(CNNMoney) – Cuatro horas. Cuatro bancos. Seis centavos.
Un día típico en Caracas. Coloquialmente llamada por los venezolanos la sucursal del cielo. Hoy convertida en la capital de la economía más miserable del plan
En gran parte del mundo, retirar dinero del banco es una simple mandado, algo cotidiano. Pero en Venezuela, para millones de sus habitantes, es una tarea complicada, tediosa incluso surreal. Puede llegar a convertirse en una tarea sencillamente imposible.
Me mudé para Caracas hace un año y medio para cubrir como reportero independiente la crisis económica del país. Sabía que las cosas estaban mal aquí, pero jamás me imaginé la constante lucha diaria que se libra para realizar hasta la más sencilla de las tareas.
El viacrucis para conseguir efectivo en Venezuela
Mientras Venezuela se hunde en nuevas deudas, los precios se disparan y la moneda local, el bolívar, ha llegado a los niveles más bajos de su historia. Los supermercados y los bancos se han convertido en escenas de confusión y caos: ¿Están abiertos? ¿Tienen dinero o comida? ¿cuánto podré obtener?
La inflación es tan rampante —algunos expertos la ubicaron por encima del 4.000% en 2017— que ha devorado por salarios de los venezolanos.
Mientras escribo, un dólar equivale a 191.000 bolívares, de acuerdo con el cambio en el mercado negro, la referencia que todos aquí, excepto el gobierno, usan (nadie confía en la tasa oficial sobrevalorada, pues el gobierno ha perdido credibilidad entre los venezolanos y los mercados internacionales que determinan las tasas de cambio).
Hace un año, un dólar rondaba los 3.100 bolívares. El bolívar se ha depreciado 98% desde entonces. Incluso el día que reporté esta historia, el 11 de enero, habría cambiado en la mañana un dólar por 151.000 bolívares.
La autoridad bancaria de Venezuela determina cada mes cuánto pueden retirar los clientes en los cajeros automáticos, según un comunicado oficial. Pero ese monto no se da a conocer públicamente.
En agosto, los medios de comunicación venezolanos reportaron que la autoridad bancaria había fijado el límite de 10.000 bolívares por persona. Los funcionarios declinaron explicar los detalles de las regulaciones. La Asociación Bancaria de Venezuela, que representa a las entidades bancarias privadas del país, cerró su oficina de prensa hace seis meses.
Al tiempo que la moneda local pierde valor, los bancos se han convertido en constantes escenas de confusión. Los clientes esperan en largas filas. Algunos bancos no ofrecen dinero en efectivo y solamente permiten transacciones electrónicas.
¿Qué tal difícil es entonces conseguir el equivalente a un dólar en bolívares?
Lo intenté y no pude conseguirlo.
Primer banco: mínimo una hora de espera
Llegué al primer banco a las 9:30 de la mañana. Docenas de personas ya estaban alineadas al frente. La gente aquí espera por el dinero en efectivo como lo hacen en Estados Unidos para comprar un ticket de lotería cuando el premio se eleva.
Adentro los cinco cajeros automáticos estaban desiertos, señal de que no tenían efectivo. La única opción era retirar dinero directamente en la taquilla. Conté rápidamente 21 personas en la fila y solo un cajero atendiendo.
“Es al menos una hora de espera”, me dice el último de la fila cuando me acerco.
Decido entonces probar suerte en otro lado.
Este problema ha explotado hace algunos meses, pero lleva años gestándose.
Venezuela fue alguna vez la nación más rica de América latina. Pero hoy está asolada por la extrema inequidad. Hugo Chávez, el líder socialista, prometió solucionar la enorme brecha entre ricos y pobres cuando se convirtió en presidente en 1999.
Chávez aumentó el gasto público, proporcionó vivienda y servicios para millones de pobres en Venezuela. Pero los críticos y economistas aseguraron por años que ese gasto era irresponsable e insostenible.
Chávez falleció en 2013 y su sucesor -designado por él mismo- Nicolás Maduro tomó el poder, tras vencer en las elecciones. Maduro mantuvo las políticas socialistas, pese a que los cofres del gobierno drenaron. La escasez de alimentos y apagones eléctricos se volvieron más frecuentes.
El país escaló hacia el malestar económico y social tras la caída en los precios del petróleo ocurrida en 2014. Venezuela tiene más petróleo que cualquier otro país en el mundo, pero es su única fuente de ingresos. La mala gestión gubernamental y la corrupción generalizada ocasionó la caída en picada de la producción petrolera.
