Nota del editor: David A. Andelman es colaborador de CNN y columnista de USA Today, escribió el libro “A Shattered Peace: Versailles 1919 y and the Price We Pay Today”. Fue corresponsal en el extranjero del New York Times y corresponsal en París para CBS News. Síguelo en Twitter en @DavidAndelman. Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
(CNN) – El 12 de diciembre, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, reunirá en París a todos los líderes mundiales que concluyeron el acuerdo climático COP21 hace dos años, cuando el mundo acordó por unanimidad que era necesario reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y restringir el calentamiento global, si el propósito era que la vida humana sobreviviera en la Tierra.
Se espera que los líderes de prácticamente todos los países que firmaron este pacto regresen a París, excepto Donald Trump. Su ausencia es particularmente alarmante ya que Estados Unidos en este momento está en la mira de dos de los huracanes más despiadados de la historia, con otros dos más en camino, y se convierte este país en una de las víctimas más grandes e inmediatas del cambio climático. Y luego están los incendios forestales el Lejano Oeste, cuyo humo también se dirigió hacia el este, consumiendo más de 809.000 hectáreas y cientos de hogares.
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Trump debería repensar su enfoque del cambio climático e ir a la cumbre de diciembre, si no por otra cosa, para hacer grande de nuevo a Estados Unidos.
Estados Unidos tiene un asiento de primera fila este verano para presenciar lo que una Tierra caliente promete para el futuro de la humanidad, y tristemente es sólo un leve anticipo. En marzo, Kerry Emanuel, eminente profesor de meteorología del Instituto Tecnológico de Massachusetts y codirector del Centro Lorenz, concluyó en un notable artículo para la Sociedad Meteorológica Estadounidense que “el cambio climático afecta potencialmente la frecuencia, intensidad y rutas de los ciclones tropicales”.
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Y como miembro del equipo de expertos de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), Emanuel firmó una declaración, el 1 de septiembre, en la que se observaba: “Los huracanes en un clima más cálido probablemente se intensificarán y es más probable que la frecuencia de huracanes de categoría 4 como Harvey se incrementará durante el siglo XXI”. Y claro, una semana después, llegó Irma.
Si hubiera duda alguna sobre el impacto del cambio climático sobre la frecuencia e intensidad de lo que los científicos llaman generalmente ciclones (conocidos en Asia como tifones y en el Atlántico Norte y el golfo de México como huracanes), esta se resuelve fácilmente simplemente mirando en algunas de sus detalladas investigaciones, usando huracanes reales y modelos informáticos altamente complejos. Como señala Emanuel en su artículo, los datos parecen sugerir que “esperamos un aumento significativo en los extremos de la intensificación de las tormentas, incluyendo las que ocurren justo antes de tocar tierra”.
Pero todavía hay más. En el caso de muchos huracanes, como Harvey, el daño principal es causado por el agua en lugar de los vientos brutales de Irma. Harvey, en el curso de sus repetidos pasos por el golfo de México, atrajo nuevas fuentes de agua de los cálidos mares del Golfo, vertiendo cada carga sobre el sureste de Texas y el suroeste de Luisiana.
Como señala la declaración de la OMM, “la atmósfera tropical suele contener más vapor de agua debido al calentamiento climático (aproximadamente un 7% más de vapor de agua por grado Celsius de aumento de temperatura en la superficie del mar)”. Como la ciencia parece sugerir, un aumento de 10 grados en la temperatura del agua se podría esperar para agregar un 70% a lo que Harvey tenía a su disposición para impactar a Houston.
Este fenómeno de huracanes más intensos, acompañados de lluvias más poderosas y dañinas, no se limita a América del Norte. El mes pasado, el tifón Hato causó más de mil millones de dólares en daños, con graves inundaciones y una enorme cantidad de muertes.
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Johnny Chan, quien también firmó la declaración de la OMM, es el director del Centro de Impacto Climático de Asia Pacífico Guy Carpenter, en la Escuela de Energía y Medio Ambiente de la City University de Hong Kong. Chan señaló que “el calentamiento global va a producir lluvias más intensas, simplemente porque se tiene más evaporación en la atmósfera, por lo que hay más humedad en ella. Con más humedad, las lluvias serán más pesadas”.
Por lo tanto, no es de extrañar que los científicos climáticos que ayudaron a redactar el documento de la COP21 a finales de 2015, junto con diplomáticos y políticos de 175 países, estuvieran empeñados en hacer todo lo que estuviera a su alcance para limitar el calentamiento de la atmósfera terrestre y, por extensión, el de las aguas por las que pasan los huracanes.
El retiro por parte del presidente Trump de Estados Unidos del acuerdo de la COP21 fue un llamado de atención global, que sin duda se intensificará a medida que los vínculos entre el calentamiento global y las catástrofes de los huracanes Harvey e Irma se aclaren a todas las naciones y a una gran cantidad de localidades.
Sin embargo, los esfuerzos del gobierno de Trump, en particular de la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés), para socavar las conclusiones claras de los científicos atmosféricos que vigilan las emisiones de gases de efecto invernadero y cualquier investigación futura que pueda confirmar las conclusiones ya alcanzadas, son especialmente preocupantes. Tales esfuerzos podrían tener un efecto igualmente serio en nuestra capacidad de pronosticar y seguir los patrones de futuras tormentas.