Por Peggy Drexler
Nota del editor:Peggy Drexler es la autora de ‘Our Fathers, Ourselves: Daughters, Fathers and the Changing American Family’ y ‘Raising Boys Without Men’. Es profesora de Psicología en el Colegio Médico Weill Cornell de la Universidad Cornell en Estados Unidos y una exacadémica de estudios de género en la Universidad Stanford. Únete a su página de Facebook y síguela en su Twitter @drpeggydrexler. Las opiniones expresadas en este texto pertenecen exclusivamente a Peggy Drexler.
(CNN) – La filtración más reciente de fotografías de celebridades desnudas es otro caso de cómo internet a menudo permite que las personas hagan lo que quieran a quienquiera que deseen.
Este domingo, un usuario anónimo en el tablero de mensajes 4chan publicó cientos de fotografías de desnudos de algunas de las mayores celebridades de Hollywood, incluida la actriz Jennifer Lawrence y la modelo Kate Upton. El publicador afirmó que se incluían fotografías de Victoria Justice y Ariana Grande, pero las cantantes/actrices negaron que las fotografías fueran reales.
Los representantes y las mujeres en sí comenzaron a emitir sus negaciones (en el caso de Justice y Grande) y confirmaciones (en el caso de Lawrence y Upton). Un representante de Lawrence confirmó en un correo electrónico a Buzzfeed que las imágenes fueron robadas de la cuenta de iCloud de la actriz.
“Esta es una violación flagrante de privacidad”, dijo el representante. “Las autoridades fueron contactadas y perseguiremos a cualquiera que publique las fotografías robadas de Jennifer Lawrence”.
Por supuesto, lo que ocurrió aquí es algo más que una violación de privacidad; es una invasión criminal. Sin embargo, el enjuiciamiento puede ser una posibilidad muy remota. Aunque un hombre de Florida, Estados Unidos, responsable de entrar a las cuentas privadas de correo electrónico de más de 50 celebridades y de publicar muchas fotografías explícitas en línea cumple 10 años en prisión, la ley solo comienza a ponerse al día del problema que es ampliamente referenciado como “pornografía de venganza”, o la publicación sin autorización de contenido explícito sin el consentimiento del individuo.
La mayoría de los sitios web que albergan estas fotografías están protegidos por una ley federal que los absuelve de la responsabilidad por el material publicado por terceros. Es legal en la mayor parte de Estados Unidos, y solo algunos estados, aproximadamente 12, tienen leyes que hacen que publicar en esos sitios sea un crimen… si es que puedes averiguar quién lo publicó.
El enjuiciamiento depende de determinar primero quién subió la fotografía y dónde se originó la fotografía. Por ejemplo, una ley de California hasta la semana pasada no protegía a las víctimas que se tomaban las fotografías.
A cambio estas leyes poco claras y en gran medida ineficaces alientan una cultura de culpar a la víctima, lo que vemos aquí con toda la fuerza. Considera que los mayores titulares no han ido sobre la línea de “¿cómo alguien puede hacer esto y salirse con la suya?” sino un debate de quién tiene la mayor culpa: iCloud de Apple o las mujeres en sí.
Ciertamente, la forma más segura de evitar que tus fotografías más privadas se compartan públicamente es no tomarlas en primer lugar. Esta es la filosofía detrás del consejo más común que se le da a los adolescentes, entre quienes las tasas de sexting continúan en aumento. No confíes en nadie. No compartas nada. Aún mejor: no tomes nada.
Mientras estamos en esto: no salgas de la casa. Después de todo, podrías ser robado, o violado. Mejor no vueles en un avión tampoco, con todo ese terrorismo y pilotos con mucho trabajo. ¿Nadar en el océano? ¡De ninguna manera: hay tiburones!
Es una lógica ridícula.
Aun así, muchas de las reacciones a la filtración de celebridades son presa de esa lógica, al cuestionar por qué estas celebridades tomarían fotografías tan arriesgadas y riesgosas en primer lugar. Por esta razón, tomar fotografías desnudas es casi definitivamente un derecho por el cual pelear, solo porque al dejar de hacerlo es una forma de culpar a la víctima, y es mucho más dañino que protector.
La culpa de un crimen no corresponde a la víctima sino al criminal. Jennifer Lawrence no fue ingenua, o de mal gusto, o cualquier cantidad de críticas que se le lanzaron y seguramente se le lanzarán, por posar para las fotografías provocativas. Fue una mujer joven normal. Y sospecho que estamos más impactados por el hecho de que Lawrence tenía una copa de vino y posaba desnuda para un novio que por el hecho de que ahora podemos ver la imagen. Nos hemos acostumbrado tanto a conocer todo sobre todos.
La actriz Mary Elizabeth Winstead, una de las víctimas, recibió respuestas a su tuit, “A todos aquellos que ven las fotografías que me tomé con mi esposo hace años en la privacidad de nuestro hogar, espero que se sientan muy bien consigo mismos”, que hizo eco de este sentimiento: “@M_E_Winstead deja de posar desnuda para la cámara, tontita. ¿Tu esposo no sabía cómo te veías desnuda? #LecciónAprendida”. Desde entonces no ha dicho nada en Twitter.
El mensaje, por supuesto, no es que es odioso invadir tan públicamente y maliciosamente la privacidad de alguien sino que estas mujeres se lo buscaron. Después de todo, no hubiera ocurrido si no se hubieran tomado las fotografías.
Pero el primer paso para proteger nuestra privacidad en línea y fuera de esto no es pedir que Apple haga un iCloud más fuerte o comenzar a eliminar cualquier cosa privada de nuestros espacios de almacenamiento. Tampoco es insistir en que las mujeres dejen de tomarse fotografías desnudas o, en ese caso, dejar de comprometerse en cualquier actividad que no quieran que se haga pública. En su lugar, se trata de tomar estos crímenes seriamente y responsabilizar a sus ejecutores. El problema no es la fotografía. Es el autor del delito.