(CNN) – Apenas unas horas después de que Rachelle Sanders dio a luz a un bebé sano a través de una cesárea en un hospital en Paradise, California, tuvo que prepararse para una elección desgarradora.
En medio de la evacuación del incendio Camp, el 8 de noviembre, la colocaron en una silla de ruedas y la llevaron a un automóvil conducido por un empleado del hospital llamado David. Intentaron huir, pero las llamas estaban cerca. Su cesárea la dejó incapaz de correr o incluso de caminar si el incendio se apoderaba del automóvil.
Ella y David no se conocían, sí, pero aún así le hizo una petición dramática, en caso de que fueran atrapados por las llamas.
“Le dije que quería que tomara al bebé y huyera”, dijo Sanders.
Sanders, hablando este lunes a CNN desde Chico, dijo que nunca llegó a ese punto. Ella, David y el bebé Lincoln terminaron conduciendo 32 kilómetros a una zona segura en aproximadamente nueve horas en carretera.
“Pensé que no iba a lograrlo, no estaba seguro de que ninguno de nosotros lo lograra. Fue muy, muy aterrador”, dijo.
La historia de Sanders es solo uno de los muchos viajes angustiosos ocurridos en todo el condado de Butte, donde el incendio Camp envolvió rápidamente la ciudad de Paradise, dejando más de 77 muertos y cientos de personas desaparecidas. Adventist Health dijo que su hospital, Adventist Health Feather River, probablemente no volverá a funcionar por muchos meses.
Sanders dijo que el fuego y el viento creaban lo que parecía una “tormenta de fuego”, escuchó explosiones de tanques de propano y vio el camino lleno de fuego durante su evacuación.
Se vieron obligados a retroceder varias veces cuando el fuego cortó su ruta. Pasaron por su casa, o donde solía estar. Ahora, sólo había una chimenea. Sanders, su esposo y sus tres hijos quedaron sin hogar.
Debido a que recién había sido sometida a una cirugía, aún tenía líneas intravenosas. David, un miembro del personal del hospital sin antecedentes médicos, los colgó en el espejo retrovisor y pudieron gotear nuevamente.
Después de horas de cambios, estancamientos y oraciones, finalmente llegaron a otro hospital en una ciudad diferente. Sanders se enteró de que David y su esposa estaban a salvo, pero no supo más de su familia.
“Nunca he tenido un Día de Acción de Gracias en el que haya tenido tan poco y me haya sentido más agradecida y bendecida”, dijo.