(CNN) – Cuando Washington está así de roto, siempre son los más vulnerables los que resultan heridos.
Muchas carreras políticas pueden hacerse y perderse este viernes mientras el presidente Donald Trump, los republicanos y demócratas en el Congreso intercambian culpas y el gobierno compite con la fecha límite de cierre de este viernes a medianoche.
Pero mientras Washington se obsesiona con las apuestas partidistas del drama financiero, las víctimas reales de la última sacudida en la disfunción del gobierno son incapaces de influir en sus destinos, y solo pueden ver el aumento del pánico y del miedo.
No es que los políticos de Washington no entiendan las consecuencias humanas que causan con su retraso y su inhabilidad para comprometerse. Simplemente no saben cómo hacer en una era de profunda polarización, cuando la buena voluntad y las soluciones bipartidistas entre las partes desaparecieron hace tiempo.
Las confrontaciones dramáticas del cierre del gobierno han demostrado ser la única forma en la que un Congreso polarizado en un país profundamente dividido y sin un consenso político dominante puede realmente hacer su trabajo, en momentos cuando el costo de la inacción se vuelve mayor que el precio que los legisladores pagarán por tomar decisiones difíciles.
En esta ocasión, son al menos 700.000 personas traídas ilegalmente a Estados Unidos cuando eran niños, y los niños que reciben atención médica a través de un programa de seguros de larga duración, los que han sido arrastrados al fuego partidista mientras el Congreso falla en su función básica de brindar un gobierno continuo.
Ellos están siendo usados como elemento para negociar mientras los líderes republicanos en el Congreso buscan financiar el Gobierno, posiblemente una vez más en una extensión a corto plazo, y los demócratas buscan usar un momento de gran influencia política.
Los beneficiarios de DACA están luchando en su más reciente y falso amanecer mientras esperan que el Congreso actúe para hacer su estatus permanente, un paso que tiene un sobrecogedor apoyo público.
Juan Escalante, un beneficiario de DACA que trabaja para el grupo de defensa de la reforma inmigratoria de America’s Voice, dice que el trauma emocional de ver los giros y vueltas de Washington es demasiado para contener.
“Lo que escucho una y otra vez de las personas que están pasando por este proceso legislativo por primera vez, personas de alrededor de 20 años… es que su nivel de ansiedad y miedo es casi intolerable”, dice él. “He recibido mensajes de texto y llamadas de personas del trabajo que están teniendo ataques de pánico o que están llorando en el baño porque los titulares y los ires y venires son predominantes”.
A menos de que el Congreso actúe antes de marzo, los beneficiarios de DACA perderán todas sus protecciones contra la deportación que tenían con ese programa, y sus vidas y sustentos quedarán sumidos en la confusión.
La agonía de la comunidad DACA se ve reflejada en aquellos que tienen apoyo del Programa de Seguro de Salud para Niños (CHIP, por sus siglas en inglés), que es popular entre los legisladores de ambos lados y que ha sido financiado constantemente durante dos décadas. Pero el dinero se está agotando y el Congreso no puede llegar a un acuerdo sobre cómo solucionarlo.
Nada les preocupa más a los padres que la salud de sus hijos. Pero sin una rápida solución del Congreso, muchos de los 9 millones de niños que obtienen ayuda del gobierno a través de ese plan podrían perder sus servicios de salid.
Y aunque los afectados por DACA y CHIP son las víctimas más visibles de un potencial cierre del gobierno, no son los únicos.
Miles y miles de empleados del gobierno podrían quedar sin trabajo, los veteranos podrían ver sus pagos del gobierno retrasados, y si el cierre persiste, el personal militar podría quedar sin pagos hasta que haya una resolución.
¿Cómo funciona (o no) Washington?
Los fondos para CHIP podrían pasar en el Congreso como una ley independiente dado su apoyo bipartidista. Pero un plan para apoyar el programa por otros seis años fue agregado al proyecto de ley de la Cámara de Representantes para financiar el Gobierno por otras cuatro semanas en un intento por ganar el apoyo demócrata.
Pero los prospectos de ese proyecto de ley son inciertos en el Senado, donde se necesitarán al menos 10 votos demócratas para aprobar el proyecto de la ley de financiamiento y donde los legisladores liberales están bajo presión para resistir la inclusión de una solución a DACA.
Esa medida podría destruir el esfuerzo ya que Trump y los republicanos conservadores insisten en que aún debe haber fondos suficientes para el muro fronterizo en dicha medida.
Esta no es la primera vez que hay problemas en Washington
Este atascamiento está lejos de ser la primera vez que la disfunción de Washington ha puesto en riesgo el bienestar de millones de personas.
Los proyectos de ley de financiamiento a corto plazo, los obstáculos fiscales, los cierres del gobierno, las amenazas de cierres y las reducciones del gasto también fueron una característica de la era de Obama, cuando a menudo el poder era compartido en Washington y el compromiso era escaso.
Los demócratas argumentan que el actual desorden es una falla de los republicanos, dado su monopolio en el poder en la Casa Blanca y en el Capitolio. Después de todo, Trump hizo que Washington fijara una razón fundamental para que su outsider se postulara al cargo.
“Me he unido a la arena política para que los poderosos ya no puedan seguir golpeando a gente que no puede defenderse por sí mismo. Nadie conoce el sistema mejor que yo, y es por eso que solo yo puedo arreglarlo”, dijo el entonces candidato Trump en la Convención Nacional Republicana en 2016.
Sin embargo, parece poco probable que un futuro presidente demócrata, después de ganar la Casa Blanca prometiendo arreglar Washington, tenga más éxito.
Por ahora, sin un camino claro para evitar un cierre, parece probable que los beneficiarios de DACA y CHIP enfrentarán días o semanas de más ansiedad.