New Haven, Connecticut (CNN) – La voz del director se escuchó a través del sistema de megáfonos en la escuela secundaria Wilbur Cross con un sorprendente anuncio.
El Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de los Estados Unidos (ICE) había detenido a un estudiante.
“Todos estaban preocupados y preguntando en todos lados”, dijo Sandy Martínez Paz, una joven de 17 años de la escuela. “Queríamos saber quién era”.
Luego, los estudiantes se enteraron de que Mario Aguilar, un joven de 18 años que se matriculó en la escuela el año anterior, fue arrestado por agentes de Inmigración y Control de Aduanas en un tribunal cercano donde fue acusado, tras un accidente de tráfico.
Es el tipo de caso que se desarrolla con frecuencia en Estados Unidos, pero que a menudo pasa desapercibido o desaparece rápidamente.
En Wilbur Cross, sucedió algo diferente.
La escuela donde muchos todavía estaban conociendo a Mario comenzó a luchar para traerlo de regreso.
Los maestros reunieron las tareas para enviarle a Mario al centro de detención de ICE, con la esperanza de que su estudiante no se quedara atrás o se sintiera olvidado. Escribieron cartas presionando para su liberación. Y fueron hasta la corte a apoyarlo.
Los estudiantes diseñaron carteles de protesta que decían “Liberen a Mario” en la impresora de la escuela. Pusieron su cara en stickers y los vendieron para recaudar dinero para su mantenimiento. Y durante semanas, mantuvieron vacío su puesto en la clase de español, esperando que regresara.
Ahora que apoyan a Mario en la escuela se están preparando para otra manifestación mientras esperan la decisión de un juez de inmigración en su caso de asilo esta semana, sin inmutarse por el hecho de que hasta ahora, sus esfuerzos no han influido en las autoridades.
Muchos sienten que los peligros de no hacer nada son demasiado grandes. Si Mario es deportado a Guatemala, un país del que huyó, temen que pueda ser una sentencia de muerte.
Y si no lo defienden, temen que nadie lo haga.
Fue a la corte solo y fue dejado bajo custodia de ICE
Mario Aguilar se dirigió solo a la corte en Milford, Connecticut, el 10 de septiembre para enfrentar los cargos en su contra.
Después de un accidente automovilístico un mes antes, la Policía lo arrestó bajo sospecha de conducir ebrio, operar un vehículo motorizado sin licencia y no haber asegurado un vehículo motorizado privado. Lo liberaron de la custodia con la promesa de compareciera ante el tribunal.
Los defensores del joven dicen que se estrelló contra un automóvil estacionado después de que su teléfono celular se deslizó del tablero y se agachó para recogerlo. Argumentan que nunca se realizó una prueba de alcoholemia y que el cargo por conducir bajo la influencia del alcohol no se hubiera mantenido en la corte.
Pero un juez de la corte estatal nunca tuvo la oportunidad de escuchar ese argumento.
Cuando el joven de 18 años se puso en la fila del juzgado, alguien dijo su nombre.
Se dio la vuelta, y momentos después, estaba bajo custodia de ICE.
“Los funcionarios de deportación arrestaron a Mario Andres Aguilar Castanon, un ciudadano de Guatemala ilegalmente presente, en el Tribunal Superior de Milford por violaciones de inmigración”, dijo el portavoz de ICE John Mohan en un comunicado, agregando que los procedimientos de expulsión están pendientes.
Mohan dijo que el adolescente fue arrestado por agentes de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos cerca de la frontera suroeste en marzo de 2018 y emitió un aviso para comparecer en la corte de inmigración antes de ser liberado de la custodia.
“Él no compareció en la corte de inmigración”, dijo Mohan; los abogados de Mario disputan esta afirmación.
Dicen que Mario tenía 16 años cuando llegó a Estados Unidos desde Guatemala en 2018 como un “menor no acompañado”, el término que usa el gobierno de Estados Unidos para los niños que cruzan la frontera solos, sin padres o tutores. Los defensores dicen que no están al tanto de haber recibido ningún papeleo sobre una cita en la corte cuando fue liberado de la custodia estadounidense.
Nadie en Wilbur Cross sabía nada de esto hasta la semana del 10 de septiembre. En la escuela secundaria donde estaba tomando clases como Geometría, Historia del mundo moderno y participaba en la banda, solo una cosa estaba clara: Mario había estado en su escritorio el lunes. Para el martes ya se había ido.
Durante días, la escuela pensó que había desaparecido
Mia Breuler todavía recuerda el temor que sintió cuando supo que su estudiante había desaparecido.
Lo buscó frenéticamente durante días.
La consejera escolar sabía que Mario no era un estudiante que perdiera tantas clases o que dejara de aparecer en la tienda donde trabajaba rellenando los estantes.
Así que Breuler llamó a todos los que se le ocurría mientras más preguntas pasaban por su mente.
¿Se había accidentado? ¿Lo habían atacado las pandillas? ¿O se había metido en algún tipo de problema?