Buscando aliviar la inflación, el gobierno ha decretado repetidamente el salario mínimo mensual, pero los precios suben más rápido y el bolívar se ha hundido más. Y durante las festividades de diciembre empeoró aún más.
Segundo banco: ¡Es absurdo!
Caminé unas pocas cuadras para llegar al segundo banco. El haber podido encontrar otra entidad tan rápido es un lujo en Caracas. En las partes rurales de Venezuela, contar con dinero en efectivo es una necesidad y los bancos están muy alejados.
En el segundo banco, los cajeros automáticos ya no tenían efectivo y no eran siquiera las 10 de la mañana. La frustración se sentía. Apenas 10 personas esperaban ser atendidos por el cajero de turno, entonces decidí hacer la fila.
Gustavo Vásquez estaba cerca de mí. Me dijo que solo necesitaba 30.000 bolívares, es decir 18 centavos de dólar, para comprar una bolsa CLAP: una bolsa con comida y productos de higiene personal que el gobierno vende mensualmente, a precios subsidiados, a la población de menores ingresos.
Recientemente las CLAP han reducido su tamaño o se retrasa su venta al tiempo que cada vez más venezolanos se acercan a la pobreza y mientras el gobierno se queda sin dinero para importar bienes esenciales.
Aunque Vásquez ahora forma parte de la población que depende de las dádivas alimenticias del gobierno, la mayor parte de su vida no contó con esos beneficios. Tenía un trabajo a tiempo completo y vivía tranquilamente con su pensión. Pero la inflación hizo imposible que continuara viviendo con sus ingresos y los programas gubernamentales como CLAP son ahora el salvavidas para él y su familia.
Los críticos argumentan que las CLAP son utilizadas como un arma política por Maduro para forzar a la gente a votar por él. Pero la ética de la ayuda política no está en la mente de Vásquez. Él solo necesita conseguir el efectivo para poder pagar por la vital dádiva y comer.
“Oye, solo te permiten sacar 5.000 por día” me dice Vásquez. ¿Entonces que hago? ¿Abro una cuenta en seis bancos distintos? ¡Es absurdo!
Conseguí llegar hasta el cajero, pero me dijo que tenía que presentar un cheque para retirar dinero. No me dejó usar mi tarjeta de débito. Mucho más molesto, me fui del segundo banco y pasé por otros dos antes de rendirme e irme a casa para buscar mi chequera.
Esperé seis horas para obtener seis centavos. Los gasté en un solo lugar
Era ya mediodía. Había estado buscando dinero en efectivo por más de dos horas. Regresé al primer banco en donde lo había intentado.
Esperé en fila otra hora hasta llegar al cajero con mi chequera en mano. Noté como todos esperaban aún con calma y en silencio, como si la resignación generalizada hubiese forzado a estas personas a simplemente aceptar la situación.
El descontento social explotó el año pasado en Venezuela luego de que cientos de miles de personas tomaran las calles de Caracas por más de 90 días como protesta por los cambios en la constitución y en demanda de elecciones y ayuda humanitaria.
Las protestas fueron reprimidas por las fuerzas del gobierno. Más de 120 personas perdieron sus vidas, de acuerdo con los medios oficiales. La policía disparó balas de goma y gas lacrimógeno. Los manifestantes lanzaron cocteles Molotov. Una máscara antigas se convirtió en un artículo imprescindible de mi equipo diario al salir a reportar los acontecimientos.
Ahora pareciera que la situación económica está tan mal que el venezolano promedio está muy ocupado tratando de conseguir efectivo y comida como para tomar las calles nuevamente.
A la 1:23 de la tarde finalmente le di mi cheque a la cajera y me dieron el efectivo que tanto me había costado conseguir: 10.000 bolívares, seis centavos de dólar.
Yarmira de Motos, la cajera, me informó que el gerente del banco establece cada mañana la cantidad máxima que puede retirar cada cliente de acuerdo con el dinero que es entregado por el Banco Central de Venezuela.
Es por eso que algunas entidades permiten retiros de 5.000, 10.000 o inclusive 30.000 bolívares, dependiendo del día. Es toda una apuesta.
Con mis 10.000 bolívares en la mano cuatro horas después, me encontré con un amigo para un café. Mi capuchino costó 35.000 bolívares.