Nota del editor: Camilo Egaña es el conductor de Camilo. Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivas del autor.
(CNN Español) – Segunda Guerra Mundial. En Werner, una ciudad minera de Alemania, un chico huérfano vive cautivado por una rudimentaria radio que encuentra en uno de sus paseos.
Y en París, cerca del Museo de Historia Natural, vive con su padre, María Laura una niña ciega. Son los personajes de la novela que me hubiera gustado escribir, si hubiese podido: La luz que no puedes ver, de Anthony Doerr, Premio Pulitzer de Ficción 2015.
Es un libro luminoso sobre el amor y la amistad y también sobre la radio. Un homenaje a lo que ha hecho la radio por las libertades en los tiempos más sombríos de la humanidad. Como la BBC de Londres o como Radio Europa Libre. Porque la radio cuando decide ser libre, no la para ni la interferencia más feroz.
Tenía cinco o seis años y yo era el niño de la antena. Al anochecer, la familia se sentaba alrededor de una radio de baquelita y mi misión era mover aquel hilito que era la antena, para sintonizar o silenciar, -si aparecía un vecino inoportuno-, Radio La voz de las Américas. Estaba prohibido escucharla, pero solo así la gente en Cuba se enteraba de lo que pasaba en el mundo; más allá de lo que a goteras contaba la prensa controladísima y opaca del gobierno.
Aquella radio era una ventana siempre abierta.
En 1944 en México, la escritora Elena Poniatowska sintonizaba cada noche la BBC de Londres con la ilusión de saber si su esposo, que estaba en el frente de batalla, seguía vivo. Y en La Habana de 1994 la gente hacia lo mismo con Radio Martí luego de que miles se lanzaran desesperados al mar en unas balsas raquíticas.
La guerra de Angola; la reclusión forzosa de los enfermos de sida en la isla; la caída del Muro de Berlín; el hundimiento del trasbordador 13 de marzo cerca de la bahía de La Habana; son algunos de los hechos que los cubanos de la isla conocieron sin la pátina que le imprimía la prensa oficialista, si es que se atrevía a tocar tales temas.
Radio Martí, la emisora financiada por EE.UU. para —según la Casa Blanca— promover la libertad y la democracia en Cuba, ha cumplido 32 años y estrena director, el periodista Tomas Regalado, exalcalde de la ciudad de Miami, que llegó a Estados Unidos a los 14 años.
¿Cuál es la utilidad práctica de una emisora como esa? ¿Cómo garantizar su credibilidad si el gobierno que representa es criticado por el manejo sesgado que hace de la realidad? ¿Cómo se retroalimenta una emisora como esa? ¿Bajo qué criterios se contrata a su personal? Son algunas de las preguntas cuyas respuestas hay que buscar hoy con más urgencia que nunca.