Nota del editor: Camilo Egaña es el conductor de Camilo. Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivas del autor.
(CNN) – En cada plato está nuestro pasado y en cada cocina, por humilde que sea, la vida toda.
La gastronomía y la literatura siempre han ido de la mano. Desde el Quijote hasta el Satiricón, pasando por Moby Dick y Rayuela.
Alejandro Dumas escribió el Gran diccionario de la comida francesa. Y en El amor en los tiempos del cólera, Gabo celebra “las berenjenas al amor” como el mejor afrodisiaco posible e imposible.
Cómo encajar entonces que, como quien dice hasta antes de ayer, la cocina era el sitio de la mujer que apenas vivía para vivir la vida de los demás.
En el siglo XVII, la monja y poetisa mexicana sor Juana Inés de la Cruz se refugió en la cocina cuando los burócratas de la Iglesia le prohibieron hasta leer.
En el siglo XXI, la escritora y diputada mexicana Laura Esquivel halló la libertad creativa en la literatura y en la cocina, cuando se hartó de lo que hacía como guionista de cine y televisión.
Lo de Esquivel con su primera novela, Como agua para chocolate, fue llegar y besar el santo: más de siete millones de ejemplares vendidos, traducciones a más de 30 idiomas, obra de teatro y película que sigue siendo una de las más vistas en la historia del cine mexicano contemporáneo. Además, aquel libro fue incluida entre las cien mejores novelas en español del siglo XX por el periódico español El Mundo.
Laura Esquivel consiguió sobrevivir al relumbrón de la fama.
Veinte y siete años después, la historia seguía siendo tan suculenta que ha terminado convertida en una trilogía, El diario de Tita, publicado en 2016 y ahora, Mi negro pasado. Libros para reconciliarnos con lo bueno de la vida y encontrar o al menos buscar, el momento justo en que equivocamos el camino y todo se torció.
Laura Esquivel dice que todos deberíamos meternos en la política. Una mujer con una idea como esa, resulta sospechosa sobre todo para los políticos.
Dice que México es un país que se derrumba y que antes de poner el primer andamio, hay que enfrentar eso con una idea: “Tu dolor es mi dolor, si no alivio tu tristeza, no aliviaré la mía”. Una mujer sospechosa.