(CNN) – Le toma mucho tiempo a Park Hyun-suk, una viuda que perdió a su esposo por gwarosa, la palabra coreana por muerte por exceso de trabajo, encontrar una foto de ellos juntos.
“Pensé que nos tomamos algunas”, dice ella, buscando su teléfono, hablando consigo misma.
Cuando su hija trata de refrescar su memoria, Park finalmente encuentra una: de su esposo en su ropa de trabajo, un traje blanco de descontaminación y una cubierta para la cabeza.
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Chae Soo-hong trabajó en un proveedor de alimentos que se especializa en jangjorim, un popular platillo coreano de carne de res cocida en salsa de soja. Su principal deber era asegurarse de que la producción fuera estándar y puntual.
Durante la semana viajaba a las fábricas de la compañía y supervisaba la producción. Los sábados iba a la oficina principal. Incluso, ya en casa, su trabajo no estaba terminado: aunque no era su deber explícito, a menudo pasaba la tarde atendiendo llamadas de empleados de fábricas, en su mayoría trabajadores migrantes extranjeros que necesitaban ayuda para adaptarse a la vida en Corea del Sur.
Chae murió alrededor de las 7 p.m. de un sábado, en agosto de 2017. Por la mañana, mientras se preparaba para ir a la oficina, como todos los fines de semana, se había quejado de sentirse cansado, pero Park no pensó mucho en eso, siempre estaba cansado.
Los compañeros de trabajo de Chae lo encontraron en el piso de su oficina. Nunca se determinó una causa exacta de muerte.
Entre los países de la OCDE, los surcoreanos trabajan más horas por semana en promedio que todos los demás países, excepto uno, y casi el 50% más que la famosa Alemania industrial.
En julio, el gobierno redujo el máximo de horas de trabajo de un asombroso 68 por semana a 40, con 12 horas extra pagadas, en lo que el presidente Moon Jae-in dijo que sería una “oportunidad importante para alejarse de una sociedad de trabajo excesivo y avanzar hacia una sociedad de pasar tiempo con la familia”.
Luchando por una compensación
Desde que Chae murió en la oficina, Park asumió que su muerte se clasificaría como relacionada con el trabajo y estaría cubierta por la compensación de los trabajadores.
Pronto descubrió que esto sería mucho más complicado de lo que se pensaba. El Servicio de Compensación y Bienestar de los Trabajadores de Corea (COMWEL, por sus siglas en inglés), un organismo gubernamental, le exigió que demostrara inequívocamente que Chae murió en el trabajo.
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“Fue un desafío. (Generalmente) salía de su casa a las 7 a.m. y llegaba a la casa a las 10 p.m., pero no había un registro que muestre sus horas de trabajo”, dijo Park.
Park pudo demostrar que su esposo trabajó bien durante más de 180 horas en las semanas previas a su muerte, convirtiéndose en uno de los pocos casos que pudo lograr que COMWEL aprobara un caso de gwarosa.
Obsesión mortal
Una vez al mes desde la muerte de Chae, Park y una docena de personas se han reunido en un pequeño salón de clases a más de un kilómetro al sur del río Han, cerca de Noryangjin, junto al mercado de pescado más grande de Seúl. Los participantes no tienen mucho en común, excepto que han perdido a un miembro de la familia, generalmente un padre o esposo, por exceso de trabajo.
Kang Min-jung fundó el grupo después de que su tío, quien la había criado desde la infancia, murió en el trabajo.
“Cuando murió, me pregunté por qué. Por qué tenía que trabajar tanto. Decidí estudiar las muertes por exceso de trabajo en Japón”, dijo.
Japón ha estado estudiando el fenómeno desde la década de 1980, mientras intentaba enfrentarse con su propia cultura de trabajo fatal, y hoy es el único país que exige por ley que el gobierno estudie e intente remediar el problema.
De los 36 miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), los surcoreanos trabajaron más horas por semana en promedio que cualquier otro estado miembro, excepto México y Costa Rica, que actualmente está solicitando unirse al grupo.
Además de matar literalmente a los trabajadores, hay pocas señales de que estas largas horas se traduzcan en beneficios tangibles: los datos muestran que Corea del Sur se encuentra entre los terceros países menos productivos de la OCDE.
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Park Hyun-suk aún recibe el cheque de compensación de su esposo cada mes, una forma de apoyo bienvenida, pero también un doloroso recordatorio de su muerte. Dio la bienvenida a los cambios en curso, pero no puede dejar de preguntarse si las cosas hubieran cambiado antes para su familia.
“Estoy segura de que no solo soy yo, y que otras personas que tuvieron la misma experiencia están igualmente obsesionadas por la misma culpa”, dijo.
“Si tan solo hubiese identificado las señales. Si solo hubiera reaccionado con más sensibilidad, entonces nada de esto habría sucedido. Esa culpa siempre duele. Trato de seguir viviendo, pero ese sentimiento siempre está en el fondo de mi corazón”, finaliza.