En Nevada, mientras Hillary Clinton y Bernie Sanders estaban divididos casi perfectamente en el conteo de delegados determinados por los votantes, los superdelegados lanzaron su peso detrás de Clinton en una relación de casi 25 a 1.

Nota del editor: Sally Kohn es activista, columnista y comentarista de televisión. Síguela en Twitter @sallykohn. Las opiniones expresadas en este comentario son exclusivamente las de la autora.

(CNN) – Por su título, podrías pensar que los superdelegados son mejores que los delegados normales.

En realidad, son peores.

El proceso de las elecciones presidenciales en Estados Unidos está gobernado por la Constitución. Sin embargo, este no es el caso con las elecciones primarias. Ellas son controladas por los mismos partidos políticos. De hecho, hasta la década de 1820, los miembros del Congreso elegían al nominado presidencial de cada partido. Ese sistema elitista empezó a cambiar con la llegada de las convenciones nacionales, aunque los delegados aun así eran electos por medio de procesos de convenciones estatales y locales, los cuales eran controlados por los partidos.

Sally Kohn.

No fue sino hasta mediados de los años 1900 que los partidos adoptaron las elecciones primarias como parte del proceso para decidir quiénes iban a ser los candidatos presidenciales. Pero para asegurarse de que los votantes en sí no tuvieran todo el poder, en 1982 el Partido Demócrata adoptó lo que se conoce como los superdelegados, quienes hoy controlan el 15% del proceso final hacia la nominación.

El Partido Republicano también tiene superdelegados, pero ellos tienen mucho menos poder. Los superdelegados del Partido Republicano solo representan alrededor del 7% del voto para decidir la nominación, y según las reglas de la convención republicana, los superdelegados deben votar de acuerdo con los resultados de las primarias en su estado.

Es en el Partido Demócrata que el enorme poder y la falta de rendición de cuentas de los superdelegados es sumamente, bueno… poco democrático.

Específicamente, después de las asambleas partidistas demócratas en Nevada, CNN calculó que Hillary Clinton y Bernie Sanders estaban casi empatados por el número de delegados disponibles, con 52 y 51 de ellos, respectivamente. Y sin embargo Clinton lideraba por un margen mucho más amplio en el conteo total de delegados debido a que la increíble cantidad de 445 superdelegados —de un total de 712— prometieron apoyarla. En comparación, solo 18 superdelegados prometieron apoyar a Sanders.

En otras palabras, mientras Clinton y Sanders estaban divididos casi perfectamente en el conteo de delegados determinados por los votantes, los superdelegados lanzaron su peso detrás de Clinton en una relación de casi 25 a 1.

Cualquier liberal que haya estado en una marcha como manifestación por la justicia social ha escuchado la popular consigna “¡Esto es democracia!” Bueno, los superdelegados definitivamente no son democráticos. Son cualquier cosa menos eso.

Entonces, aquí es donde las cosas se ponen realmente interesantes: en las primarias demócratas de 2008, al menos en algunas medidas, más personas en realidad votaron por Clinton que por Barack Obama. Sin embargo, debido a la forma en la que se cuenta a los delegados asignados y debido a que el equipo de Obama implementó un esfuerzo temprano para asegurar a los superdelegados, los números a la larga favorecieron a Obama, y Clinton tuvo que salir. Clinton, a cambio, aprendió a no desmantelar el sistema de superdelegados sino a usarlo mejor, al contratar a los arquitectos de la estrategia de Obama con los superdelegados para que se encargaran de la suya esta vez. Así que los seguidores de Sanders —al igual que, presuntamente, los seguidores de la participación demócrata en general— han lanzado esfuerzos para hacer un llamado a que los superdelegados reflexionen en la voluntad de los votantes a quienes representan y prometan apoyar al candidato que apoyen los votantes de su estado. Una petición de este tipo creada por MoveOn.org tiene más de 179.000 firmas. Otra petición similar tiene casi 200.000 firmas.

No tan rápido, dice el Partido Demócrata. El alboroto acerca de los superdelegados inició después de las primarias en Nuevo Hampshire. Sanders ganó el 60% del voto y, por lo tanto, a 15 de los delegados asignados del estado. Clinton ganó solo nueve delegados. No obstante, Sanders y Clinton estaban empatados respecto a los delegados de Nuevo Hampshire debido a que seis de los ocho superdelegados del estado respaldan a Clinton.

Jake Trapper de CNN le preguntó a la presidenta del Comité Nacional Demócrata, Debbie Wasserman Schultz, por qué el Partido Demócrata adoptaría un proceso que es claramente antidemocrático. Esto es lo que dijo:

“Los delegados no asignados en realidad existen para asegurarse de que los líderes del partido y los funcionarios electos no tengan que estar en una posición en la que vayan en contra de voluntarios activistas”.

En otras palabras, los superdelagados del Partido Demócrata existen para preservar el poder y la influencia de la élite del Partido Demócrata. Bueno, eso tiene un sentido perfecto… si eres, digamos, el acaudalado Partido Republicano intrínsecamente elitista y en pro de los negocios. Pero no si se supone que eres el partido que protege los intereses de los estadounidenses comunes y corrientes.

Y sin duda, existe un argumento respecto a que ambos partidos deberían tener una manera resguardada para prevenir el tipo de desastre catastrófico como el que Donald Trump está creando al convertirse en el nominado del Partido Republicano. Sin embargo, la democracia es democracia, amigos. Se supone que respaldemos el proceso incluso si no nos gusta el resultado.

De acuerdo con una nueva encuesta, cerca de un tercio de los partidarios de Trump en Carolina del Sur apoyan la prohibición de que las personas homosexuales ingresen a los Estados Unidos. Eso es horrendo. Pero el Partido Republicano tiene que tomar en cuenta a esos electores… y la manera en la que las políticas y la retórica republicana de las últimas décadas han dado auxilio y consuelo a esos puntos de vista. Ocultarlas debajo de la alfombra por medio de una victoria con superdelegados sería conveniente, pero no estaría bien.

La mayoría de nosotros conocemos las citas sobre el hecho de que la democracia es complicada o imperfecta, o la peor forma de gobierno a excepción de todas las demás. Aquí tenemos otra cita: “La democracia es preciosa en teoría; en la práctica es una falacia”. Esto lo dijo Mussolini, quien fue un fascista y, quizá, si estuviera vivo hoy, sería un superdelegado.