Denver (CNN) – Como muchos padres en todo Estados Unidos, Jeanette Vizguerra les dio un beso a sus hijos de buenas noches este martes y los dejó durmiendo. No sabía con certeza si seguiría en casa cuando volvieran del colegio al otro día.
Vizguerra es una inmigrante indocumentada. Debía hacer su chequeo este miércoles con los agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE, por sus siglas en inglés). Ese tipo de comparencias son rutinarias, pero en este caso era diferente. La suspensión de su orden de deportación se venció la semana pasada. Lo que significa que probablemente habría agotado todas las vías para evitar que la separaran de sus hijos nacidos en Estados Unidos, de los cuales el más joven tiene sólo 6 años.
La detención y deportación que sufrió otra madre –Guadalupe García de Rayos en Arizona– la semana pasada tenía aterrorizados a los hijos de Vizguerra. Estaban ansiosos… y ella también.
“Mi intuición es que es un mal día”, le confesó esta madre a CNN la noche antes de su audiencia con las autoridades.
Todos vienen a buscar una mejor vida Estados Unidos
Vizguerra vive en Denver con su esposo y sus tres hijos menores: Luna de 12, Roberto de 10, y Zury de 6. Todos nacieron en Estados Unidos.
Su hija mayor, Tania, también vive en Denver y tiene sus propios hijos. Ella describió a Vizguerra como la “columna vertebral” de la familia.
Vizguerra llegó a Estados Unidos proveniente de México en 1997, junto a su esposo y a Tania que en ese momento tenía 6 años. La hija mayor aseguró que reside en Estados Unidos bajo la Acción Diferida por Llegadas de la Niñez, o DACA por sus siglas en inglés, que les permite trabajar y estudiar a las personas indocumentadas que llegaron a este país siendo niños.
Como miles de inmigrantes, la familia llegó a Estados Unidos buscando una mejor vida. El esposo de Vizguerra fue secuestrado tres veces en Ciudad de México cuando trabajaba como conductor de autobús.
Durante la primera década, Vizguerra y su familia vivieron las preocupaciones y paranoia usuales de muchos de los 11 millones de inmigrantes indocumentados que, según estimaciones de Estados Unidos, residen en el país. Sin embargo, ella y su esposo permanecieron fuera del radar trabajando en empleos extraños y evitando cualquier clase de problema.
Pero todo cambió en 2009.
“Estaba saliendo del trabajo, eran como las 10:20 de la noche y a una calle de mi trabajo vi estacionado un coche de patrulla de Policía”, recordó. “Tan pronto como manejé en esa dirección, la patrulla encendió sus luces y me persiguió, y no entendí por qué si no estaba acelerando la velocidad”.
Vizguerra fue acusada de no tener licencia ni seguro y de tener vencida la placa del vehículo. Sin embargo, esos cargos fueron desestimados, según lo muestran los registros del tribunal. También resultó inculpada en relación con lo que, según su abogado Hans Meyer, fue la postulación a un empleo en el que usó un número de seguridad social inventado mas no robado. Vizguerra se declaró culpable de “intento de posesión de un instrumento falsificado”. El robo de identidad y otros cargos similares fueron descartados, como lo exponen los registros.
Sin embargo, el caso puso a Vizguerra bajo la lupa de las autoridades de inmigración, indicó Meyer.
Vizguerra, que ha tenido empleos como ama de llaves y conserje, pasó los siguientes tres años y medio luchando y apelando varias órdenes que buscaban deportarla. Mientras presionaba en su propio caso, también asumió el liderazgo como activista por los derechos de los inmigrantes, dando la batalla por otras familias que tenían la esperanza de consolidar sus tenues raíces en Estados Unidos.
De regreso a México
En septiembre de 2012, Vizguerra estaba en medio de la apelación de una orden de “salida voluntaria”, que le permite a una persona indocumentada organizar su propia partida de Estados Unidos con un cierto margen de tiempo.
Después supo que su madre sufría una enfermedad terminal.
Vizguerra no la había visto durante 15 años, el mismo tiempo que llevaba fuera de México. Si quería estar al lado del lecho de su madre tendría que abandonar la apelación. Tampoco podría regresar a Estados Unidos en condición de legalidad.
Y decidió probarlo.
“Fue una decisión muy difícil”, explicó.
La madre de Vizguerra falleció cuando esta inmigrante iba en el vuelo a casa. Pronto, su angustia se agravó.
“Estuve allí (en México) durante siete meses y fue extremadamente difícil estar sin mis hijos”, relató. “Ellos tuvieron que quedarse aquí en Estados Unidos con su padre, y fue muy difícil para ellos, especialmente para el menor, Zury, que sólo tenía un año y un mes en ese momento”, añadió.
Una comunidad se moviliza
Vizguerra pasó buena parte de su tiempo en Ciudad de México intentando encontrar la manera de reunirse con su familia. Finalmente, le pagó a un contrabandista para que la cruzara ilegalmente por la frontera, pero fue sorprendida por la Patrulla Fronteriza cerca de Presidio, Texas.
Estuvo detenida por varias semanas. Ahí fue cuando la comunidad de inmigrantes de Colorado, por la que Vizguerra había trabajado tan duro, se movilizó para defenderla. Quienes la apoyaban estuvieron protestando fuera de las instalaciones donde estaba detenida en Texas. En Colorado, presionaron a los políticos. Al final lograron ponerle freno a su deportación.
Y el apoyo no ha vacilado.
