(CNN) – En una publicación de Instagram del 8 de marzo, el artista de trap puertorriqueño Bad Bunny fotografió sus manos con manicure contra una piscina turquesa, con las uñas pintadas en un tono tornasolado.
“Por cierto, ¿qué tal mis uñas?”, concluye la publicación juguetonamente, seguida de una carita sonriente y un emoji de uñas pintadas.
La publicación superó el millón de Me Gusta y tiene más de 24.000 comentarios, la mayoría en español, de sus 15,9 millones de seguidores, que van desde la celebración (“¡Me encanta!, “Te quedan hermosas”) a los homofóbicos y desaprobadores (“[Estás] ayudando a los jóvenes a distorsionar sus mentes e ir en contra de lo que Dios ha creado”.)
Todo esto es estándar para Bad Bunny. Benito Antonio Martínez Ocasio, de 25 años, es conocido por provocar a sus audiencias en América Latina y más allá, con su afición por las uñas pintadas, los colores brillantes, los shorts cortos y las gafas de sol con lentes rosa.
Sus looks más memorables viven en YouTube. Para la canción “Si Tu Novio Te Deja Sola”, su colaboración de 2017 con la superestrella colombiana del reguetón J Balvin, Bad Bunny se puso un conjunto de color rosa y lentes de sol del mismo color mientras rapeaba a la cámara con dos iguanas posado en su hombro. En el video casero de “Estamos bien”, de 2018, que presenta secuencias nostálgicas de él y sus amigos, se pinta las uñas de un color morado oscuro y las seca mientras lleva una chaqueta de jean de la colaboración de Louis Vuitton Supreme.
Pero su video “Caro”, que se ha visto más de 126 millones de veces en YouTube desde su lanzamiento en enero, es quizás el más transgresor. En él, se sienta distraídamente en una habitación azul pastel rodeada de muebles y decoración de color rosa (incluido un crucifijo en la pared) mientras una mujer le pinta las uñas. Mientras le da las gracias, se transforma en una mujer joven con la cabeza rapada, que se hace pasar por él durante la mayor parte del video. Cuando reaparece la forma masculina de Bad Bunny, los dos se sientan uno frente al otro con un vestido similar, jugando juegos de mano y, finalmente, se besan.
Por supuesto, adoptar un estilo “femenino” y el asentimiento ocasional a la fluidez de género no son nuevos cuando se trata de hombres en la música. Muchos géneros y escenas han fomentado el cabello largo y el maquillaje en nombre de la androginia, a la vez que permiten a los artistas encarnar estereotipos de estrella de rock hipermasculinos.
Pero debido a que están enmarcados dentro de una tradición latinoamericana de masculinidad, donde a los hombres a menudo se les enseña a evitar cualquier cosa, incluso ligeramente femenina, los riesgos que toma Bad Bunny son significativos, pues proporcionan expresiones alternativas de masculinidad, estilo e identidad latina.
Nacido en San Juan, Puerto Rico, Bad Bunny obtuvo su apodo de una fotografía de su infancia en la que aparece vestido, a regañadientes, como un conejo. Creció en Vega Baja, donde pasaba las tardes en el parque de patinaje local, antes de trasladarse a estudiar comunicaciones en la Universidad de Puerto Rico en Arecibo. (Trabajó como embolsador de comestibles).
Desde el lanzamiento de su sencillo “Soy Peor” en 2017, su ascenso ha sido rápido y vertiginoso. En dos cortos años, se ha convertido en una figura ubicua en las listas en español e inglés, colaborando con pesos pesados de reguetón y rap por igual, desde J Balvin, Arcángel, Farruko y Daddy Yankee hasta Drake, Cardi B y Nicki Minaj.
Estéticamente, el estilo de Bad Bunny es tan diverso como los artistas y géneros con los que se relaciona: las cadenas de oro y las mujeres semidesnudas asociadas con el rap general; el llamativo streetwear y los accesorios de lujo diseñados para Instagram; las atrevidas camisas estampadas y la extravagancia general que se remontan a décadas de la salsa y el boogaloo de Puerto Rico.
“Lo que es fundamental es que Bad Bunny es valiente. Tiene una forma muy diferente de expresar la cultura urbana con un toque visual y eso se fortalece por la forma en que abarca diversos grupos sociales”, dice José Forteza, editor senior de Condé Nast para México y América Latina.
“Bad Bunny abraza la feminidad que todos los hombres llevan dentro, y esta es una de las cosas que más me interesan de él, ya que está enviando un mensaje muy poderoso en un momento en el que mucha gente está discutiendo todo lo relacionado a la igualdad… Creo que los símbolos que está asumiendo son capaces de difuminar las fronteras entre los géneros, lleva un mensaje de inclusión y aceptación”.
Cuando se trata de los estereotipos latinos de masculinidad, la moda puede ser una manera de desafiar las expectativas prescritas. Y si bien las uñas pintadas y la ropa colorida de diseñador pueden no ser suficientes para desmantelar siglos de patrones patriarcales, pueden ser emblemáticos de un cambio cultural más amplio.
Sebastian Essayag, un experto argentino en género y políticas públicas y consultor para ONU Mujeres en América Latina, explica que Bad Bunny proviene de un esquema más amplio en el que la masculinidad se caracteriza por la violencia, la conducta objetiva, el desafío al autocuidado y una aversión al desarrollo de sentimientos, así como un sentido de sexualidad hiper heteronormativa.
“Bad Bunny parece ser un agente para la transformación cultural”, dice. “Como contrapunto, rebelde y políticamente incorrecto, Bad Bunny aprovecha su increíble popularidad para volver a significar el modelo de masculinidad tradicional dentro del género del trap al cambiar la narrativa y la estética en sus videos.
“Su discurso y su apariencia desafían los mandatos y estereotipos de género. Rompe el tipo de códigos cómplices de masculinidad que han dañado los derechos de las mujeres y han discriminado a los hombres cuyas trayectorias no se han ajustado a una identidad machista. Bad Bunny también hace este gesto contracultural dentro de un contexto político y social global que favorece el cuestionamiento de las normas sociales y una industria cultural patriarcal”, agrega Essayag.
En un sentido similar, el investigador de moda colombiano William Cruz explica: “La imagen es un vehículo poderoso cuando viene a impulsar nuevas representaciones de masculinidad y género. Como somos testigos de una revisión estructural de estos temas, su imagen ciertamente puede contribuir a enriquecer las masculinidades más libres”.
Y parece que Bad Bunny es consciente del mensaje diferente que sus elecciones de moda están enviando. “Hay personas que aprecian lo que hago; hay personas que lo critican”, dijo en una entrevista reciente con GQ. “Hay personas que dicen: ‘Gracias por apoyarnos’, ‘gracias por defender (esto)’. Hay otros que dicen que soy un oportunista”.
De hecho, en nuestra era digital inundada de imágenes, los símbolos visuales a menudo están cargados de significado y conjeturas, y su interpretación a menudo dice tanto sobre la sociedad que los consume como la persona que los transmite.
Los discursos que permanecen puramente estéticos solo pueden empujar superficialmente algo como la masculinidad hegemónica, pero eso no niega su valor. A menudo, esa es la belleza del cambio: puede demostrar ser poderoso en formas sutiles.