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¿Debió Trump consultar al Congreso antes de atacar Siria?
02:35 - Fuente: CNN

(CNN) – Dependiendo del programa de entrevistas que los estadounidenses hayan visto el domingo, vieron dos posturas muy diferentes de cuáles serán los próximos pasos del gobierno de Trump en Siria.

Quien haya visto a la embajadora ante la ONU Nikki Haley en CNN, le dijo a Jake Tapper que “el cambio de régimen es algo que creemos que va a suceder porque todas las partes van a ver que (el presidente sirio Bashar al) Assad no es el líder que tiene que estar en el cargo en Siria”.

En cambio, quien haya visto al secretario de Estado Rex Tillerson en CBS, escuchó algo muy diferente. Cuando John Dickerson le preguntó si la salida de Assad era una prioridad para Estados Unidos, Tillerson dijo: “Nuestra prioridad en Siria, John, realmente no ha cambiado. Creo que el presidente ha sido bastante claro. Ante todo, debemos derrotar a ISIS”.

¿Cómo? Haley parecía estar claramente anunciando que el cambio de régimen era una prioridad en Siria. Tillerson señaló que no lo era y que nada había cambiado en términos de la política y las prioridades de Estados Unidos en Siria.

¿Por qué la confusión? Mi conjetura es que no es confusión en absoluto. Son dos facciones dentro del ala de política exterior de la Casa Blanca de Trump que tratan de convencer al presidente sobre la conveniencia de sus posiciones sobre Siria a través de canales públicos.

Mientras el secretario Tillerson dice una cos sobre la Siria, la embajadora ante la ONU dice otra.

A primera vista puede parecer extraño. ¿No sería mejor que este tipo de debates fueran expuestos en privado para mostrar un frente unido al mundo político y al pueblo estadounidense una vez que se llegue a una decisión?

En una Casa Blanca tradicional con un presidente que juega bajo las reglas políticas, seguro. Pero esto no es una Casa Blanca tradicional. Y Trump ama romper las reglas mucho más de lo que le gusta adherirse a ellas.

Lo que aprendimos en la campaña es que los asesores de Trump —la asesora Kellyanne Conway era los maestra— aparecerían a propósito en televisión si querían asegurarse de que Trump recibiera un mensaje en particular. Sabían —y saben— cuánta televisión por cable mira el mandatario y rápidamente comprendieron que la mejor manera de llegar a él a menudo era acudir a la televisión.

Este pasaje del excelente perfil de Conway de la revista New Yorker es revelador en lo que respecta a la importancia que Trump le da a la televisión:

“Ella dijo que ella estaba tratando de pasar más tiempo en la gestión de la campaña, pero para Trump una medida de su éxito fue su presencia en la televisión. “He cortado mi tiempo de televisión a la mitad”, me dijo. “Y él dijo, como, ‘No te vi en la televisión en la última hora. ¿Dónde estás?’ Y yo digo, como, ‘Sr. Trump, la gestión de la campaña significa hablar con los directores de los estados y la casa de correo y la Convención Nacional Republicana’”.

Trump mismo ha reconocido la cantidad de información que obtiene viendo la televisión. Al preguntársele a quién consultó sobre asuntos militares durante la campaña, Trump le dijo esto a Chuck Todd de NBC: “Bueno, yo veo los programas. Quiero decir, realmente veo mucho, sabes, cuando ves tu show, y todos los otros programas, y usted tiene los generales (al aire), y usted tiene cierta gente”.

El simple hecho es que Trump no tiene una opinión de larga data sobre lo que debemos hacer en Siria. Eso está demostrado por el hecho de que durante mucho tiempo insistió en que Estados Unidos necesitaba mantenerse fuera de Siria, pero luego cambió completamente de rumbo tras un ataque químico contra civiles en la parte noroccidental del país la semana pasada.

Trump promocionó ese cambio como un signo de su “flexibilidad”, su disposición a dejar que los acontecimientos y los puntos de vista de otras personas cambien los suyos. Esa es una invitación abierta a sus asesores a tratar de dar forma a lo que viene en Siria porque no está del todo claro que Trump favorezca una visión sobre otra.

Su hábito es dejar que sus asesores lo divulguen en público —como si fuera una escena de la sala de juntas de “The Apprentice”— y luego entrar en el último minuto y tomar la decisión. Así es como piensa que se toman las mejores decisiones.

Me parece que eso es lo que Haley y Tillerson están haciendo en este momento, esparciendo sus puntos de vista divergentes a la vista del presidente con la esperanza de convencerlo de la legitimidad de su argumento.
Extraño en cualquier otra administración. ¿En esta? Un procedimiento operativo estándar.