“Metamorphosis”, un modelo de cometa, fue instalado en Brooklyn en 2014 para celebrar la misión de la sonda de investigación Rosetta para aterrizar en un cometa.

(CNN) – El Laboratorio de Propulsión a Reacción (JPL, por sus siglas en inglés), un conjunto de edificios de concreto con estilo de los años 70 que queda en medio de las Montañas San Gabriel en Pasadena, ha dado a luz a algunos de los logros más asombrosos de la humanidad.

Por poner algunos ejemplos: la primera misión de Estados Unidos a la Luna, el Mars Rover, los primeros satélites científicos en órbita. Durante décadas, los científicos del JPL han mirado hacia afuera, empujando los límites del conocimiento humano más allá de nuestro planeta.

Es un trabajo asombrosamente inspirador y creativo. Pero los científicos del espacio pasan en realidad sus días concentrados en números, datos y detalles.

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23:27 - Fuente: CNN

Por eso en el JPL, hay un equipo de cultivadores de maravillas que se mantiene en guardia contra lo mundano. Dentro del campus, el grupo se compone de artistas y diseñadores escondidos entre los astrofísicos del laboratorio, ingenieros aeroespaciales y geólogos. Se llaman así mismos El Estudio.

El Estudio funciona como una agencia creativa interna. Sus clientes son científicos, misiones y departamentos de JPL que se acercan al equipo con sus necesidades creativas.

Hasta ahora El Estudio ha creado un cometa de escala humana en Brooklyn y una instalación interactiva que simula explorar la superficie de Júpiter. El equipo les ha ayudado a los científicos a visualizar innumerables misiones y proyectos, desde el aterrizaje de una nave espacial en un cometa hasta el diseño de un robot de respuesta a desastres.

Dentro de El Estudio

“Metamorphosis”, un modelo de cometa, fue instalado en Brooklyn en 2014 para celebrar la misión de la sonda espacial Rosetta para aterrizar en un cometa.

El Estudio empezó con Dan Goods. Cuando se graduó del ArtCenter College of Design en Pasadena, Goods sabía que quería aplicar sus habilidades en diseño a la ciencia. Envió su curriculum a diferentes laboratorios de investigación en la zona, pero nadie sabía qué hacer con él.

Finalmente, Anthony Freeman, quien dirigía la sección de Arquitectura de Misión y Sistemas del JPL, le dijo: “Realmente no entiendo qué es lo que haces, pero te daré seis meses”. Y eso fue hace casi 15 años.

Uno de los primeros proyectos de Goods fue una pared muy iluminada que revela planetas y otras formas cuando se proyectan sombras. La instalación fue diseñada para capturar el desafío –y la recompensa– de buscar nuevos planetas.

Después del éxito que tuvieron sus primeros proyectos, Goods pudo contratar a su “alma gemela creativa” David Delgado, un compañero de estudio en el ArtCenter. Entonces, hace siete años, trajo a la diseñadora de productos Jessie Kawata. Fue cuando El Estudio del JPL nació.

El estudio actual desde donde trabaja el equipo es un modesto remolque gris. Pero una vez se abre la puerta es obvio que estás en un lugar donde ocurren cosas extraordinarias. Carteles, pizarras, fotografías y bocetos cubren las paredes. Las mesas están llenas de viejos cristales científicos, un grumoso modelo negro de algunas rocas espaciales, una copia de “El Atlas de la NASA del Sistema Solar” y varias otras curiosidades.

Además de Goods, Delgado y Kawata, el grupo ahora incluye al diseñador Lois Kim, al artista Joby Harris, antiguo miembro del brazo investigación y desarrollo de Disney –Walt Disney Imagineering– y la ilustradora Liz B. De La Torre, también del mundo del entretenimiento.

De La Torre y Kim pasan gran parte de su tiempo desarrollando guiones gráficos para los libros de propuesta de las misiones, cuyo objetivo es proporcionar ayudas visuales a los planificadores de la misión. Pueden tener la longitud de una novela corta. De La Torre trabajó en el lanzamiento de Rosetta en 2004, la primera sonda en aterrizar en un cometa, usando la cinematografía de Hollywood y la técnica de pintura mate para visualizar la operación.

