Mayo del 2017.

Si este domingo 2 de octubre los colombianos refrendan los acuerdos de paz firmados por el Gobierno y las FARC y si los planes trazados en la décima y última Conferencia Nacional Guerrillera se cumplen como está previsto, en mayo del 2017 nacería el partido político que surja del desarme de la guerrilla más antigua de América.

Sería en mayo porque para ese entonces ya habrá terminado el proceso de dejación de las armas, que según el acuerdo alcanzado en La Habana durará seis meses y será monitoreado y verificado por una misión política de la ONU, y porque es el más especial de todos los meses del año para las FARC, dado que su fundación ocurrió en mayo de 1964.

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01:01 - Fuente: CNN

“Hemos decidido surtir todos los requisitos necesarios para el tránsito de nuestra estructura militar a un nuevo partido político”, declaró hace unos días Luciano Marín Arango, más conocido como ‘Iván Márquez’, jefe negociador de las FARC durante el proceso de paz que se llevó a cabo en Cuba durante los últimos cuatro años.

Lo hizo en medio de la Conferencia en la que 200 delegados de los casi 80 frentes de esa guerrilla aprobaron lo acordado, realizada entre el 17 y el 23 de septiembre pasados en los llanos del Yarí, una zona históricamente ocupada por las FARC en el oriente colombiano.

“Tenemos la mirada puesta hacia el futuro sobre cómo vamos a incursionar en la política. Apenas hemos dado los primeros trazados de algo que se va a configurar. Todavía no están plasmados en el lienzo la visión, la concepción del nuevo proyecto político”, agregó el líder guerrillero.

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Sin saber qué nombre llevará —decisión que todavía no ha sido tomada, aunque Márquez ya reveló que han recibido “propuestas con nombres muy atractivos porque cuando los guerrilleros opinan lo hacen con el corazón”—, en el país ya muchos especulan sobre el rumbo que seguiría ese partido, los alcances que tendría, al menos a corto plazo, y cuáles serían sus estrategias políticas y electorales.

Para Ariel Ávila, politólogo, profesor y subdirector de la Fundación Paz y Reconciliación, “el partido que surja llegará para remover con fuerza a la izquierda en Colombia, que es un mundo político pequeño”.

Y, dado que tendrán que competir en el 2018, “lo más probable es que lo hagan en una gran alianza, una especie de frente amplio”, para tratar de alcanzar el mínimo de 5 curules que el acuerdo les garantiza durante dos periodos electorales (los de 2018 y 2022), tanto en el Senado como en la Cámara de Representantes.

“La cuestión de fondo es con quién harán esas alianzas, quién se atreve a jugar con ellos la primera vez, porque es claro que arrastran un estigma muy fuerte”, le explicó Ávila a CNN. Un estigma que se explica por el repudio de la mayoría de los colombianos a los métodos violentos que utilizaron durante décadas. Ávila cree, sin embargo, que esa carga negativa se evaporará rápidamente.

El antropólogo y politólogo Francisco Gutiérrez Sanín, una de las personas que más ha estudiado el conflicto armado y los partidos políticos en Colombia, concuerda en que habrá remezón pero se lo imagina de una mayor magnitud y no sólo moviendo las fichas de la izquierda. “Será en todo el tablero político nacional”, dice.

“Más que tendencias, que todavía no se disciernen, se puede hablar de las opciones que tienen. El partido que surja del desarme de las FARC tendrá una oportunidad enorme de hacer política pero también se enfrenta a una gran encrucijada”, afirmó Gutiérrez en entrevista con CNN.

Discurso conciliador

El camino, entonces, se bifurcaría en dos sentidos: uno más radical, cuya guía sería el modelo chavista, y uno más moderado y civilista. Como ejemplo de este último y guardando las proporciones por las especificidades de cada caso, Gutiérrez cita a los partidos que surgieron tras la desaparición de las guerrillas en El Salvador (Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional) y Uruguay (Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros).

El analista cree que tomarán esta ruta pues aunque “su relación con la Venezuela bolivariana no es ningún misterio” y la doctrina que alimenta al chavismo “hace parte de su matriz ideológica”, el nuevo partido entrará a hacer política “en una situación muy delicada por el fardo de deudas que tienen con la sociedad colombiana”.

En la charla que sostuvo con CNN, el politólogo explicó que el partido que nazca “seguirá una agenda casi trazada ya por los acuerdos de paz y mantendrá reivindicaciones sociales muy fuertes, que en todo caso están en su resorte, pero sin cuestionar el sistema democrático y sin proponer, por ejemplo, una perpetuación en el poder al estilo bolivariano en Venezuela u ‘orteguista’ (por el presidente Daniel Ortega) en Nicaragua”. Según él, aunque todavía es muy difícil leer cuál será su discurso, “el modelo chavista está muy desprestigiado en Colombia y por eso seguramente será más de apertura y diálogo”.

En ese sentido, Gutiérrez ve como líderes naturales a ‘Pastor Alape’, ‘Pablo Catatumbo’ y ‘Mauricio Jaramillo’ —también conocido con el alias de ‘El Médico’—, guerrilleros dados a “dialogar en ambientes más serenos” y quienes jugaron un papel clave en las negociaciones de paz de La Habana.

Para Ávila, en su estrategia política el nuevo partido también tendrá una moderación del discurso pero “sobre todo en las ciudades, que es donde saben que más lo necesitan”. Basta recordar, afirma, el discurso que Rodrigo Londoño (‘Timochenko’) dio en Cartagena este 26 de septiembre, cuando los acuerdos fueron firmados por él como comandante de la guerrilla y por el presidente Juan Manuel Santos, en un emotivo acto simbólico al que asistieron el Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, 15 jefes de Estado y 27 cancilleres, entre otras personalidades mundiales.

