Por Bill Richardson, Especial para CNN
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Nota del editor: Bill Richardson fue gobernador de Nuevo México durante los mandatos y representó al tercer distrito del estado en el Congreso durante 15 años. Es presidente de Estrategias Políticas Globales de la Association of Public-Safety Communications Officials y enviado especial de la Organización de los Estados Americanos. El exembajador de Estados Unidos ante la ONU también es senior fellow de temas latinoamericanos de la Rice University.
(CNN) – Parece que por fin los astros se alinean para lograr una amplia reforma migratoria. Sean cuales sean las razones, y hay muchas, ya era hora
En mis dos mandatos como gobernador de un estado fronterizo, hubo momentos en los que tuve esperanzas de lograr un avance. Pero los miedos políticos tuvieron más peso, en una época en que los inmigrantes y las drogas cruzaban ilegalmente a Estados Unidos y las armas fluían libremente hacia el sur. Con cada incidente en la frontera, la opinión pública estadounidense, y sus líderes electos, empujaban el tema de la inmigración a un segundo plano.
Son alentadoras las noticias de que un grupo de senadores de los dos partidos ha logrado elaborar un plan y que trabaja en un consenso hacia una solución política. El Caucus Hispano del Congreso también ha asumido un papel activo y ha demostrado un gran liderazgo en este tema. Tengo la esperanza de lograr finalmente una solución amplia que no separe familias.
Un plan amplio debería contemplar un camino para lograr la ciudadanía, garantizar la seguridad de la frontera, un programa de trabajadores temporales, fiscalización de los empleadores que contratan a inmigrantes indocumentados y la aprobación del Dream Act.
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Tenemos una ventana de oportunidad que no existía antes debido a que la inmigración está en niveles mínimos, y afrontar el tema tiene mucho sentido desde el punto de vista político.
Nuestra lucha por la recuperación de la crisis financiera no significa solamente menos empleos para los estadounidenses; la falta de trabajo también ha disuadido a muchos que, de otra manera, considerarían emigrar a Estados Unidos en busca de empleo en los sectores de la construcción y manufactura.
La Oficina del Censo de Estados Unidos estima que tenemos casi 1 millón de inmigrantes indocumentados menos en Estados Unidos de los que teníamos en 2007. Las autoridades consideran que la economía es la principal razón de esta caída. El envejecimiento de la población y el crecimiento de la clase media en México también serían factores en esta nueva tendencia.
Aunque nadie se alegra de las dificultades de la economía y de la falta de empleo, el hecho de que la inmigración ilegal no se vea como una “crisis” en este momento nos da la oportunidad de tener un debate razonable, sin retóricas innecesarias, y de poner en marcha un plan de inmigración amplio.
Con un sistema inmigratorio estable y razonable, creo que tendremos más oportunidades de crecimiento económico bilateral y comercial entre Estados Unidos y México. Eso significará más empleo a ambos lados de la frontera.
Políticamente, los resultados de las recientes elecciones hacen barruntar que este es el momento de la reforma.
En primer lugar, el presidente Barack Obama está cumpliendo su promesa de hacer de la reforma inmigratoria una prioridad, aprovechando el impulso que ha ganado entre los votantes hispanos, y anunciará su propuesta este martes.
En segundo lugar, muchos republicanos en el Congreso se dan cuenta de la necesidad de una nueva estrategia política si quieren recuperarse de las pérdidas que han tenido entre los votantes hispanos.
Hispanos de toda ascendencia están apoyando a los candidatos demócratas y su mensaje de inclusión y oportunidades para todos. La oposición a la reforma migratoria, incluida la satanización de las familias nacidas en el extranjero que buscan oportunidades en Estados Unidos, ha golpeado a los republicanos en las urnas.
En tercer lugar, la Corte Suprema falló que el tema de la inmigración es responsabilidad del gobierno federal y no de los estados. Aunque, como exgobernador, simpatizo con los problemas que deben afrontar los estados a consecuencia de la inmigración ilegal, será responsabilidad del Congreso aprobar un plan de inmigración.
Si no tratamos de lidiar con todos los aspectos del problema inmigratorio, terminaremos con las mismos soluciones imprácticas, onerosas e ineficaces que hemos tenido durante años.
(Las opiniones expresadas en este artículo corresponden exclusivamente a Bill Richardson)