de escuchar con cierta empatía, aunque no esté de acuerdo.
En una primera conversación como presidente (en contraposición a las conversaciones durante una campaña como candidato), tenía que estar preparado para aceptar el dicho de que rara vez tienes una segunda oportunidad para dejar una primera impresión. Trump parece ajeno a esta ley elemental de la interacción humana, como lo demuestran sus estallidos con Turnbull, un estrecho aliado estadounidense con el que tiene pocas razones para discutir, y mucho menos ofender.
Conocer lo que no conoces
El exsecretario de Estado, James Baker, lanzó una expresión que aprendió de su abuelo sobre el éxito en la vida y la política: “La preparación previa previene el mal funcionamiento”. Y habiendo trabajado para Baker, sabemos que lo vivió. La noción de que tienes que saber lo que no sabes y tener prisa para averiguarlo es, también, uno de los atributos clave de una exitosa presidencia.
Estas transcripciones no revelan información altamente clasificada o secretos de Estado. Lo que sí reflejan es a un presidente que no estaba preparado para estas conversaciones, no estaba familiarizado con los temas y se centraba más en los políticos que en la política y no se daba cuenta de los líderes con los que estaba tratando.
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Tal vez el general John Kelly, su nuevo secretario general de la Casa Blanca, sea capaz de detener las filtraciones y poner en una sola línea al personal de la Casa Blanca. Tal vez pueda ayudar a asegurar que Trump esté tan bien informado como pueda estar para sus encuentros con líderes extranjeros.
Lo que Kelly no puede hacer fácilmente es alterar el temperamento de Trump e inculcar el juicio, la sabiduría y la inteligencia emocional necesarios para un verdadero liderazgo. Hoy en día Estados Unidos se enfrenta a tiempos difíciles tanto a nivel nacional como en el extranjero. Y se necesitará un presidente que pueda guiar a la nación a través de éstos.