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Por Genaro Lozano

Nota del editor: Genaro Lozano es politólogo e internacionalista. Subdirector de la revista Foreign Affairs Latinoamérica, profesor en el ITAM y columnista en el diario Reforma. Es coautor de diversos libros académicos y de divulgación. Su Twitter: @genarolozano

(CNNMéxico) — Barack Obama asume este lunes oficialmente la presidencia de Estados Unidos por segunda ocasión. Su reelección significa un verdadero referéndum y una muestra de confianza del electorado de que el rumbo que ha tomado su país era preferible al regreso de los republicanos a la Casa Blanca.

A propósito de este día, vale la pena revisar cuál ha sido la política de Estados Unidos con respecto a la región latinoamericana y reflexionar sobre posibles cambios en el segundo mandato.

La atención diplomática de Estados Unidos estuvo ausente en el continente americano durante la década pasad, convirtiéndose prácticamente en un fantasma para la región. En el año 2000, el presidente George W. Bush dijo que empezaba la década del continente americano, y se hablaba incluso de un nuevo espíritu de Washington con respecto a México y América Latina, pero todos sabemos lo que pasó.

Un  año después Estados Unidos concentró sus esfuerzos en la guerra contra el terrorismo, luego en la reconstrucción de Iraq y Afganistán. Después vino la crisis financiera global y especialmente la europea, posteriormente las revueltas en el mundo árabe, temas a los que durante los dos mandatos de Bush y durante el primer mandato de Obama se ha dado prioridad en menoscabo de la relación con América Latina.

Y mientras, la región ha cambiado dramáticamente. Por un lado, Sudamérica está inmersa en un proceso de integración, impulsado especialmente, desde mi punto de vista, por Brasil y Argentina. Por el otro, en casi toda la región, excepto Cuba, la democracia, la participación electoral es hoy la norma. Hay procesos democráticos frecuentes y traspasos del poder pacíficos. Los latinoamericanos tienen hoy partidos políticos sólidos e instituciones democráticas.

Hay además dos modelos de desarrollo económico. Por un lado, están las economías más orientadas hacia la apertura comercial y el libre comercio. México, Chile, Colombia y Perú, todos con acuerdos comerciales con Estados Unidos y todos seducidos por el libre comercio.

Por el otro, están las naciones con modelos económicos mixtos, algunos dirían populistas: Argentina, Brasil y Venezuela, exportadores de commodities, más relacionados en el comercio intrarregional y en algunos casos con Europa, que conectados con la economía estadounidense.

De igual forma, pese a no ser una democracia, Cuba está cambiando. La semana pasada se anunció que los cubanos ya podrán viajar fuera de sus países con un pasaporte en mano, y tras la entrada en vigor de esa medida, se vieron largas filas en las embajadas y consulados de varios países representados en La Habana. Los cubanos quieren salir de Cuba, pero ya veremos si también quieren regresar.

Algunos avances se mezclan con retrocesos peligrosos. Lo que está sucediendo en Venezuela es crítico para el futuro de la región. La oposición venezolana denuncia que se está dando un verdadero autogolpe de Estado y que se está violando la Constitución con la toma de posesión en ausencia de Hugo Chávez. En Argentina, la presidenta Cristina Fernández ya está buscando una reforma constitucional para poder buscar una tercera reelección al cargo.

Aunado a los retrocesos democráticos, se encuentran también claramente los peligros de seguridad que enfrentan México, Centroamérica y los países productores de droga en la región andina: Colombia, Perú y Bolivia. Tal vez es en este tema en el que más atención ha prestado el gobierno de Obama, pero me parece que lo ha hecho de una forma no adecuada e incluso equivocada.

La Iniciativa Mérida y el Plan Colombia han sido los modelos tomados como ejes rectores de la política de cooperación bilateral con cada uno de los países productores de drogas. Y esas iniciativas no están reduciendo ni el consumo en la región, ni mucho menos en Estados Unidos, ni están reduciendo la violencia en ningún lado.

Obama asume la presidencia nuevamente, pero cambiarán algunos de los actores fundamentales para la relación con América Latina.

En el gabinete de Obama habrá un nuevo secretario de Estado y un nuevo secretario de Defensa. Ojalá que ese cambio de actores signifique un renovado interés estadounidense por estar presente en el Hemisferio Occidental, sin los ánimos intervencionistas de las décadas de la Guerra Fría y con un renovado entendimiento de que la región latinoamericana ha cambiado para bien, y de que los retos de la seguridad no se resuelven, desde mi punto de vista, cuidando el negocio de la venta de armas estadounidenses a los ejércitos latinoamericanos, sino con un buen debate sobre los nuevos enfoques para combatir este problema común, que toca también el tema de la legalización.

Obama tiene cuatro años más, lo que significa una oportunidad más para que el presidente empiece a interesarse por aprender el español.

(Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Genaro Lozano).

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