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(CNN) — El soldado del Ejército estadounidense acusado de asesinar a 16 hombres, mujeres y niños afganos al disparar casa por casa podría enfrentar la pena de muerte, informó el secretario de Defensa de Estados Unidos, León Panetta, que habló con la prensa rumbo a Kirguistán, en Asia Central.

Cientos de afganos tomaron las calles el martes para protestar por la matanza mientras que el Talibán amenazó con decapitar a “estadounidenses en cualquier lugar del país”. Horas después, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, calificó el asesinato como “indignante” e “inaceptable”, y dijo que está “destrozado” por el incidente. “Estados Unidos toma esto tan seriamente como si fueran nuestros ciudadanos y nuestros niños los asesinados”, dijo Obama desde la Casa Blanca.

El presidente afirmó que había pedido al Pentágono “no escatimar esfuerzos en la realización de una investigación completa” sobre lo que pasó, y prometió que “seguirá los hechos a donde quiera que nos lleven”.

El sargento estadounidense es sospechoso de disparar contra nueve niños, tres mujeres y cuatro hombres en dos poblados cerca de su puesto de combate en el sur de Afganistán el domingo. Se entregó luego de la matanza, según el Ejército. El Comando de Investigación Criminal del Ejército investiga el caso aunque el sospechoso todavía no ha recibido cargos.

En Jalalabad, cerca de frontera con Pakistán, “cientos de manifestantes, muchos de ellos estudiantes de universidad, han tomado las calles”, dijo Ahamad Zaii Abdulzai, vocero de la provincia de Nangarhar. Dijo que no había reportes de heridos ni muertos durante las protestas, pero la carretera entre Jalalabad y Kabul fue cerrada. “Estamos en proceso de reabrir el paso”, dijo.

Un funcionario afgano dijo que escuchó disparos y granadas el martes mientras una delegación de altos funcionarios visitó una de las localidades donde ocurrió el tiroteo.

“Mientras estábamos en Alokozai para el funeral, rezando por los mártires muertos en la masacre, escuchamos armas de fuego seguidas de dos granadas”, dijo Haji Agha Lali, un miembro del consejo provincial de Kandahar. “Según mi información, dos o tres agentes de seguridad de Afganistán están heridos”, aseguró.

Añadió que funcionarios de alto nivel, incluido el hermano del presidente Hamid Karzar, un ministro y un viceministro, acudieron al funeral y podrían haber sido el objetivo de los disparos.

Líderes políticos afganos han expresado su enojo por el ataque ocurrido en el distrito de Panjawai, en la provincia de Kandahar. Karzai condenó el derramamiento de sangre como “imperdonable”. El Parlamento de Afganistán ha exigido un juicio público contra el sospechoso mientras que el Talibán afgano ha descrito a las tropas de Estados Unidos como “estadounidenses salvajes con la mente enferma”. En un nuevo comunicado dado a conocer este martes, el Talibán dijo se vengaría “matando y decapitando a estadounidenses en el país”.

Hay temores de que la matanza del domingo encienda de nuevo la ira que llevó a manifestaciones violentas contra fuerzas internacionales ocurridas el mes pasado luego de que soldados estadounidenses quemaron libros del Corán. Ese fue uno de los incidentes que han tensado las relaciones entre Estados Unidos y Afganistán.

Comandantes estadounidenses se vieron forzados a condenar un video de un grupo de marines orinando sobre cadáveres en enero, y varios soldados, de la base Lewis-McChord, fueron condenados por participar en una matanza.

La masacre del domingo provocó un aluvión de declaraciones de funcionarios de alto nivel que han expresado su indignación y tristeza, y han insistido en que la misión en Afganistán debe continuar.

Panetta dijo que Estados Unidos y sus aliados de la OTAN “parecen ser puestos a prueba casi cada día”, pero añadió, “es importante que todos, Estados Unidos, Afganistán y las fuerzas de la OTAN, se adhieren a la estrategia que hemos trazado”.

“La guerra es el infierno”, dijo. “Este tipo de eventos e incidentes van a ocurrir. Han sucedido en cualquier guerra. Hay eventos terribles. No es el primero de esos eventos, y probablemente no será el último”.

El sospechoso del ataque, cuya identidad no ha sido dada a conocer, sirvió en tres ocasiones en Iraq antes de ser enviado a Afganistán en enero, dijo el general John Allen, comandante de las fuerzas estadounidenses de la OTAN en Afganistán.

En 2010, el supuesto atacante conducía un vehículo que se volcó en un accidente, según un funcionario del Departamento de Defensa, quien también habló bajo condición de anonimato. Al sargento se le diagnosticó una lesión en el cerebro, pero fue declarado apto para el servicio, según el funcionario.

Jethro Mullen y Ruhullah Khapalwak contribuyeron con este reporte.