(CNN) – En una escena que generaciones de colombianos jamás soñaron, el presidente Juan Manuel Santos y Rodrigo Londoño Echeverry, líder de las FARC, firmaron la semana pasada con bolígrafos hechos de balas recicladas el acuerdo para poner fin a una guerra de 52 años de historia.
Este domingo, los colombianos rechazaron en plebiscito ese pacto —que tardó cuatro años en negociarse— cuyo objetivo final era que los guerrilleros dejaran las armas y se reintegraran a la sociedad.
Si bien podría parecer que la aprobación iba a ser un hecho, la mitad de los colombianos expresaron sus dudas, especialmente quienes no han perdonado las muertes de unas 220.000 personas a lo largo de décadas de conflicto.
El No recibió 6.426.615 votos mientras que el Sí obtuvo 6.426.615 , escrutado el 99,69 % de las mesas de votación..
¿Perdón sin justicia?
Para Salud Hernández Mora, corresponsal del diario El Mundo que fue secuestrada el pasado mes de mayo por el segundo grupo guerrillero más grande del país, el ELN, el acuerdo no es justificable para los colombianos.
“No creo que sea justo en cualquier sentido que signifique justicia”, dijo.
“Las tragedias de la guerra, las lágrimas de las personas, las pérdidas que ha sufrido la gente y las familias”, dice ella sobre una guerra “estúpida” que ha “plantado mucha más tragedia que miseria”.
Los críticos sienten que el acuerdo no es lo suficientemente fuerte con las FARC y les preocupa que no puedan ser sentenciados a prisión por sus crímenes.
Aunque el proceso de paz gozaba de un abrumador apoyo internacional, el expresidente Álvaro Uribe Vélez lideró la campaña a favor del ‘No’ argumentando que el acuerdo ofrece impunidad a los guerrilleros de las FARC y acusó a su sucesor, Juan Manuel Santos, de ceder a las exigencias del grupo guerrillero.
“Hay víctimas y hay personas que quieren venganza y personas que no pueden perdonar los horribles crímenes de la guerra civil”, dijo Jennie K. Lincoln del Carter Center. “Esto es lo que el proceso de paz les pide a los colombianos: perdonar, no olvidar, pero perdonar y seguir adelante”.
“Ese es el elemento más difícil para la sociedad colombiana: cómo seguir adelante luego de 50 años de guerra civil, y un acuerdo de paz que no castigue a todos los responsables que a la gente les gustaría ver castigados”, agrega Lincoln.
Aunque hubiera ganado el sí en el plebiscito, la parte más difícil estaba por empezar pues los cientos de páginas que contienen la totalidad de los acuerdos fijaban una ventana de 180 días para implementar los acuerdos de La Habana.
Sin embargo, las dudas de los colombianos frente al proceso persistieron en puntos como la reintegración a la sociedad de los menores de edad en las filas de las FARC, el enjuiciamiento a los violadores de derechos humanos y las lucrativas ganancias que tiene el grupo por cuenta del narcotráfico. Sin embargo, la cuestión más polémica es sobre las FARC como futuro partido político.
Bajo el acuerdo, las FARC tendrían 10 sillas en el Congreso después de renunciar a sus armas, algo con lo que muchos colombianos no estaban de acuerdo.
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“Fue algo deshonesto con el país por parte del presidente entregarles curules a la guerrilla”, le dijo dijo a CNN en Español John Fernando Meneses, quien conduce un bicitaxi en el norte de Bogotá.
“El acuerdo dice que ya no va a haber más armas, entre comillas, pero existen otros grupos criminales. Ahora el ejército tiene que cuidar a los guerrilleros, el ejército que ha dado la vida por el Gobierno, que a cuántos soldados no mató la guerrilla y ahora tienen que cuidarlos, ¿qué ironía, no?”.
Pero otros sienten que es tiempo de paz, incluso el ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, cuyo propio padre fue asesinado por el ELN hace unos 20 años.
“Soy una víctima de este conflicto”, le dijo Cristo a CNN. “Si no perdonamos, si no le damos una oportunidad a la paz en Colombia, vamos a tener más víctimas, y más familias van a sufrir. Tenemos que parar esta guerra”.