(CNN) – El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, tenía una sola misión cuando habló con la prensa en la tarde de este martes, justo antes de reunirse con varios congresistas republicanos: controlar los daños que provocó el lunes al negar los hallazgos de la comunidad de inteligencia de su país y sugerir que Rusia pudo no estar detrás de la intromisión en las elecciones de 2016, argumentando que los dos países tenían la culpa.
“Tengo fe y apoyo total para las grandes agencias de inteligencia de Estados Unidos”, aseguró Trump mientras leía lentamente una página con comentarios escritos, lo que representa un importante cambio frente a su habitual estilo espontáneo para estas situaciones. “Acepto la conclusión de nuestra comunidad de inteligencia de que Rusia sí se entrometió en las elecciones de 2016”, dijo antes de rematar con “también podrían ser otras personas”.
Concentrémonos en esas cinco palabras del final: “También podrían ser otras personas”.
Esa frase no solo debilita por completo lo que Trump intentó hacer con sus comentarios posteriores a la cumbre de Helsinki, sino que también entra en conflicto con el informe que la comunidad de inteligencia sacó en 2017 sobre la intromisión rusa en las elecciones presidenciales.
Ese reporte –que contó con el respaldo unánime de todas las agencias de inteligencia estadounidenses– reveló que Rusia interfirió en los comicios con el objetivo expreso de ayudar a Trump y de herir a Hillary Clinton. En ninguna parte del informe se menciona que otro país podría ser responsable del amplio y profundo esfuerzo de intromisión electoral centrado en la campaña de 2016.
Lo que esas cinco palabras revelan es que Trump no está del todo convencido que Rusia sea el responsable de entrometerse en las elecciones… Ni siquiera, como mínimo, de que este país actuó solo. Lo que quiere decir que, intentando arreglar el desastre que causó al sugerir que no creía totalmente en su propia comunidad de inteligencia, Trump terminó reafirmando justamente eso.
Aquí el contexto también importa. Esto dista bastante de la primera vez que Trump, generalmente bajo una presión política considerable, reconoció que Rusia probablemente buscó interferir en la elección de 2016 solo para regresar a poner en duda esa acusación en las semanas o meses siguientes. Aquí dejamos el breve recorrido por las admisiones que Trump ha hecho anteriormente acerca de la responsabilidad rusa, gracias al imprescindible Marshall Cohen de CNN.
- “En lo que respecta a los hackeos, creo que fue Rusia. Pero creo que también somos atacados por otros países y otras personas”. (Enero de 2017)
- “Lo he dicho muy, muy simple. Creo que bien podría haber sido Rusia, pero creo que podrían haber sido otros países. No seré específico, pero creo que mucha gente interfirió”. (Junio de 2017)
- “Lo que dije allá, estoy sorprendido de que haya algún conflicto en esto. Lo que dije es que creo que [Putin] cree eso, y eso es muy importante para que alguien lo crea. Creo que siente que él y Rusia no se entrometieron en las elección. En cuanto a si yo lo creo o no, estoy del lado de nuestras agencias, especialmente como están constituidas ahora con su liderazgo. Creo en nuestras agencias de inteligencia. He trabajado con ellos fuertemente”. (Noviembre de 2017)
- “Ciertamente hubo intromisión. Probablemente hubo intromisión de otros países”. (Marzo de 2018)
Y todas esas declaraciones son coherentes con lo que dijo Trump durante la campaña electoral de 2016, incluyendo la más famosa e infame línea durante un debate con Clinton: “Quiero decir, podría ser Rusia, pero también podría ser China. También podrían ser muchas otras personas. También podría ser alguien sentado en su cama que pesa 180 kilos, ¿vale? Usted no sabe quién entró en el Comité Nacional Demócrata”.
Así que, cuando Trump dijo este martes que “en numerosas ocasiones” ha “destacado nuestros hallazgos de inteligencia acerca que los rusos intentaron interferir en nuestra elección”, no está del todo equivocado. Él sí ha hecho eso. Pero, en la siguiente oración o el próximo día, semana o mes también buscó sistemáticamente generar preguntas sobre la idea de que Rusia, de hecho, persiguió una estrategia para interferir en las elecciones presidenciales de 2016.
La conclusión aquí es tan obvia como la nariz en tu cara: Donald Trump nunca –ni tampoco lo hace ahora–, cree 100% que Rusia organizó una campaña activa para inmiscuirse en las elecciones de 2016. Él hablará como un loro del tema cuando deba hacerlo obligatoriamente, como el martes, pero, incluso entonces se siente obligado a agregar esas palabras (“También podrían ser otras personas”) que revelan sus verdaderos sentimientos.
Maya Angelou tenía razón con su frase: “Cuando alguien te muestra quién es, créele la primera vez”.
Trump no puede conciliar estas dos ideas competitivas en su cabeza: 1) que Rusia buscó interferir en las elecciones para ayudarlo a él y herir a Clinton y 2) Él sigue siendo el presidente de Estados Unidos, independientemente de que elija o no reconocer el primer planteamiento. Para Trump, admitir que Rusia encabezó una campaña masiva para influir en los comicios de 2016 significa aceptar que no ganó de manera justa o que los resultados están viciados. Él no puede verse alrededor de eso. Está dispuesto a dejar de lado las conclusiones unánimes de su comunidad de inteligencia (sin mencionar a la Comisión de Inteligencia del Senado) y dispuesto a creer las afirmaciones “muy fuertes” del exagente de la KGB que ahora dirige a Rusia.
Las consecuencias de la ceguera de Trump en este tema no están aisladas de su propia posición política. Son de gran alcance, como vimos en Finlandia el lunes. Putin (y Rusia) se fueron con una victoria masiva en la escena geopolítica únicamente porque el presidente de EE.UU. no puede entender que pese a lo que Rusia hizo en las elecciones de 2016, él sigue siendo el mandatario.
Increíble. Y aterrador.