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Trump llega a Texas para supervisar el daño y ayuda tras el paso de Harvey
01:35 - Fuente: CNN

Nota del editor: David Axelrod es comentarista de CNN y anfitrión del podcast “The Axe Files”, actualmente un programa regular de CNN. Fue asesor principal del presidente Barack Obama y estratega jefe de las campañas de Obama en 2008 y 2012. Las opiniones en este artículo son de su propia responsabilidad.

(CNN) – El artículo 2 de la Constitución de Estados Unidos especifica los deberes oficiales de la presidencia, pero no todas sus responsabilidades. Uno de los papeles esenciales y no escritos del presidente ha sido actuar una persona que genere alivio en momentos de crisis y pérdida, ofreciendo apoyo y estímulo a los conciudadanos en nombre de una nación preocupada.

Ronald Reagan después de la explosión del transbordador Challenger; George W. Bush después del 11 de septiembre; Clinton en la estela del bombardeo de la ciudad de Oklahoma y Obama después del tiroteo en Charleston.

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El huracán Harvey fue la primera prueba importante de Donald Trump en ese papel. Trump voló a Texas este martes para reunirse con funcionarios estatales y coordinadores de respuesta a desastres en un momento apropiado para que la empatía y la humanidad aparezcan en el marco de una gran tragedia. Pero en lugar de eso, fuimos testigos de otra demostración desalentadora de obtuso autobombo.

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Sentado en una mesa entre el gobernador de Texas, Greg Abbott, y la primera dama, Melania Trump, el presidente lanzó un monólogo sobre la naturaleza épica de Harvey: “¡Nadie ha visto nunca nada como esto!”, con hosannas a su equipo (y por extensión, a sí mismo) por el trabajo que están haciendo en el cumplimiento de su deber.

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Volviéndose hacia el director de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA por sus siglas en inglés), Brock Long, Trump aseguró que era “un hombre que en los últimos días se ha hecho muy famoso en la televisión”. Y al concluir sus comentarios, comenzó a felicitar al grupo por su manejo hábil de la tormenta, incluso mientras Houston y la región circundante seguían siendo golpeados por lluvias e inundaciones.

Viendo la reacción incómoda en las caras a su alrededor, el presidente rápidamente se vio sorprendió, añadiendo: “Nos felicitaremos cuando todo haya terminado”, pero dejando poca duda de que las mutuas felicitaciones eventualmente quedarían pendientes.

El presidente entonces recibió un corto informe para el beneficio de las cámaras y la reunión se aplazó.

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En esta coyuntura parece que el gobierno está trabajando bien con las autoridades estatales para hacerle frente a la crisis, al menos tanto como la magnitud de Harvey lo permite. Sin embargo, hay otro requerimiento que tampoco cumplió.

Sorprendentemente, no pronunció una sola sílaba sobre aquellos que han perdido la vida, sus hogares o negocios en las inundaciones que todavía están aumentando en el sureste de Texas, abrumando a los heroicos socorristas y voluntarios que se esfuerzan por satisfacer sus demandas. No tuvo consuelo para con las decenas de miles de evacuados, algunos de los cuales fueron separados de sus familias en la tormenta y ahora están refugiándose en estadios, preguntándose qué vendrá después.

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Donald Trump llegó a Corpus Christi en el avión presidencial. Sin perder la oportunidad de vender, posó con su gorra de “USA”.  Quedó claro que fue a Texas a hacer una venia, no para dar sus condolencias a las víctimas u ofrecerle esperanza a los desposeídos.