Nota del editor: Roberto Izurieta. Roberto Izurieta es director de Proyectos Latinoamericanos en la Universidad George Washington. Ha trabajado en campañas políticas en varios países de América Latina y España y ha sido asesor de los presidentes Alejandro Toledo de Perú, Vicente Fox de México y Álvaro Colom de Guatemala. Izurieta es analista de temas políticos en CNN en Español.
(CNN Español) – Acabo de escuchar un programa de NPR, la radio pública de Estados Unidos, donde entrevistaban a líderes sindicales sobre el cierre del gobierno; hablaban de cómo estaban ayudando a los empleados estatales que están suspendidos en sus trabajos por el cierre del Gobierno para que puedan llenar sus formularios de seguridad social, seguros médicos, comida, etc. Daban pena. Pena porque el trabajo de un líder sindical estaba siendo confundido con el de un trabajador social, una suerte de voluntario de causas nobles. Este líder sindical contaba como casi no podía dormir de la preocupación.
Un verdadero sindical no duerme porque trabaja día y noche en la organización de sus sindicados, luchando por sus derechos y creando solidaridad en su comunidad. En momentos como estos es cuando necesitamos esos líderes. Líderes que defiendan los trabajadores que no les están pagando sus sueldos porque los han suspendido de sus labores de manera injusta y que ahora no pueden pagar sus cuentas de comida, educación o salud de sus hijos.
¿Dónde está la izquierda cuando se la necesita para luchar por esos derechos?
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Entiendo que en América Latina en los últimos 15 años la izquierda ha estado ocupada concentrando el poder en Venezuela, Ecuador, Nicaragua, Bolivia y Brasil. Evito nombrar a la Argentina porque los Kirchner no eran de izquierda, eran peronistas que estaban concentrados en llenar sus propias arcas (como indican todos los juicios que está respondiendo ahora Cristina de Kirchner). Vaciaron las arcas fiscales del país para que el gobierno siguiente vea cómo lo resuelve.
La izquierda tenía grandes banderas de lucha como la defensa de las minorías, hasta que se convirtieron en mayorías y persiguieron a las minorías que no se sumaban a su cruzada de conquista del poder y del dinero que venía con todo ese nuevo poder. ¿Dónde se quedó la izquierda en la lucha por la defensa de los derechos humanos en Venezuela ahora?
Y en EE.UU. ¿dónde están los verdaderos líderes sindicales que luchan por sus compañeros que hoy no tienen trabajo por culpa de una retórica política igual de impresentable?
Todo un cierre parcial del gobierno (el más largo de la historia de EE.UU.) por un tramo de muro que solo servirá para tomarse una foto de quien la defiende, porque como ha dicho el mismísimo rey de la droga ahora preso y en juicio en Nueva York, por ahí no pasa su tráfico ilícito.
También lo dicen las mismas estadísticas: casi todo el tráfico ilícito de personas o drogas pasa por los puertos de entrada, por la puerta, no por el campo abierto sin muro en medio de la nada.
Los verdaderos líderes sindicales deberían estar organizando a sus trabajadores para la defensa de sus derechos. Haciendo huelgas solidarias aquellos que les obligan a trabajar (aun sin sueldo), protestando, saliendo de sus lugares de trabajos, de sus casas, organizándose, haciendo escuchar su voz, su descontento, los problemas en lo que le ponen políticos irresponsables, que no hacen otra cosa que violar sus derechos de trabajo y sus derechos humanos.
Siempre me sorprendió que en México un grupo de unas pocas decenas de manifestantes puedan cerrar las vías, autopistas y arterias más importantes de la ciudad. Esto tampoco es liderazgo, es obstruccionismo, es abuso. Pero no hacer nada, tampoco es una opción. Hay formas de expresar oposición, manifestarse y protestar sin abusar o acudir a acciones violentas: se llama concientizar y esa es la labor de una verdadera izquierda.
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Ahí es cuando uno quiere ver una izquierda que luche por principios, no por sus compadres, una izquierda que tenga claro que esto no es un voluntariado social sino la defensa de principios. Una verdadera izquierda debe hacer escuchar la voz de los que no tienen voz, defender con la protesta a aquellos más débiles o que son abusados por aquellos que abusan del poder político o económico.
Como todo en la vida, hay cuestiones de principios como la defensa de los derechos humanos en Venezuela y la defensa a una compensación por el trabajo (como ahora en este cierre parcial del gobierno). Esa es la izquierda que yo valoro. La que debería liderar una lucha llevada con prudencia, moderación; pero tampoco podemos llegar al otro extremo donde se confunde la labor sindical con acción de voluntariado por una acción social.