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El esmog cubre a Beijing en minutos
00:48 - Fuente: CNN

Beijing (CNN) – Ma Jun, tal vez el más reconocido ambientalista de China, cree que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, debe visitar el gigante asiático.

Trump ha prometido reducir las regulaciones energéticas y eliminar el Plan de Acción sobre el Clima y ha dicho es el cambio climático es una farsa.

La Casa Blanca también removió las menciones al cambio climático de su página web y emitió un decreto mordaza para las agencias federales.

Este viernes, el Senado de Estados Unidos confirmó a Scott Pruitt como director de la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés). Los republicanos aseguran que Pruitt, durante mucho tiempo crítico de la EPA, presidirá una reforma largamente necesitada en esa agencia. Los demócratas y los activistas ambientalistas no pudieron bloquear la confirmación en el cargo.

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Ma ha seguido el asunto muy de cerca. Cree que China podría darle algunas lecciones al nuevo presidente de Estados Unidos.

“Más personas en China piensan que deberíamos ser ricos antes de pensar en el medio ambiente. Pero ahora estamos sufriendo”, dice.

Tras décadas de crecimiento desenfrenado, el sufrimiento es inmenso.

Ma Jun, activista ambientalista, fotografiado en la periferia de Beijing, cerca de donde creció, el pasado 18 de enero.

Un día de cielo azul poco frecuente

Casi el 60% del agua subterránea de China está contaminada, más de 4.000 personas mueren cada año por el aire tóxico y solucionar el problema de la polución del suelo costaría más de 1 billón de dólares.

Acompañé a Ma en su camino a la periferia occidental de Beijing, en un raro día de cielo azul y limpio, en dirección a la cadena de montañas que rodean la capital china.

“Recuerdo cuando siempre era así”, dice Ma, quien creció aquí. “Veía esas montañas casi todos los días cuando era niño”.

Cuando llegué a vivir a China como corresponsal de CNN en Beijing, en el 2013, ni siquiera me di cuenta de que las montañas estaban ahí. Me tomó al menos una semana descubrirlas, luego de que un severo viento del norte aclaró el horizonte y reveló la cordillera escarpada.

Ma señala la empresa siderúrgica Shougang, hoy cerrada, con sus chimeneas blancas y rojas levantándose sobre el horizonte. Shougang fue una gran victoria para los ambientalistas chinos.

La compañía estatal quería expandir su producción a 10 millones de toneladas por año, explica Ma, pero la bruma agria que cubría la ciudad podía significar una gran vergüenza para los anfitriones de los Juegos Olímpicos de Beijing 2008.

Así que, a un altísimo costo, el gobierno decidió cerrarla.

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La contaminación es uno de los problemas más graves que enfrenta la capital china.

Cruzada por el medio ambiente

El trabajo de Ma como joven periodista, en la década de 1990, lo hizo tomar conciencia de la devastación que el crecimiento económico rampante estaba produciendo en el país.

Muy pronto, supo que la transparencia sería la acción clave. Dado que es poco probable que las cortes presionen por mayores regulaciones y por los poderosos intereses que están en juego, él se propuso dar a conocer los nombres de los contaminantes y avergonzarlos.

Pero durante años, el partido trató de suprimir la información sobre la contaminación y los funcionarios locales, que evaluaban la producción industrial, solían hostigar a los activistas ambientalistas y frenar las protestas.

Activistas como Wei Dongying, a quien conocí en el 2013, eran prácticamente hostigados de manera constante por hablar de la contaminación.

Para estar seguros, los activistas ambientalistas todavía enfrentan la furia del Partido Comunista.

Pero era muy difícil ignorar la chocante contaminación que envuelve al noreste de China. Después de todo, los líderes chinos -cuando están afuera- respiran el mismo aire.

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La planta de la compañía siderúrgica Shougang, en las afueras de Beijing, fue cerrada poco antes de los Juegos Olímpicos del 2008 para evitar una fea capa de bruma sobre la ciudad por los días en que la ciudad sería el centro de atención de todo el mundo.

Aclarando el panorama

Mientras estuve asignado en China, se hizo evidente un cambio notable.

Los medios estatales y los ciudadanos chinos en las redes sociales, ambos fuertemente controlados por el Estado, han tenido mayor espacio para hablar de los contaminantes.

Y Ma y su Instituto para Asuntos Públicos y Ambientales, una organización sin ánimo de lucro, ya están preparados para sacarle provecho a eso.

