Nota del editor: Don Lincoln es científico sénior en el Fermi National Accelerator Laboratory. Es el autor de “The Large Hadron Collider: The Extraordinary Story of Higgs Boson and Other Stuff That Will Blow Your Mind” y produce una serie de videos sobre educación científica. Síguelo en Facebook. Las opiniones expresadas en este comentario son suyas.
(CNN) – A las 3 p.m. ET de este lunes 26 de noviembre, un grupo de investigadores sudaron. La nave InSight de la NASA aterrizó en Marte.
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Tras seis meses de vuelo, el componente de aterrizaje de la sonda se separó de la etapa de crucero y se dirigió a la atmósfera. El componente de aterrizaje se parece a la cápsula de reingreso utilizada en en las décadas de 1960 y 1970 en las misiones Apolo a la Luna: de forma cónica, con un fondo liso y plano. Ese fondo es un escudo crucial ante el calor que está diseñado para proteger la sonda mientras cruza la delgada atmósfera marciana.
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El aterrizaje es una hazaña diabólicamente complicada. La cápsula de aterrizaje se abrió paso a través de la atmósfera. Voló a través del aire marciano a una velocidad inicial de 12.300 mph (19.800 kph), y e impactó la atmósfera a un ángulo preciso de 12 grados. Si lo habría hecho a menor profundidad, la sonda sería rebotada al espacio profundo. Si lo habría hecho de forma más inclinada, la sonda habría ardido en una muerte espectacular. La sonda tocó primero la atmósfera 6 minutos y 45 segundos antes de aterrizar. Durante esta fase, experimentó una aceleración equivalente a 12 veces la gravedad de la Tierra. Si la sonda fuera un humano de 68 kilos, durante el flamante descenso pesaría cerca de una tonelada.
Unos 3 minutos y medio después de que la sonda impactó la atmósfera, se abrió un paracaídas, haciendo aún más lenta la caída de la sonda. Quince segundos después, explosivos volaron el escudo térmico, dejando ver la verdadera sonda InSight oculta en el interior. Diez segundos después de que el escudo térmico se desprendiera, la sonda extendió sus patas, muy similar a como un avión extiende sus ruedas antes de aterrizar.
La sonda cayó durante otros dos minutos sujeta al paracaídas y protegida por su cubierta de forma cónica. Unos 45 segundos antes del aterrizaje de InSight, se soltó de la cubierta y cayó hacia la superficie. Tan pronto como dejó la cubierta, sus cohetes de aterrizaje se encendieron.
La sonda InSight real se parece un poco más al vehículo de alunizaje del Apolo, con tres patas para apoyarse y una parte superior en forma cuadrada. Los cohetes la hacen más lenta y detienen cualquier movimiento horizontal. Entonces, unos 15 segundos antes de aterrizar, la sonda InSight descendió a una velocidad de 8 pies por segundo (2,4 metros por segundo), antes de que, con éxito, aterrizó suavemente en la superficie marciana.
En total, la secuencia de aterrizaje duró unos siete minutos. Una señal de radio desde Marte a la Tierra toma actualmente unos ocho minutos y siete segundos en llegar. Así que el proceso de aterrizaje completo ocurrió antes de que nos enteráramos que fue exitoso. Se realiza de forma automática, enteramente por la propia sonda. Para los científicos y los ingenieros que diseñaron la InSight, estos eran “siete minutos de terror”.
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Y tienen razón al estar preocupados. Marte es una cementerio de sondas fallidas. Ha habido 44 intentos de aterrizar en Marte hechos por varias agencias espaciales. Dieciocho han sido exitosos. Veintitrés, no lo han logrado. Tres han alcanzado la órbita, pero fracasado en el aterrizaje.
Entonces, ¿qué es lo que InSight pretende lograr? Bueno, como es normal, mucho. Pero es diferente a la intrépida sonda Curiosity, que la NASA hizo aterrizar en 2012. InSight no se moverá alrededor. En cambio, se quedará quieta y nos contará sobre el interior de Marte.
Una cosa que sí hará es emitir ondas de radio que pueden ser monitoreadas en la Tierra. Al realizar cuidadosas mediciones de cómo cambia la frecuencia de las ondas de radio, seremos capaces de medir el grado en que Marte se tambalea a medida que gira. Eso nos dirá algo sobre el núcleo del planeta, específicamente su composición, además de información sobre el grado en el que se funde.
InSight también desplegará un sismómetro para medir los terremotos marcianos y los impactos de meteoritos en el planeta. La información recogida a partir de las ondas que detecte el sismómetro nos dirá más sobre el interior del planeta.
Lo tercero que hará InSight es perforar la superficie del planeta. Utilizando un taladro, la sonda perforará unos 5 metros en el planeta y, básicamente, medirá su temperatura.
Hay muchas razones por la que esto es interesante. Tomar la temperatura a esa profundidad permitirá a los científicos determinar cuánto calor se está fugando de Marte. De forma más amplia, esta medición permitirá un claro conocimiento de la temperatura del planeta más cerca de su núcleo.
La información nos dirá mucho de cómo está formado Marte, lo que, a su vez, se sumará a la información de cómo se desarrollan normalmente los planetas rocosos, incluida nuestra Tierra.
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Y si eres una persona más exploradora y no te interesa tanto la geología marciana, también nos dirá qué tan caliente es el planeta a profundidades modestas, lo que nos dirá si hay alguna posibilidad de que exista agua líquida en el planeta. Quizá obviamente, si la superficie marciana es lo suficientemente caliente, cualquier agua que se encuentre se hallará en forma líquida y no como hielo. Encontrar agua en forma líquida será el descubrimiento clave que hará de la exploración marciana algo relativamente fácil. Un potencial descubrimiento relativamente reciente de un lago marciano subterráneo era prometedor, pero los datos no eran concluyentes. Saber que el terreno es caliente será reconfortante para posibles futuros exploradores.
Explorar el sistema solar es el primer paso hacia la exploración de las estrellas. La sonda InSight nos dará – como su nombre lo indica – una idea sobre si esto es algo que la humanidad conseguirá en un futuro previsible.
Y tal vez la apuesta de Elon Musk de llegar a Marte se haga realidad.