(CNN) – La presidencia de Donald Trump ha estado marcado por malos momentos. Los incorrectos cálculos sobre la cantidad de personas que asistieron a su toma de posesión. Las llamadas irritables con los aliados de largo tiempo. La afirmación falsa de que Barack Obama había intervenido telefónicamente la Torre Trump durante la campaña electoral de 2016. El problemático anuncio de la tan llamada “prohibición de viajes”. Los tuits atacando a muchas personas, desde su secretario de Justicia hasta la periodista Mika Brzezinksi.
Pero, incluso en medio de todo ese caos y controversia, lo que Trump dijo – y no dijo– este sábado después de las violentas protestas de los supremacistas blancos en Charlottesville, Virginia, marcó el punto más bajo de su presidencia hasta el momento.
Este es un pequeño vistazo a lo que Trump señaló:
“Condenamos en los más fuertes términos posibles este flagrante despliegue de odio, fanatismo y violencia de muchos lados, de muchos lados. “Ha estado ocurriendo por mucho tiempo en nuestro país, no con Donald Trump, no con Barack Obama. Ha estado ocurriendo por mucho, mucho tiempo”.
“De muchos lados”.
Con esas tres palabras, Trump renunció eficazmente a uno de los trabajos esenciales de un presidente: llevarnos a un mejor terreno, a nuestros mejores ángeles, al progreso.
Este lunes, trató de limpiar el desorden que causó el sábado con otra declaración, justo antes de la 1 p.m., hora del este. El mandatario comenzó alabando el éxito de sus políticas en materia económica antes de hablar de Charlottesville y pronunciar lo que debió haber dicho hace dos días. “El racismo es maligno: los que causan violencia en su nombre son criminales y matones, incluyendo el KKK, neonazis y supremacistas blancos”, aseguró el mandatario.
Era necesaria una corrección por parte del presidente. Pero este es el problema: llegó dos días tarde.
Al pintar la situación como una en la que “los dos lados lo hacen” durante su reacción inicial –que no lo fue y no lo es– Trump levantó sus manos en medio de un momento de moralidad. En pocas palabras: existe una respuesta correcta y una respuesta errada cuando se trata de tratar con los intolerantes.
La respuesta correcta es condenarlos a ellos y a su sistema de creencias fuerte y completamente, sin dejar espacio para la ambigüedad. La respuesta errada es no nombrarlos, presentar los acontecimientos en Charlottesville como un ejemplo de cuando los dos lados lo hacen y plantear una declaración lo suficientemente vaga para que pueda interpretarse de cualquier manera, incluso como aprobación a este tipo de comportamiento.
Y Trump hizo esas tres. Ahora, para empeorar la situación, el más franco de los presidentes (en, bueno, prácticamente todo) guardó silencio sobre Charlottesville, diciendo absolutamente nada entre su pronunciamiento a la media tarde del sábado hasta ahora. Sin embargo, en la mañana de este lunes usó Twitter para atacar a Kenneth Frazier, el director ejecutivo afroestadounidense de Merck, quien anunció que renunciaría al consejo de producción de Trump, después de el presidente no condenara el racismo en la violencia de Charlottesville.
Este domingo, un portavoz de la Casa Blanca –hablando sobre el contextos, lo que significa que no había un nombre específico para atribuirle la cita– señaló:
“El presidente indicó enfáticamente en su declaración de ayer que él condena todas las formas de violencia, intolerancia y odio y, por supuesto, eso incluye a los supremacistas blancos, al KKK, a los neonazis y a todos los grupos extremistas. Él pidió unidad nacional y que todos los estadounidenses se unan”.
En primer lugar, ¿por qué no estaba esta cita en la grabación? ¿Hay algo en estas palabras que que sea por lo menos un poco polémico o discutible? Segundo, no se puede decir “por supuesto, eso incluye a los supremacistas blancos, KKK, neonazis y todos los grupos extremistas”, porque si el presidente no menciona esos nombres –y elige usar la frase “de muchos lados”– hay una posibilidad para nada pequeña de que la gente no entienda lo que él estaba tratando de decir. Tercero, ¿por qué no está el presidente de Estados Unidos diciendo esto? ¿Por qué tiene este sentimiento que expresarse a través de un portavoz?
Como lo destaqué en una pieza del sábado, hay momentos en todos gobiernos cuando presidente necesita actuar como esperamos que nuestros líderes lo hagan. Que enfrenten el odio y la intolerancia –ya sea en forma de supremacía blanca o en militantes de ISIS– y digan “¡Basta! Esto no es lo que somos ni los vamos a ser. Estas visiones son abominables y no tienen espacio en la sociedad civil. Trabajaré por el resto de mi presidencia para combatir a aquellos que nos enfrenta mutuamente”.
Y Trump no hizo eso. No dijo esas palabras: los términos que sí usó fueron los que quedaron engrasados con la especie de ambigüedad en la que él ha estado hábilmente, pero que amenaza con destrozar aún más el tejido social. No se puede dejar ningún espacio para la interpretación durante una declaración sobre una manifestación de supremacía blanca, que dejó una persona muerta y decenas de heridos. Esto fue un acto de odio. Condenamos el odio y a los que actúan con él. Fin.
Las palabras de Trump de este lunes son importantes, porque necesitamos que el presidente diga públicamente que el odio que todos presenciamos el sábado no nos representa nosotros, no es lo que aspiramos a ser como sociedad.
Pero es inexcusable que un presidente pierda el norte de esa manera el sábado y luego compense el problema durante las próximas 36 horas, sin entender aparentemente que las apuestas aquí son mucho más altas que las que se ganan o pierden durante una campaña.
El sábado fue el peor día para la presidencia de Trump. Y también un momento de bajo reflujo para el país.