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(CNNMéxico) — Si el papado de Juan Pablo II vio nacer el fenómeno de los canales televisivos noticiosos e internet, Benedicto XVI fue el primer pontífice que se integró a las redes sociales y cuya elección de sucesor tendrá que lidiar con la presencia casi permanente de todo tipo de tecnologías de información.

Muy popular fue la incursión de Benedicto XVI en Twitter, por medio de ocho cuentas en una cantidad similar de idiomas —desde latín hasta árabe—, que inició actividades el 12 de diciembre del año pasado y que hasta hoy tiene más de 1 millón 500.000 seguidores.

Tanta importancia han cobrado las redes sociales para el Vaticano que el 23 de enero el Papa publicó un documento titulado Redes Sociales: portales de verdad y de fe; nuevos espacios para la evangelización.

Entre otras cosas, señaló, “en las redes sociales se pone de manifiesto la autenticidad de los creyentes cuando comparten la fuente profunda de su esperanza y de su alegría: la fe en el Dios rico de misericordia y de amor, revelado en Jesucristo”.

Este documento será el eje de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, organizada por el Vaticano y que se llevará a cabo el 12 de mayo.

Además del sitio web del Vaticano, que según el ranking mundial de sitios Alexa está dentro de los 13.000 sitios más visitados en internet, la Santa Sede ha creado en los últimos años vías en la red para llegar a los feligreses.

En 2005 el Vaticano abrió un canal propio en YouTube que hoy cuenta con casi 38,000 suscriptores y en 2009, bajo la dirección del vocero de la Santa Sede, Federico Lombardi junto con el sacerdote Paolo Padrini (quien se ha convertido en una suerte de asesor del Vaticano en temas de evangelización en nuevos medios de comunicación), lanzó un sitio web llamado Pope 2 You.

Ahí se centran iniciativas vaticanas en temas de redes sociales: una aplicación para Facebook y para dispositivos con el sistema operativo de Apple.

No todo ha sido miel sobre hojuelas para el papado en la red. En noviembre de 2010, al amparo del escándalo WikiLeaks, la organización liderada por Julian Assange liberó más de 700 documentos provenientes de la representación diplomática de los Estados Unidos ante la Santa Sede.

Se divulgaron las consecuencias de los escándalos de pedofilia que causaron en las relaciones con países como Irlanda: “el Vaticano piensa que el gobierno irlandés falló en respetar y proteger la soberanía vaticana durante las investigaciones (realizadas en 2009)”, señala uno de los cables revelados.

Por otro lado, el Vaticano ha sido víctima de ataques cibernéticos y filtraciones: en marzo y octubre del año pasado, el colectivo Anonymous lanzó ataques contra el sitio web del Vaticano, primero como protesta y posteriormente como represalia contra el encarcelamiento de Paolo Gabriele.

Él era un mayordomo del Papa quien habría filtrado documentos papales al periodista italiano Gianluigi Nuzzi. “El Papa es un monarca absoluto y como tal tiene la habilidad de perdonar inmediatamente a Paolo Gabriele. Exigimos que el Papa lo haga de inmediato”, señalaron en un comunicado en octubre de 2012. Gabriele fue perdonado en pasado diciembre.

Un cónclave blindado

En las próximas semanas se realizará el cónclave de cardenales que elegirán al sucesor de Benedicto XVI. El proceso se llevará a cabo en la célebre Capilla Sixtina, pero los cardenales residirán en un edificio cercano llamado residencia de Santa Marta, aligerando las condiciones de encierro que tradicionalmente vivían los cardenales en dicha capilla, pero permitiendo potenciales comunicaciones con el exterior.

Por ello, la ordenanza que rige el proceso de elección del siguiente papa (Universi Dominici Gregi) posee un apartado completo con disposiciones para garantizar la secrecía del proceso, obligando a que los cardenales “deben abstenerse de mantener correspondencia epistolar, telefónica o por otros medios de comunicación con personas ajenas al ámbito del desarrollo de la misma elección”.

Además, toda persona ajena que participe del proceso (personal de servicio, médicos y guardias de seguridad) deberá evitar la comunicación con los cardenales, y que los servicios de seguridad tendrán la obligación de asegurar que, “no sean instalados dolosamente medios audiovisuales de grabación y transmisión al exterior”.

La legislación va más allá y prohíbe “absolutamente que, bajo ningún pretexto, se introduzcan en los lugares donde se desarrollan las operaciones de la elección o, si ya los hubiera, que sean usados instrumentos técnicos de cualquier tipo que sirvan para grabar, reproducir o transmitir voces, imágenes o escritos”.

Entre esos dispositivos pueden incluirse celulares o computadoras que transmitan información sobre las deliberaciones.

Sin embargo, en la era de WhatsApp y cardenales que tuitean asiduamente como Timothy Dolan de Nueva York, las medidas de seguridad, que por más de mil años han mantenido la secrecía en la elección papal, se pondrán a prueba frente a las nuevas tecnologías de información.

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