(CNN) – Robert Mueller tiene a Donald Trump en una caja.
Así, mientras los ataques del fin de semana del presidente al fiscal especial y la contratación este lunes de un abogado agresivo listo para el horario estelar señalaron una nueva fase combativa en su defensa, Trump también dio algunos de los pocos pasos prácticos que tiene a su disposición para no ponerse en riesgo con graves consecuencias políticas ni con consecuencias legales.
El exfiscal general de Estados Unidos Joseph diGenova, que comparte la mentalidad conspirativa de Trump, sin duda hará que su nuevo jefe se sienta mejor cuando él aparezca en televisión, pero al parecer no cambiará los predicamentos fundamentales del presidente.
Esto porque si Trump va más allá de ataques verbales y trata de despedir a Mueller, marcaría el comienzo de una crisis constitucional histórica. Y su agresión en los últimos días muestra que ha rechazado un curso de acción alternativo: silenciar su inclinación natural a la ofensiva mientras Mueller delibera su destino.
Así que mientras el presidente se desliza por las restricciones políticas al mezclar su Casa Blanca y su equipo de política exterior y se enfurece contra las convenciones, Mueller y sus investigadores tienen a Trump encerrado sin medios fáciles de escape. CNN reportó el lunes que el equipo de Mueller se sentó con los abogados de Trump para discutir los temas sobre los que los investigadores le podrían consultar al presidente, una señal clara de que la investigación al parecer no está pronta a terminar.
Pero una presa preocupada puede ser impredecible y propensa a actos desesperados, por lo que el comportamiento de Trump está avivando preocupaciones de que no solo está insinuando que podría despedir a Mueller, sino que de hecho podría hacerlo.
“Nos acercamos rápidamente a una encrucijada… en la que Estados Unidos va a tener que ser confrontado con una decisión sobre si valoramos el imperio de la ley”, le dijo Richard Ben-Veniste, exfiscal especial del Watergate, a Erin Burnett de CNN.
“Este ataque continuo contra Mueller, contra el Departamento de Justicia y contra el FBI, es un pretexto de Trump para eventualmente despedir a Mueller, creo yo”, agregó Ben-Veniste.
Tratar de forzar el final de la investigación del fiscal especial establecería la prueba definitiva de la firma voluntad del Partido Republicano para dejar solo a su presidente, y podría tener un gran impacto en el ambiente político de cara a las elecciones intermedias de noviembre.
En varias ocasiones Trump ha dicho que no hubo “colusión” entre su campaña y Rusia, ni otro delito. Si ese fuera el caso, permitirle a Mueller finalizar su investigación proporcionaría una justificación. Pero es obvio que Trump ve la investigación como algo injusto y como una conspiración contra él que está afectando su presidencia, un factor que podría inducirlo a actuar como si él tuviera algo que esconder, incluso de no ser así.
Y permanece impotente, mientras Mueller acusa a las personas de su círculo exterior, estudia minuciosamente sus registros financieros y se acerca cada vez más a la Oficina Oval cada semana, es un escenario que está llevando claramente a la distracción de Trump.
Así que es razonable suponer que el nombramiento de diGenova representa la frustración de Trump con su equipo legal y sus limitadas opciones, luego de un fin de semana de declaraciones contradictorias de sus miembros sobre la continuidad del empleo de Mueller.
Es poso probable que los asuntos técnicos de la abogacía —evidenciados este lunes por un reporte de The Washington Post de que el equipo legal del presidente está tratando de limitar el alcance de cualquier entrevista con Mueller— le den a Trump un respiro de su enojo reprimido.