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La extinción de las especies se acelera
02:08 - Fuente: CNN

(CNN) – Luego de que el último ejemplar de su especie muriera hace unos 12.000 años, un extraño animal que desconcertó a Charles Darwin finalmente fue añadido al árbol de la vida, según un nuevo estudio publicado en la revista científica Nature Communications.

El Macrauchenia patachonica vivió durante la última edad de hielo. Se parecía a un camello enorme sin joroba, con un cuello largo como el de una llama y un tronco corto por nariz.

El cuello largo facilitaba que el herbívoro alcanzara hojas de plantas y arbustos en lo que hoy es Sudamérica y en otros paisajes abiertos de la Patagonia.

“Era un cuadrúpedo bastante grande, probablemente no tan rápido”, explicó Ross MacPhee, coautor del estudio y curador del Museo de Historia Natural de Estados Unidos.

“Sin embargo, su característica más destacada era su nariz. No tenemos fósiles de tejidos blandos, así que no sabemos si la nariz se desarrolló en su tronco, como un elefante, o era más bien un apéndice carnoso, que se parece a la trompa de una danta. No se parecería mucho a nada de las criaturas vivas hoy en día”.

La apertura nasal está justo entre las cuencas de los ojos, y no por encima de los dientes.

Una reconstrucción artística del 'Macrauchenia patachonica', que se cree anduvo por lo que hoy es Sudamérica hace unos 12.000 años. Se parecía a un camello enorme sin joroba, tenía el cuello largo como el de una llama y un tronco corto por nariz.

Darwin, el legendario científico británico, encontró el primer fósil de esta criatura, así como de los otros animales extintos que cayeron bajo la categoría de “nativos ungulados de Sudamérica”, en 1834.

Los fósiles luego le fueron entregados a Richard Owen, un paleontólogo británico, para que los estudiara. Ni Owen ni Darwin pudieron aclarar la mezcla de características del Macrauchenia ni compararlas con una contraparte moderna o con otras estirpes de mamíferos. Pero tenían solo unos pocos huesos y vértebras para estudiar.

El grupo de los ungulados es en sí mismo enigmático para los investigadores, pues algunos de ellos se parecen a los elefantes, otros se parecen más a un murciélago y otros a un topo. Owen incluso usó un viejo nombre de la llama para presentar el género de los Macrauchenia.

“Lo que sabemos desde hace bastante tiempo es que hay un gran número de especies que están incluidas en este grupo y muchas de ellas son muy peculiares”, señaló Michi Hofreiter, autor principal del nuevo estudio y experto de la Universidad de Postdam, en Alemania. “Todos están ya extintos y ni siquiera sabemos si representan un grupo individual o pertenecen a diferentes grupos filogenéticos”.

Este nuevo trabajo, liderado por MacPhee y Hofreiter, se basó en la utilización de colágeno al extraer ADN mitocondrial de un fósil hallado en Sudamérica. Los investigadores usaron luego un nuevo enfoque para recuperar el genoma del Macrauchenia, incluso aunque no hubiera un análogo moderno.

Gracias a ello, se puede decir ahora que el Macrauchenia pertenece al grupo hermano de los perisodáctilos, en el que están los caballos, los rinocerontes y las dantas. Ambos grupos se escindieron hace unos 66 millones de años, cuando ocurrió una extinción masiva tras el choque de un asteroide con la Tierra.

“Ahora hemos encontrado un lugar en el árbol de la vida para este grupo, así que podemos explicar cómo evolucionaron las particularidades de estos animales”, indicó Hofreiter. El nuevo estudio “finalmente establece quién está estrechamente relacionado con quién”, agregó MacPhee. “Finalmente establece que su linaje ya se había alejado de los perisodáctilos modernos tan pronto como el cierre de la era de los dinosaurios”, añadió.

Luego, los investigadores quisieron resolver el misterio de lo que Darwin llamó “el animal más extraño jamás descubierto”: el Toxodon. Se cree que este animal gigante se parecía a un rinoceronte cubierto de pelo, con la cabeza de un hipopótamo.

Trataron de extraer ADN de muestras de fósiles de Toxodon para su estudio, pero no tuvieron éxito, como suele suceder con los fósiles hallados en climas cálidos, más que en climas fríos.

Sin embargo, resolver el misterio del Macrauchenia les dio esperanza.

También usarán esas técnicas para estudiar fósiles de antiguos osos perezosos, armadillos, osos hormigueros y sus parientes ya extintos, reveló MacPhee. El beneficio de las proteínas antiguas como el colágeno es que contienen información genética y se descomponen lentamente.

Sin tener que depender de tener información de parientes cercanos de las criaturas extintas que estén vivos, los investigadores pueden usar la última tecnología para seguir avanzando en estos hallazgos.

“Eventualmente, seremos capaces de recuperar genomas completos de muchos tipos de especies de fósiles”, afirma MacPhee. “Luego, podremos comenzar a comparar los genes de distintas especies y luego sacar conclusiones sobre sus diferencias funcionales en productos genéticos. Esto tendrá un profundo efecto en el estudio de la evolución, porque será completamente empírico, no inferencial”.

Llenar los huecos que estas extrañas criaturas dejaron detrás nuestro también responde preguntas básicas sobre la historia de nuestro planeta.

“La gran mayoría de todas las especies que han vivido en la Tierra están hoy extintas”, dice Hofreiter. “Así que si queremos entender la historia de la vida en la Tierra, necesitamos estudiar a las especies extintas”.