Para su diligencia de chequeo en la mañana de este miércoles ante las autoridades del ICE en Denver, Vizguerra contaba con el respaldo de la Alianza Nacional de Trabajadores Domésticos, de miembros de la Primera Iglesia Unitaria en Denver y del representante demócrata Jared Polis, quien el pasado 30 de enero presentó un proyecto de ley en el Congreso pidiendo que a Vizguerra se le otorgara una visa de inmigración o se le concediera la oportunidad de solicitar la residencia permanente.
“El caso de Jeanette Vizguerra ilustra perfectamente el fracturado sistema de control de inmigración en este país”, le manifestó Polis al diario The Colorado Independent. “Un sinnúmero de historias como la de Jeanette van en contravía de nuestros valores como nación y son una de las muchas razones por las que debemos reformar nuestro sistema de inmigración ahora”.
Pero, aún así, Vizguerra está preocupada por lo que le ocurrió a García de Rayos, la mamá en Arizona.
Dos mujeres, situaciones similares
Garcia de Rayos and Vizguerra tienen mucho en común.
Las dos llegaron ilegalmente a Estados Unidos hace más de 20 años. Las dos se han presentado regularmente durante años a sus chequeos con el ICE. Y ambas estaban al tanto que podría afectarlas el poder extendido que le otorgó el presidente Donald Trump a los oficiales de inmigración con su decreto.
La orden presidencial establece categorías de inmigrantes indocumentados que deben ser priorizados para su deportación. Los expertos dicen que las definiciones incluyen virtualmente a todas las personas que residen en el país ilegalmente y que le entrega una amplia libertad a los oficiales de inmigración para decidir quién debe ser detenido y deportado.
“Me dio mucha rabia ver lo que le pasó a Guadalupe”, afirmó Vizguerra. “Ella se ha estado reportado para chequeos regulares con el ICE durante varios años y no ha tenido ningún problema”. Y añadió: “Creo que más que miedo, lo que me dejó fue preocupación, una preocupación por mis hijos”.
Todavía queda una opción
Sin embargo, y a diferencia de García, Vizguerra ha apelado en múltiples frentes para permanecer en el país. Incluyendo una visa U, que está “reservada para víctimas de ciertos crímenes que han sufrido abuso mental o físico y colaboran con las fuerzas de seguridad o los funcionarios del gobierno en la en la investigación o el enjuiciamiento de la actividad delictiva “, según consta en los Servicios de Inmigración y Ciudadanía de Estados Unidos.
Meyer, el abogado de Vizguerra, aseguró que su cliente debería calificar para este tipo de visa y explicó que ella incluyó testimonios de las fuerzas de seguridad como parte de su aplicación.
CNN no obtuvo detalles de la investigación criminal con la que Vizguerra dice que ha colaborado.
Meyer agregó que la visa U ayuda a los cuerpos policiales a combatir el crimen porque alienta a los inmigrantes indocumentados a dar un paso al frente y cooperar. “Se necesita valentía para tener una política que refleje la realidad matizada”, aseguró el abogado.
La noche anterior
En la noche de este martes, Vizguerra se reunió con su familia, amigos y otros partidarios en la Primera Iglesia Unitaria en Denver.
El pastor, Mike Morran, dijo que era “inmoral” e “inconcebible que ella todavía tuviera que vivir con miedo de ser arrancada lejos de sus hijos y de ser deportada a un país al que no ha ido en casi dos décadas”.
Vizguerra vacilaba entre la esperanza y la desesperación. A medida pasaban las horas, ella empezó a inquietarse. Ante la invitación de su pastor, Vizguerra optó por pasar la noche del martes en una habitación improvisada en la iglesia, junto a sus tres hijos menores acurrucados a su lado.
Ella, por su parte, deseó tener una vida “sin el miedo de ser detenida o deportada y sin el miedo de ser separada de mis hijos”.
El ICE publica su decreto
A la mañana siguiente, justo antes de las 11:30, hora del este, el abogado Meyer pasó cerca de 50 partidarios de Vizguerra que estaban reunidos afuera de la oficina de ICE en Centennial, Colorado. Se abrió camino hacia la puerta.
Vizguerra no estaba a su lado.
Funcionarios que estaban armados saludaron a Meyer en la puerta, contó el defensor. Le entregaron los documentos.
“Esta carta es en respuesta a su reciente correspondencia solicitando la suspensión de remoción de su cliente, Jeanette Vizguerra-Ramírez”, se leía en la carta. “Después de una revisión cuidadosa de la evidencia que usted sometió y del archivo de inmigración, su petición para suspender el retiro (deportación) se niega.”
La iglesia como un refugio
Vizguerra no fue a su revisión de chequeo porque Meyer sospechó que los agentes de la ICE la arrestarían.
Tan pronto como supo el destino de su solicitud, el teléfono sonó dentro de la Primera Iglesia Unitaria. Vizguerra y sus hijos acababan de terminar de ducharse y se preparaban para el día. Un amigo que había venido a la vigilia con la familia contestó la llamada.
Vizgarra se quebró.
Jeanette Vizguerra es consolada por su hija cuando se entera que su solicitud de suspensión a la deportación ha sido negada.
A través del teléfono de Meyer, Vizguerra se dirigió en español a la multitud que estaba afuera de la oficina del ICE. Aseguró que sentía que había tomado la decisión correcta.
Zury le pasó un pañuelo a su madre.
Meyer explicó que discutirá con Vizguerra los próximos pasos legales. También dijo que está optimista sobre que la solicitud de visa U será concedida. Aunque reconoció que en su opinión el ICE negó la suspensión de la orden de deportación porque “estamos viviendo en el gobierno de Trump”.
Por ahora, Vizguerra planea seguir buscando refugio en su iglesia
Ana Cabrera y Sara Weisfeldt en Denver contribuyeron a esta historia.