El hombre de la imagen perdió los papeles porque unas personas hablaban en español en un restaurante de Nueva York.

Nota del editor: Camilo Egaña es el conductor de Camilo. Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivas del autor.

(CNN Español) – Más de 570 millones de personas hablan español en el mundo, 5 millones más que hace un año. Al español solo le supera el mandarín. El Instituto Cervantes sostiene además que hoy habla español el 7,8 % de la población mundial, un porcentaje que permanecerá inalterado hasta al menos el año 2050. Y más de 20 millones lo estudian como lengua extranjera. Por eso, cuando suceden cosas como estas, uno no sabe si poner el grito en el cielo o pasar página ante la intolerancia y la soberbia de algunos.

17 de mayo de 2018: Aaron Schlossberg, un abogado de Nueva York, fue identificado como el hombre que, en un restaurante en Manhattan, exigió furiosamente a los empleados y clientes del lugar que hablaran en inglés porque “¡esto es Estados Unidos!”.

“Si tienen las agallas de venir aquí y vivir de mi dinero, yo pago por su bienestar”, se le oye gritar en el video, mientras afirma incorrectamente que los inmigrantes indocumentados tienen derecho a beneficios públicos federales. “Pago por su capacidad de estar aquí. Lo mínimo que pueden hacer… es hablar inglés”, agregó.

Una semana después, el hombre se disculpaba públicamente. Admitía que su comportamiento fue “inaceptable”.

Me gustaría creer que a esta altura del partido, el señor en cuestión haya comprendido que, en EE.UU., el español es el idioma más estudiado en todos los niveles de enseñanza; que, en la universidad, los alumnos matriculados en cursos de español superan al número total de inscritos en otras lenguas. Y que Estados Unidos no tiene un idioma oficial —precisamente— para evitar tales zarpazos y garantizar los principios de diversidad y libertad, el cemento y el ladrillo sobre los cuales se fundó el país a fines del siglo XVIII.

Me gustaría creer que alguien le haya hablado a ese abogado de Miguel de Cervantes y que incluso le haya dicho lo que Cervantes dejó escrito de los que como este señor se explayan a sus anchas: “Es tan ligera la lengua como el pensamiento, y si son malas las preñeces del pensamiento, las empeoran los partos de la lengua”. Nada, que la tía abuela Coloy tenía razón: a veces es mejor andar calladitos. Aunque hablando se entienda la gente.