Durante 10 años, han desarrollado una aplicación con un ‘Mapa azul’ para los ciudadanos chinos.

Ma toma su teléfono celular y arrastra su dedo por los grandes contaminantes. Sobre un mapa de China pusieron números en rojo: fábricas de acero, centrales eléctricas y enormes empresas industriales del Estado.

En el 2014, las agencias del gobierno acordaron proveer información en tiempo real de las emisiones y la contaminación de miles de fábricas en toda China. La aplicación permitió al público ver -y también reportar- quiénes eran los peores contaminantes.

“Solamente el año pasado tuvimos un registro de 70.000 violaciones”, dice. “Es un progreso histórico. Hace 10 años, cuando comenzamos, sabíamos que debíamos buscar la transparencia”.

El Mapa Azul, que ahora es una aplicación muy popular, ha sido descargada millones de veces y tiene decenas de miles de usuarios activos, que usan fotos geolocalizadas para dar pruebas de los supuestos contaminantes.

Ma Jun usa su celular para subir fotos de una planta de acero abandonada a su aplicación anticontaminación, que ha sido descargada millones de veces y tiene decenas de miles de usuarios activos.

Es como un muro de la vergüenza virtual, con la información enviada directamente a los supervisores del tema.

“Esto demuestra alguna voluntad política real por parte del gobierno en la lucha contra la contaminación, porque saben que si divulgan información al público, pueden también empoderar a ese público”, explica Ma.

La información es solo una de las formas en que el gobierno está empezando a actuar.

Liquidar el cambio climático

Mientras el presidente Trump ha prometido implementar una política de “Estados Unidos primero” enfocada en las reservas sin explotar de esquisto, petróleo y gas natural y en un “carbón limpio”, China está presionando de manera agresiva por las energías limpias.

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Hace poco, China anunció una inversión de 360.000 millones de dólares en energías limpias de aquí al 2020. La Administración Nacional de Energía dice que creará trabajos y reducirá las emisiones de gases de efecto invernadero.

Los ejecutivos de las energías limpias aquí en China están esperanzados por la llegada al poder de Trump.

“Es una oportunidad”, dice Cao Zhigang, de Xinjiang Goldwind, una de las empresas de turbinas eólicas más grandes de China. Según él, las energías limpias no solo son una buena política, también son un buen negocio.

Cao calcula que durante los próximos cinco años el costo de la energía eólica se reducirá lo suficiente como para hacerla competitiva en términos de costos frente a los combustibles fósiles.

China sobrepasó largamente a Estados Unidos en incrementar su capacidad de producir energía eólica, y busca alcanzar los 200 GW para el 2020, aunque enfrenta algunas críticas sobre si no es demasiado para tan poco tiempo.

Pero en la provincia de Hebei, donde el carbón ha alimentado el corazón del norte, las turbinas de viento se alzan sobre los campos de ciruelas y muestran de qué depende el futuro del gigante asiático.

China sobrepasó hace tiempo a Estados Unidos en incrementar su capacidad de producir energía eólica.

Tomando el liderazgo

Como el mayor contaminante del mundo, China juega un papel único en reducir las temperaturas que van en aumento. Y también se puede ver forzado a tomar el liderazgo en combatir el cambio climático.

En septiembre, Estados Unidos y China se comprometieron con el Acuerdo de París por el Clima. Durante el gobierno de Barack Obama, el cambio climático fue una de las pocas áreas en las que ambos países hicieron progresos reales, en una relación cada vez más tensa en otros temas.

La mayoría de los analistas creen que Trump les dará la espalda a por lo menos algunos de esos compromisos.

Uno de los negociadores sobre cambio climático más importantes de China me dijo que involuntariamente eso podría llevar a China mucho más lejos en una posición de liderazgo sobre el tema.

“La transición en Estados Unidos trae malas noticias para los esfuerzos para combatir el cambio climático y puede traer un impacto negativo”, dice Chai Qimin.

Un activista ambientalista chino protesta sobre un carro, el 28 de julio del 2012.

Pero Ma, que ha asumido como la misión de su vida trabajar por limpiar el desastre ambiental de China, no ha perdido la ironía.

“Ha llegado el momento para todos nosotros de ser los guardianes de la madre Tierra, no es el momento de desfallecer en la protección del medio ambiente”, dice.

Yuli Yang, de CNN, contribuyó con este informe.