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Nota del editor: Camilo Egaña es el conductor de Camilo. Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivas del autor. Síguelo en @CamiloCNN

Si te chocaba que, por ejemplo, en un baño público un corredor de bolsa pidiera a gritos a un colega que no le quitara ojo de encima a los chinos o que el señor que va a tu lado en el autobús le prometiera villas y castillas a una mujer que evidentemente no es su esposa, prepárate ahora para que muchos, muchísimos de los que se crucen en tu camino anden como zombies apuntando con sus celulares al semáforo, debajo de la sotana de un cura o a ti mismo.

Es que están cazando a las criaturas del Pokemon GO, el nuevo videojuego de la compañía japonesa Nintendo.

La prensa está arropando esa aplicación de realidad aumentada con los adjetivos superlativos más estridentes.

Leo en un diario que el Pokemon GO tiene “algo de magia”. En la radio, un hombre que habla como experto asegura que es algo tan adictivo que aparecerá en tus sueños. Las únicas certezas son estas: que las acciones de Nintendo se han disparado y que ya tenemos un nuevo elemento de hipnosis general.

Algo malo debe de tener eso que antes llamábamos sin sobresalto “la vida real” para que la gente se apunte con tanta devoción a la realidad virtual.

Lo que no tienen en cuenta esos cazadores impenitentes de pokemones es que en la búsqueda de tales criaturas se pueden topar, por ejemplo, con un cadáver o incluso algo peor. Los hay que aun manejando siguen conectados al juego. Cuando despierten, será demasiado tarde.