Nota del editor: Miguel Guadalupe se graduó de la Universidad Wesleyan y ha trabado en la industria financiera y tecnológica por más de 15 años. Es esposo de María Santana, corresponsal en Nueva York de CNN en Español. Sus artículos han sido publicados en HLN.com, The Huffington Posts, Latino Rebels, Llero.net y ‘The Father Life’, una revista digital para padres. Puedes seguirlo en @miguad98. Las opiniones expresadas en este texto corresponden exclusivamente al autor.
(CNN) – “Más de un par de veces, he tenido que levantarme y volver al ruedo”.
Es tan solo una frase del discurso de Hillary Clinton en la Convención Nacional Demócrata. Pero fue una de las partes más auténticas e identificables del discurso del jueves por la noche.
Esa frase y la realidad de cómo las mujeres tienen que luchar sólo para ser quienes son y lo que quieren ser, resonó profundamente conmigo, mientras recordaba las experiencias de las personas más importantes en mi vida.
En mi opinion, los demócratas se han apoderado de la narrativa de “quién es un verdadero estadounidense” propia de los republicanos. El partido ha decidido presentarse como los protectores reales del patriotismo.
Decidieron ser el partido que dice que está bien sentirse orgulloso de nuestro país, entendiendo que Estados Unidos es un gran país y que se necesita trabajar para hacerlo aún mejor. El partido afirmó que es más patriótico afrontar las deficiencias que tiene Estados Unidos como país que defender a ciegas el statu quo.
¿Cómo lo lograron? Con mujeres a la cabeza.
Con la bravuconería machista de Donald Trump y su campaña, es la voz femenina la que está mostrando claramente la verdadera fuerza, sobresaliendo por encima de la negatividad y uniendo a Estados Unidos.
Desde la lucha de Karla Ortiz, una niña de 11 años, para que su madre indocumentada se quede en el país, o el testimonio de Anastasia Somoza sobre la incansable lucha de Hillary Clinton en defensa de los niños con discapacidad, hasta los discursos de algunas de las mujeres más influyentes y poderosas del mundo: Madeleine Albright, Elizabeth Warren, Michelle Obama y la propia Clinton, no hay duda que las voces de las mujeres fueron más fuertes y más unificadoras durante toda la convención.
La historia de Clinton es la de una luchadora. Y la de cualquier otra mujer que se haya atrevido a liderar, a tener ambición y querer cambiar el statu quo.
Es una pelea constante e implacable. Los desafíos vienen de todas partes y los enemigos que deciden luchar contra ellas son numerosos y diversos. Es una de las batallas más difíciles que he visto. Y una de las más emotivas.
Es por eso que este video producido por la actriz Elizabeth Banks, entre otras celebridades, de la canción ‘Fight Song’ de Rachel Platten me sacó al menos unas lágrimas (y no sólo porque es la canción que mis dos hijas comenzaron a cantar cuando vieron a Platten el año pasado durante el desfile de Acción de Gracias, en Nueva York).
Esta no es solamente una canción de campaña, sino un himno para esta generación femenina. Y es lo que me inspiró a escribir esta carta a las mujeres de mi vida, de nuestro país y de alrededor del mundo:
Las veo. Sé cuán duro trabajan. Entiendo que a menudo son desafiadas y desestimadas y reciben ataques directos si eligen no representar el papel que se les ha asignado.
He visto el estrés que genera saber que has trabajado más que otra persona –tanto en tu trabajo y en la casa– que has hecho sacrificios en ambos lados, para tan solo ser criticada por aquellos que no tienen ni la mitad de las responsabilidades que pesan sobre tus hombros.
Entiendo la presión para ser más joven, guapa, flaca, liviana, más “animada” y más “accesible”, sólo para hacer que la gente se sienta más cómoda con quién eres y con lo que tienes que decir, cuando todo lo que quieres es hacer tu trabajo y ser juzgada por la calidad del mismo.
Estoy furioso porque no se te permite cometer errores y si alguno ocurre es usado para “comprobar” que no eres capaz.
Quiero ser un caballero y ayudarte, pero sé que si lo hago, sólo alimentaría la opinión de los escépticos, quienes juran que no pudiste logarlo por ti misma.
Pero, también veo tu fuerza. Veo tu resistencia. Te veo restar importancia a las críticas y sonreír cuando tan solo quieres darle un puñetazo a alguien en la cara. Veo cuando te caes y piensas que no te recuperarás nunca. Pero también veo cuando sales adelante. Veo cuando te levantas, sales y lo haces todo de nuevo con un simple “ok, ¿dónde están mis tacones?”.
Veo a mi abuela, quien salió de Puerto Rico a los 16 años y llegó a Estados Unidos sola y trabajó durante décadas en fábricas de Nueva York. Ella murió este año. Era mi ‘Santa Claus’.
También veo a mi mamá, una sobreviviente de cáncer de mama, que trabajó como ayudante social auxiliando a las familias más pobres de Nueva York y luego cuidando niños. Ella tuvo un aneurisma cerebral este año, y dos días después de su cirugía, ya estaba manejando de nuevo.
Veo a mi esposa, quien a pesar de su humilde crianza en República Dominicana y en el barrio de Harlem, en Nueva York, fue capaz de convertirse en reportera de una de las cadenas de noticias más grandes de Estados Unidos, en una industria dominada por hombres y en una posición ocupada frecuentemente por personas de otra clase social.
Veo a mis hijas, que me recuerdan el mundo tan diferente en el que están creciendo y quienes continuamente me retan a pensar en mi propio privilegio de ser hombre.
Como aquella vez que mi hija mayor me dijo que iba a comprar una casa grande a lo que yo distraídamente le pregunté si planeaba casarse con un millonario, y ella me respondió: “No papá, yo voy a ser la millonaria y, si me caso, el tomará mi apellido”.
Las veo y sé que nunca tendré la fuerza que requiere hacer todo lo que ustedes hacen, las cosas que tienen que hacer, con las que tienes que lidiar todos los días simplemente porque eres mujer. ¿Como puede la mitad del mundo aguantar tanto por tanto tiempo y ser tan buenas en lo que hacen?
Pero esta semana, la Convención Nacional Demócrata cambió la narrativa y adoptó una que nos refleja a todos.
El partido eligió a su primera candidata presidencial, una mujer que ha salido adelante, que ha probado sus habilidades a pesar de los desafíos que enfrenta el país, las críticas y los obstáculos por tan solo hacer su trabajo.
Todas aquellas mujeres que han sido cuestionadas en su vida seguramente pueden identificarse con su lucha. Por eso, entiendo por qué este es un momento trascendental no sólo para las mujeres, sino para todo un país. Esto es histórico. Esta es SU historia.
Sé que hay trabajo por hacer. Aunque significativo, no nos podemos olvidar de la interrelación existente entre la raza, las clases, el género y la sexualidad.
Un movimiento hacia la verdadera igualdad no puede celebrar el progreso de algunos y pasar por alto la falta de progreso de los demás. Pero estoy seguro de que estando juntos, habrá más igualdad y justicia para todos. Y estoy aquí como tu amigo y aliado, incluso si eliges ser tu propio héroe.
Las veo a todas, a las mujeres de mi vida, a las mujeres del mundo, las estoy viendo cambiar el mundo para mejor
¡Sigan la lucha!
Con toda mi admiración y amor,
Miguel.