(CNN Español) – El desierto de Atacama, ubicado en el norte de Chile, es considerado el desierto más antiguo, árido y estéril de todo el planeta Tierra. Sin embargo, en los últimos tres años, su núcleo (su área más seca), ha experimentado algo que no había ocurrido en al menos 500 años: lluvias.
No obstante, pese a lo que el sentido común puede indicar, que el agua genera vida, estas lluvias han acabado con buena parte de la vida local microbiana de Atacama, de acuerdo a un estudio publicado publicado en Nature Scientific Reports por investigadores del Centro de Astrobiología, centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial.
La investigación atribuye esta alteración del clima de Atacama al cambio climático. El fenómeno generó, se precisa en el estudio, cambios en los patrones de lluvia en la zona, tras el ingreso de una gran cantidad de nubes desde el Océano Pacífico.
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El análisis registra dos precipitaciones importantes en 2015 (marzo y agosto) y una en junio de 2017. Estas, sumadas a otras lluvias menores, generó que la precipitación media anual llegara a 40 milímetros por metro cuadrado. Lo usual, según la misma investigación, es que el núcleo de Atacama tenga una precipitación anual de 4 mm/m2.
“Nuestro grupo ha descubierto que, contrariamente a lo que cabría esperar intuitivamente, el aporte de agua no ha supuesto un florecimiento de la vida en Atacama”, detalla Armando Azúa Bustos, investigador del CSIC, en declaraciones que registran la página de esta entidad científica española. “Por el contrario las lluvias han causado una enorme devastación en las especies microbianas que habitaban estos lugares antes de las precipitaciones”, explica.
Por su parte, Alberto G. Fairén, investigador del CSIC en el Centro de Astrobiología, habla de una “extinción masiva” de especies autóctonas, con un rango de extinción del 85%.
Fairén indica que las especies extinguidas estaban adaptadas a las condiciones hiperáridas del desierto de Atacama y que no pudieron adaptarse a las nuevas condiciones generadas por la repentina abundancia de agua.
En el estudio publicado se subraya que las pocas bacterias que han logrado sobrevivir a estas inusuales precipitaciones permanecen metabólicamente activas y aún pueden reproducirse en las lagunas formadas por las lluvias. El estudio ha incluido el análisis de estas lagunas hipersalinas.
Las lluvias de Atacama y Marte
Las lluvias de los últimos años sobre Atacama han servido a los científicos para tener más luces sobre lo ocurrido en Marte, destaca el CSIC. El estudio de este fenómeno, se subraya, “presenta un nuevo paradigma” para comprender qué ocurrió con el cuarto planeta del sistema solar.
Marte es un planeta hiperárido que, de acuerdo a las evidencias, explica Fairén, experimentó grandes inundaciones millones de años atrás.
“Marte tuvo un primer periodo, el Noeico (hace entre 4,5 y 3,5 miles de millones de años), en el que hubo mucha agua en su superficie”, indica Fairén. Sin embargo, este planeta luego perdió su atmósfera y su hidrósfera, y se hizo árido; aunque luego, hace unos 3,5 a 3 mil de millones de años, grandes volúmenes de agua volvieron a caer sobre la superficie marciana.
“Si aún existían comunidades microbianas resistiendo el proceso de desecación extrema, se habrían visto sometidas a procesos de estrés osmótico similares a los que hemos estudiado en Atacama”, detalla el investigador.
“Por lo tanto, el estudio de Atacama nos sirve para proponer que la recurrencia de agua líquida en Marte pudo haber contribuido a la desaparición de la vida marciana, si alguna vez existió”, concluye el científico.