Nota del editor: Alice Driver es periodista independiente y traductora, cuyo trabajo se enfoca en migración, derechos humanos e igualdad de género. Está basada en la Ciudad de México. Driver es autora de “More or Less Dead: Feminicide, Haunting, and the Ethics of Representation in Mexico.” En esta columna, Driver utiliza solamente los nombres, para no arriesgar ningún caso futuro de asilo. Las opiniones expresadas en este comentario son propias de la autora.
(CNN) – La semana pasada, en un refugio de migrantes en Reynosa, México, conocí a familias de Ucrania, Eritrea, Cuba y Venezuela que solicitan asilo en Estados Unidos. Yo estaba recorriendo la frontera mexicana-estadounidense por mi trabajo en un proyecto de migración mundial con el fotógrafo John Stanmeyer para National Geographic.
El jueves, el presidente amenazó vía Twitter con imponer un arancel de 5% a todos los productos que vienen de México a partir del 10 de junio, “hasta que se detengan los migrantes ilegales que vienen de México e ingresan a nuestro país.” En un comunicado presidencial, explicó más en detalle al decir “que si la crisis persiste” aumentará el arancel en un 5% adicional cada mes por cuatro meses.
Cuando escuché esta noticia, comencé a pensar de repente en aquellas familias inocentes que había conocido en Reynosa, porque queda claro a qué se refiere con “si la crisis persiste.” Habla de los inmigrantes indocumentados que llegan de México, a quienes ha intentado hacer parecer como delincuentes desde el momento en que se refirió a ellos como “violadores” en la campaña.
Tiene sentido que un presidente que ha insultado constantemente el carácter y la naturaleza de gente que simplemente busca una mejor vida no tenga ninguna comprensión de la migración global y las fuerzas que lo motivan. En vez de trabajar para abordar crisis reales —como el cambio climático— que impulsan la migración, el presidente Trump amenaza con castigar a México.
Si México cumple con las exigencias de Trump, los migrantes y solicitantes de asilo en particular, podrían enfrentar un trato inhumano creciente. En caso de que México no haga nada, o tome represalias con aranceles adicionales, los ciudadanos estadounidenses y mexicanos se llevarán la peor parte de las graves consecuencias económicas. Según el diario The New York Times, México envió US$ 346.500 millones de productos el año pasado y 5% de aranceles equivaldrían a unos US$ 17.000 millones, una responsabilidad que probablemente será pasada a las empresas y a los consumidores.
Al señalar a México para el castigo, Trump no es capaz de reconocer la realidad global de la migración. La semana pasada, cuando estaba entrevistando a familias migrantes de Eritrea junto con aquellos de Venezuela, Honduras y El Salvador, describieron los complejos factores políticos y ambientales que los motivó a solicitar asilo en Estados Unidos. Desearía que el presidente Trump escuchara sus historias en vez de seguir tratando a México, nuestro aliado social y comercial más cercano, como si fuera el único responsable de controlar los flujos mundiales de migración.
El presidente Trump ha arremetido desde hace tiempo contra inmigrantes indocumentados a la vez que propone métodos dudosos para detener la ola de migración de nuestra frontera sur. Sumado a los aranceles recientes, Trump está considerando un reglamento para prohibirles a migrantes de que soliciten asilo si han pasado por un país que no sea el suyo antes de llegar a Estados Unidos, según un funcionario sénior y fuente cercana a la Casa Blanca que habló con CNN.
A los migrantes que llegaban a la frontera mexicana-estadounidense se les solía permitir solicitar asilo sin ser rechazados durante un proceso de espera o sin separados de sus hijos. Durante el gobierno de Trump, todo eso ha cambiado.
No está claro cuántas familias han sido separadas en la frontera, y podrían haber miles más que los 2.737 casos oficiales ya reconocidos. Los migrantes que solicitan asilo en Estados Unidos han sido rechazados y obligados a regresar a México mientras sus casos estén pendientes, en un cambio significativo de política que está siendo objetada en la corte. El proceso de asilo, el que reporté este año en Revelar para el Centro de reportajes investigativos, puede tomar meses o años.
En Reynosa, entrevisté a cubanos y ucranianos que fueron forzados a esperar en México. Entre otras cosas, muchos de estos inmigrantes, que tienen poco o nada de dinero, hacen frente a violencia o corren el riesgo de ser secuestrados por cárteles de la droga.
En abril, Trump dio un discurso acerca de la inmigración y agrupó a los solicitantes de asilo con inmigrantes indocumentados, argumentando que Estados Unidos no aceptará más inmigrantes. En respuesta a la amenaza de Trump respecto de aranceles, el presidente de México Andrés Manuel López Obrador escribió una carta el jueves en el que le recordó al presidente Trump que la “Estatua de la Libertad no es un símbolo insignificante.”
Habiendo pasado tiempo en la frontera y habiendo entrevistado a innumerables solicitantes de asilo de todo el mundo, es obvio para mi que la crisis es una creada por el presidente Trump, quien ha limitado de manera creciente el derecho legal de solicitar asilo, a la vez que infunde temores de que los migrantes representan una amenaza de seguridad nacional.
Cuando escuché las noticias de los aranceles contra México, recordé a un agricultor hondureño a quien conocí mientras cubría a la caravana migrante en noviembre de 2018 para la revista Time. Él huía de la sequía, y muchos otros migrantes de América Central me contaron de los incendios y tormentas que los han obligado a dejar sus casas.
Ningún arancel puede evitar o penalizar a migrantes que huyen del cambio climático, y quizás nosotros, como nación de inmigrantes, deberíamos comenzar a pensar en eso.
(Traducción de William Montes)