Tras las grandes tragedias naturales, como el terremoto de 7,8 grados que sacudió la costa ecuatoriana el 16 de abril del 2016, hay otras víctimas cuyo dolor y sufrimiento a veces pasa desapercibido o es ignorado por completo, y esos son los animales. Perros y gatos, en su mayoría, pierden su mundo: mueren sus dueños, quedan sin cuidado, y aquellos lugares tan familiares y necesarios para su orientación ya no existen, fueron borrados por la fuerza de la naturaleza.

ESPECIAL: Ecuador, un año después del terremoto

La colombiana Holly Villarreal, de 27 años, y su grupo de colaboradores, constituidos en la Fundación Colonia Holly (con sede en Cali, suroccidente de Colombia), estuvieron dos meses en la zona del desastre para intentar rescatar a la mayor cantidad de mascotas posible. También han llevado sus denodados esfuerzos a lugares como Mocoa, donde de igual forma las desbordadas fuerzas naturales, ayudadas por la mano del hombre, se dejaron ver de una forma dramática.

Centro veterinario improvisado de Colonia Holly, en Canoa (Manabí).

“Lo que nos movió a ir allá es el amor por los animales, la labor que hacemos desde hace años, y porque las ayudas que estaban llegando a Ecuador eran humanitarias, mas no se estaba ayudando todavía a los animales, que eran unos de los que podría decirse que eran los más damnificados”, le dijo Holly Villarreal a CNN En Español.

Pero no fue sólo una estadía momentánea, pasajera, la que tuvo Holly por Ecuador. “Me fui a las dos semanas y permanecí aproximadamente dos meses. Alcanzamos a socorrer a yo diría unos cien animales”, añadió Villarreal.

Colonia Holly escogió como base de sus operaciones el poblado costero de Canoa, que también resultó muy destruido por el movimiento telúrico. “Otros voluntarios que se fueron también desde Colombia estuvieron cubriendo la parte de Pedernales (norte de la provincia de Manabí), y en Bahía de Caráquez (centro occidente de la provincia)”, aseguró.

Según Villarreal, la mayoría de los animales que rescataron eran perros que presentaban fracturas, heridas por todas partes del cuerpo. En buena parte eran salvados de las calles, pero en otras eran rescatados directamente de los escombros, en peligrosas maniobras.

Una de las metas de Colonia Holly en esta iniciativa en Ecuador era reunir a las mascotas con sus dueños sobrevivientes. Se dio en algunas ocasiones, pero en otras no.

“Llegaron algunas personas al albergue improvisado en Canoa, buscando a sus animales, pero hubo otros que desafortunadamente no tuvieron la misma suerte y no llegaron nunca sus dueños”, aseveró Villarreal.

A aquellos que no tuvieron la suerte de volver a ver a su dueño se los puso en adopción, otros fueron llevados por fundaciones y unos muy pocos (25 gatos y perros) fueron trasladados a la sede de Colonia Holly, en Cali, y luego dados en adopción tanto en esta ciudad como en Medellín (noroccidente de Colombia) y Pasto (sur). “Todos están muy bien en sus nuevos hogares”, afirmó Villarreal.

El equipo de Colonia Holly coordina esfuerzos con las autoridades en Mocoa.

‘Malas Pulgas’: un animal especial

“Fue un perrito que se sacó de una casa destruida. Sus dueños se fueron y lo abandonaron completamente con dos fracturas en sus paticas. Se pudo rescatar, sacar de la zona. Se le llevó al centro improvisado de veterinaria. El animalito era demasiado agradecido, tuve una conexión muy especial con él y era la única persona a la que dejaba acercar. Lo bauticé ‘Malas Pulgas’. Gracias a Dios y a una fundación de allá de Ecuador se le pudo operar, esterilizar y posteriormente dar en adopción en Canoa”, es el testimonio de Holly Villarreal sobre uno de tantos casos en el que quienes reciben ayuda, la retribuyen luego con amor.

Misma misión, pero en Mocoa

El equipo de Colonia Holly se trasladó hacia Mocoa, capital del departamento de Putumayo (sur de Colombia), azotada el pasado sábado 1 de abril por una avalancha de lodo que sepultó 17 de sus barrios y mató, según el último balance de las autoridades, a 314 personas. El drama de esa ciudad de 43.700 habitantes es también sentido por los animales que, como en Ecuador, quedan la mayoría a su suerte.

“En este momento tenemos aquí en Mocoa unos sesenta animales. En cada búsqueda se traen de cinco a diez animalitos entre gatos, perros. Ayer (martes 11 de abril) trajimos un pollo y una gallina. Se trató de sacar un marrano, pero fue un poco difícil porque el acceso a esas zonas está bastante complicado. Todavía siguen pequeñas avalanchas, entonces el personal ha quedado en parte atrapado en ciertas partes. Está siendo complicado en este momento el sacar animales, pero se está haciendo lo que más se puede”, dice Holly Villarreal.