Mientras interrogaba a los científicos que la ayudaban a crear los elementos visuales, generó que ellos se preguntaran sobre la superficie del cometa: algo que no habían considerado en lo absoluto. ¿Habría géiseres o cuevas? ¿Cómo era la superficie? Sabían que era poroso, pero no como una esponja. Ellos la describieron más como “panqueques de cocina”, recuerda De La Torre.

Así que fui y literalmente hice panqueques y le tomé fotos a la textura”, relata. “Y terminó siendo de hecho bastante acertado cuando (la sonda) aterrizó”, añade.

El alcance de El Estudio se extiende mucho más allá del campus del JPL. Aunque su función principal es ayudar a las misiones que allí se generan, también existe para narrar las historias del laboratorio públicamente.

Esto sucede principalmente a través de instalaciones de inmersión. En 2014, Delgado y Goods colaboraron con Studio KCA, una firma de arquitectura y diseño de Nueva York, en “Metamorfosis”, el modelo de un cometa en Brooklyn –que incluye una cola realista de vapor de agua– para celebrar la década de la misión Rosetta.

La escultura de acero, de unos 2,7 metros de alto y 3,6 metros de largo, brilla para imitar la manera en que los cometas reales reflejan la luz del sol. Los chorros de vapor se combinan con el polvo para crear la cola del cometa.

En 2015, El Estudio trabajó con Studio KCA de nuevo para diseñar una “experiencia de sonido” llamada Orbit Pavilion (Pabellón de la Órbita), en la que los visitantes ingresan a un modelo gigante de una concha marina. En el interior, los datos de trayectoria de los satélites de la NASA se combinan con sonidos que atraviesan el interior de la concha produciendo un efecto similar al de tener jets volando por encima de la cabeza.

La idea de Orbit Pavilion se les ocurrió a Delgado y Goods en el Goldstone Deep Space Communications Complex de la NASA, un observatorio de California que se comunica con la nave espacial que orbita la Tierra y las que están en los confines de nuestro sistema solar.

“Tú entras (al complejo) y está esta cuestión de percepción, porque sabes que hay una cantidad enorme de flujo de datos que va y viene, pero es perfectamente tranquilo y no tienes idea de lo que está pasando”, explica Delgado. Esto llevó a la pareja creativa a pensar: “¿Y si pudieras escuchar el lugar donde están estas naves espaciales?”.

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Pero uno de los trabajos más impactantes del estudio es uno de los más pequeños: un agujero perforado dentro un grano de arena. Se supone que el grano representa la Vía Láctea, mientras que el agujero simboliza el área de la galaxia donde está nuestro planeta, y los planetas alrededor de otras estrellas.

Después de que Goods mostró el proyecto bajo un microscopio, recuerda que un astrofísico se acercó a echar un vistazo.

“Este hombre puede enfocar el telescopio espacial Hubble”, revela Goods. “Observó hacia abajo (a la arena), subió la mirada y me dijo a los ojos: ‘me acabas de recordar por qué trabajo aquí’”.

La posición del equipo de El Estudio es extraña. Muy pocas instituciones de investigación tienen un arte tan robusto y tal facilidad de diseño. Pero incluso en medio de la incertidumbre por los fondos gubernamentales para la investigación científica, el JPL sigue respaldando el papel esencial del grupo en el laboratorio.

“Reconocemos el valor de la comunicación, tanto externamente para contar la historia, como internamente para ayudar con las misiones”, manifiesta el subdirector del JPL, el teniente general Larry James.

“Creo que una de las cosas clave del JPL es que tenemos una historia increíble para comunicar. Cuando miras todas las misiones asombrosas –a Marte, a Saturno, a Júpiter, la primera nave espacial interestelar de la humanidad con Voyager– quieres comunicar eso muy bien. Tú quieres comunicarle esa exclusiva al público y (El Estudio) nos ayuda absolutamente a hacerlo”, continúa.

“JPL se trata precisamente de estar al borde de la posibilidad”, complementa Goods.

Y ahí es donde está El Estudio firmemente instalado: en la frontera de lo que se ha hecho y lo que nunca se ha imaginado… hasta que ellos lo imaginan primero.