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“Hay una familia comunista, un Partido Comunista, una Marcha Patriótica (movimiento que nació en el 2012), que configuran una especie de nube política con la que ellos pueden jugar y que tal vez serán los primeros en convocar para promover distintos acuerdos”, afirma Gutiérrez. Aunque la cosa no es tan sencilla como parece. Las fracturas en la izquierda colombiana son evidentes y en medio de esa división hay grupos con posiciones “muy frías frente a las FARC”, dice.

Por ejemplo, en el Polo Democrático Alternativo, el principal partido de izquierda en Colombia, hay una corriente liderada por el Movimiento Obrero Independiente y Revolucionario (MOIR) que también sufrió violencia por parte de esa guerrilla. “Para la izquierda colombiana las FARC pueden ser un interlocutor pero también un competidor. Estoy seguro de que en este momento hay debates muy duros al interior del Polo por ese tema. La relación de las FARC con el Polo no es cómoda, aunque tengan puntos de convergencia”, explica Gutiérrez.

Para Carlos Lozano Guillén, actual vocero de Marcha Patriótica que también militó en el Partido Comunista Colombiano y es sobreviviente del exterminio de la Unión Patriótica (que nació del anterior intento de las FARC por participar en la política de manera legal), el nuevo partido “se orientará seguramente hacia un gran movimiento de convergencia política y social en el que más vale que no se excluya a nadie”.

Lozano, quien estaba invitado a la X Conferencia Nacional Guerrillera pero no pudo asistir por problemas de salud, le dijo a CNN que cree que las FARC son conscientes de la necesidad de que la izquierda “doble ya esa página antipática de la historia y deje de insistir en la exclusión, o de lo contrario perderemos una oportunidad única que se le abre a la izquierda hoy, gracias a que los acuerdos de La Habana le darán un nuevo aire al  estrecho panorama del bipartidismo tradicional” colombiano.

En ese sentido, Ávila opina que como los acuerdos “prevén una apertura democrática muy grande, una reforma electoral y más mecanismos de participación, en ese contexto podrían surgir varias organizaciones sociales, movimientos de jóvenes y de indignados, tipo Podemos en España” a los que el nuevo partido pueda hacerles un guiño.

Según lo que se pactó en Cuba, “finalizado el proceso de dejación de las armas, los plenipotenciarios de las FARC en la Mesa de Conversaciones manifestarán y registrarán formalmente ante el Consejo Nacional Electoral la decisión de su transformación en partido o movimiento político, el acta de constitución, sus estatutos, el código de ética, la plataforma ideológica y la designación de sus directivos”.

El acuerdo, que en total tiene 297 páginas, también asegura que “el partido o movimiento político así reconocido deberá cumplir los requisitos de conservación de la personería jurídica y estará sujeto a las causales de pérdida de la misma previstas para los demás partidos y movimientos políticos de conformidad con la Constitución y la ley, salvo la acreditación de un determinado número de afiliados, la presentación a certámenes electorales y la obtención de un umbral de votación, durante el tiempo comprendido entre la fecha del registro y el 19 de julio de 2026”.

A esa excepción se suma que, como una medida para facilitar el tránsito de esa guerrilla a la actividad política legal, el partido “recibirá anualmente, entre la fecha del registro y el 19 de julio de 2026, una suma equivalente al 10% anual de la apropiación presupuestal para el funcionamiento de los partidos y movimientos políticos”.

Además, se les asignará un 5% anual de ese mismo presupuesto para “contribuir al financiamiento de la difusión y divulgación de su plataforma ideológica y programática”, entre la misma fecha del registro y el 19 de julio de 2022. Aunque esas sumas, aclara el documento, “no afectarán el monto a distribuir por parte para los demás partidos y movimientos políticos con personería jurídica”.

Por otro lado, el futuro partido político tendrá derecho a designar tres voceros en cada una de las cámaras del Congreso (Senado y Cámara de Representantes), para que participen exclusivamente en los debates que giren en torno a los proyectos de reforma constitucional o legal, con voz pero sin voto.

Fuerza electoral

Los analistas coinciden en que el partido que nazca de estos acuerdos de paz no pisará fuerte en un principio, pero tiene todo para crecer y ocupar un lugar de importancia en el ajedrez de la política a mediano y largo plazo.

“Tendrá una relevancia política muy grande pero electoralmente no les irá muy bien en el 2018 sino probablemente a partir del 2022”, le dijo Gutiérrez a CNN. “Después de casi todos los procesos de paz esos grupos comienzan muy aislados pero luego se fortalecen”.

El mejor ejemplo es el del M-19, el partido que nació de la disolución de la guerrilla que llevaba el mismo nombre, en 1990. “Comenzó muy desprestigiado pero luego subió muchísimo y terminó siendo la segunda fuerza electoral en la Asamblea Nacional Constituyente del 91”, recuerda Ávila.

¿Qué hace que eso sea posible? Para Ávila se trata de “un cambio de chip en la gente, que supera el pasado y ya no discute el número de personas que murieron cuando la guerrilla existía sino que ahora piensa en la necesidad de resolver problemas relacionados con la salud, la educación, el desarrollo y el medio ambiente, entre otros”.

La firma Invamer Gallup, que ha medido la imagen favorable y desfavorable de las FARC en Colombia durante las últimas décadas, afirmó hace una semana que mientras en el primer mandato del presidente Santos esa guerrilla tenía entre un 3% y un 4% de favorabilidad, en su más reciente encuesta esta se había disparado al 11%.