(CNN) — El presidente Donald Trump, instalado en su opulento club primado de Mar-a-Lago este fin de semana, tuvo una diatriba de pensamientos combativos. Ninguno, sin embargo, ofrecía respuestas.
Aquí en el sur de la Florida, el aire en el fin de semana estaba lleno de emoción tras el peor tiroteo en una escuela después del de Sandy Hook. Las retransmisiones de televisiones locales mostraban llamamientos a la acción y manifestaciones de padres y estudiantes por igual.
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Trump, dentro de su propiedad y sin poder jugar al golf durante dos días seguidos por temor a dar una mala imagen, aparentemente seguía lo ocurrido… y se desató en Twitter.
Sólo 64 kilómetros al norte de Parkland, el presidente estalló contra el FBI por perderse las señales de advertencia del atacante — e inmediatamente volvió el tema a sí mismo al sugerir que la oficina estaba muy ocupada con la investigación sobre Rusia y podría haber prevenido el tiroteo.
La cadena de quejas, sobre la que sus aliados no fueron informados, dejó claro que, si alguien estaba preocupado por Rusia, ese era el presidente. Ante un par de crisis nacionales — otro tiroteo mortal y otra ola de evidencias de que Rusia interfirió en las elecciones estadounidenses—, Trump demostró el domingo por la noche a cuál prestaba más atención. En lugar de delinear pasos para proteger a la nación contra más tiroteos o manipulaciones en próximas elecciones, él hizo el momento sobre sí mismo.
Trump aún tiene que detallar lo que él o su administración planea hacer para castigar a Rusia por interferir en las elecciones de 2016. El fiscal especial Robert Mueller, en una exhaustiva acusación publicada el viernes, detalló cómo cientos de operarios rusos — incluido un socio cercano del presidente de Rusia Vladimir Putin — interfirieron en los comicios organizando eventos políticos y usando las redes sociales para promocionar a Trump y criticar a Hillary Clinton.
En una serie de tuits — alrededor de una docena desde que la acusación fue conocida — Trump repitió que su campaña de 2016 no confabuló con los operarios rusos (“¡No hubo conspiración!”, escribió), señaló a Adam Schiff, el miembro de mayor rango del Comité de Inteligencia, como “un “monstruo sin inteligencia fuera de control” y lamentó el hecho de que “se están riendo de lo lindo en Moscú”.
Los tuits llegaron horas antes de que Trump se reuniera con el presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, legislador que ha intentado evitar comentar los tuits de Trump. Los mensajes amenazaban con eclipsar una reunión planificada previamente sobre la agenda legislativa del partido y la perspectiva electoral a medio plazo.
Son también una señal de que ni el asediado jefe de gabinete de la Casa Blanca, John Kelly, también en Mar-a-Lago durante el fin de semana, u otros asesores que se reunieron con el presidente el sábado pueden mantenerlo encaminado.
“Si el OBJETIVO de Rusia era crear discordia, disrupción y caos dentro de EE.UU., entonces, con todas las Audiencias del Comité, Investigaciones y odio en los partidos, ellos han triunfado más allá de sus sueños más salvajes. Se están riendo en Moscú”, escribió. “¡Sé inteligente, Estados Unidos!”.
Los mensajes arrojan luz sobre un presidente que se centró casi exclusivamente en el pasado (cómo las acusaciones rusas afectan a la legitimidad de su Presidencia y las acusaciones contra su campaña de 2016) y no en cómo trabajará para evitar que Rusia se inmiscuya en el futuro.
En una declaración escrita hecha pública el viernes, la prescripción de Trump para combatir a Rusia era que el país “se uniera como estadounidenses” y “detuviera los extravagantes ataques partidistas, las acusaciones descabelladas y falsas y las teorías inverosímiles que sólo sirven para promover las sendas de malos actores, como Rusia, y no hacen nada para proteger los principios de nuestras instituciones”. La declaración no detallaba cómo su administración penalizaría al país por sus esfuerzos en 2016.
Los mensajes del fin de semana también mostraron que hay poco que Trump no vaya a utilizar para minar la investigación de Mueller.
Tarde en la noche del sábado, Trump relacionó la admisión de error por parte del FBI en relación al tiroteo en la escuela de Parkland de la semana anterior con la investigación sobre Rusia. El tiroteo del miércoles en la escuela secundaria Marjory Stoneman Douglas acabó con la vida de 17 personas.
“Muy triste que el FBI ignorara esas muchas señales enviadas por el tirador de la escuela de la Florida. Es inaceptable”, escribió. “Están gastando mucho tiempo en intentar probar la conspiración rusa con la campaña de Trump. No hay conspiración. ¡Volved a lo básico y haced que nos sintamos orgullosos!”
El FBI anunció el viernes que ellos habían fallado al actuar sobre una pista de Nikolas Cruz, el tirador confeso en la masacre de la escuela de Parkland. Una persona cercana a Cruz, según el FBI, contactó con ellos el 5 de febrero para avisarles de su preocupación. Pero la oficina no siguió apropiadamente los protocolos establecidos para el seguimiento de la pista.
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Trump se hizo eco de Fox News y otros medios conservadores que aprovecharon el error admitido y lo usaron como el último argumento en la larga campaña de Trump en los últimos meses para socavar la investigación de Mueller.
Los problemas de Trump con Mueller han sido claros durante mucho tiempo: el presidente ve cualquier sugerencia de que Rusia ayudó a inclinar la elección a su favor como una insinuación de que no es un presidente legítimo, una acusación que los frustra abiertamente. Sin embargo, al ignorar el impacto de Rusia en las elecciones, Trump está haciendo bien poco para confrontar a Putin por su intromisión.
La administración Trump decidió el pasado mes no imponer nuevas sanciones a individuos rusos por intervenir en las elecciones de 2016, rechazando al Congreso al presentar en su lugar una lista de “nombre y vergüenza” de destacadas figuras empresariales y políticas rusas.
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Trump ha planteado dudas sobre si Rusia medió en las elecciones llamándolo repetidamente engaño. CNN reportó este mes que Trump sigue sin estar convencido de que Rusia interfiriera en las elecciones de 2016, incluso cuando los jefes de inteligencia contaron unánimemente en el Senado el martes que Rusia medió en 2016 y que está planteando hacerlo de nuevo en 2018.
El presidente también dijo a los reporteros en Vietnam el pasado año que aceptaba las negaciones de Putin sobre su interferencia en 2016.
Trump llegó incluso a rebajar a su propio asesor de seguridad nacional a través de Twitter este fin de semana, contando a sus 48 millones de seguidores que “el general McMaster olvidó decir que los resultados de las elecciones en 2016 no fueron afectados o cambiados por los rusos y que la confabulación que entre Rusia la corrupta H (Hillary Clinton), el Comité Demócrata Nacional (DNC, en inglés) y los demócratas”.
McMaster dijo en una conferencia en Múnich, Alemania, que las acusaciones de Mueller hechas públicas el viernes mostraban que la evidencia de una intervención rusa en las elecciones de 2016 “es ahora realmente incontrovertida”.
El estallido de tuits puede ofrecer una ventana a cómo piensa el presidente. Su decisión de ir detrás de su consejero de Seguridad Nacional, H.R. McMaster, subrayó lo que los aliados han estado describiendo en los últimos días como una relación amarga.