No había señales de él en los hospitales locales. La Policía tampoco sabía a dónde había ido.
“Un agente me dijo: ‘¿Estás segura de que no está con una novia o algo así?’”.
Breuler sabía que eso había sucedido, pero aún así, no había señales de su estudiante.
Una llamada perdida que el primo de Mario recibió de un número de Massachusetts finalmente llevó a la consejera a llamar a la Casa de Correccionales del Condado de Bristol en North Dartmouth, Massachusetts, donde las autoridades confirmaron que Mario estaba detenido.
Ese, dice Breuler, fue el “momento de intervenir”.
“Fue impactante en todo tipo de niveles. Fue muy molesto. Estaba llena de ansiedad porque estaba pensando, ‘¿Ahora qué hago? … ¿A dónde voy? … ¿Dónde empiezo a intentarlo para obtener ayuda para este chico?”.
A pesar de haber sido incapaz de comunicarse con su familia durante semanas, Mario llamó a su escuela.
Breuler le hablaba casi todos los días.
Cuando escuchó su voz, no dejó que se notara su ansiedad.
Ella le preguntó si él se sentía seguro. Ella le dijo que no perdiera la esperanza.
Breuler quería que él supiera que no estaba solo.
La directora se emocionó por su estudiante desaparecido
La directora de Wilbur Cross, Edith Johnson, se paró en los escalones del Ayuntamiento de New Haven, vistiendo una chaqueta con los colores oficiales de la escuela, rojo y blanco.
“¡Orgullo Cross!”, gritó la multitud cuando ella tomó el micrófono. Los estudiantes a su alrededor vitorearon.
Pero el estado de ánimo se volvió sombrío cuando Johnson comenzó a discutir cómo la detención de Mario la había sacudido.
“Nuestra comunidad escolar está sufriendo”, dijo Johnson rodeada de cámaras de noticias locales. “Falta en nuestras aulas, en nuestros pasillos, en nuestra cafetería”.
Johnson no planeaba emocionarse en el mitin ese día de octubre. Ha sido directora de Wilbur Cross desde 2013. Y como líder de una escuela de unos 1.600 estudiantes, ha visto a muchos luchando para lidiar con el trauma. Pero nada como esto —un estudiante detenido por ICE— había sucedido durante su tiempo allí.
Mientras hablaba de su estudiante, comenzó a pensar en la historia de su propia familia, en cómo sus padres lucharon cuando llegaron a Nueva York desde Puerto Rico en los años 40 y 50. Pensó en lo solitario y asustado que Mario debía estar detenido, y en las ganas que tenía de aprender. Las lágrimas comenzaron a fluir.
Ella le dijo a la multitud que en su carrera como educadora y administradora, había perdido demasiados estudiantes por la violencia y la tragedia.
“Y ahora, otra variable aterradora que seguramente sacará a los estudiantes del curso”, dijo, “arrestos de ICE”.
La maestra de Mario asistió a su audiencia de asilo
El día que Mario presentó su caso de asilo en una corte de inmigración de Boston, Mary Pérez Estrada lo vio desde el otro lado de la habitación y lo saludó.
El corazón de la maestra de español se hundió cuando lo vio tratar de levantar la mano para devolverle el saludo. No pudo. Sus manos estaban encadenadas.
Fue una semana antes de Acción de Gracias. Mario solo había estado en su clase durante unas pocas semanas cuando fue detenido, pero ella ya había visto su promesa como estudiante. Destacaba especialmente la forma en que hacía preguntas y tomaba trabajo extra. Le había dicho que soñaba con convertirse en biólogo. En un cuestionario que hizo que los estudiantes completaran a principios de año, cuando se le pidió que describiera algo interesante sobre sí mismo, escribió: “Me gusta trabajar y esforzarme, a pesar de estar solo en este pais”.
Cuando el subdirector de la escuela le pidió a los maestros que reunieran la tarea para enviarle, Pérez Estrada sacó libros de su colección personal que esperaba que le ayudaran a escapar, incluso si estaba atrapado dentro de las paredes de un centro de detención.
Ella le puso caras sonrientes dentro de las portadas para mantener su ánimo.
Lo pensaba todas las mañanas en el salón de clases, y cada vez que daba su clase de español del tercer período. Su apellido, Aguilar, sigue siendo el primero en la lista de asistencia. Durante semanas, los estudiantes mantuvieron su escritorio vacío, esperando que regresara.
Mientras Mario hablaba ante el tribunal y detallaba cómo había huido de la persecución de las pandillas en Guatemala, Pérez Estrada esperaba que el juez viera lo que ella vio en su estudiante, alguien que merece una oportunidad.
El juez no falló ese día. Le dijo a la corte que anunciaría su decisión el 12 de diciembre.
Pérez Estrada salió para compartir lo que había visto con docenas de estudiantes y activistas que habían estado esperando noticias sobre lo sucedido.
“Mario te amamos”, cantaron los estudiantes antes de subir a un autobús para regresar a New Haven.
“Mario, estamos contigo.
“Mario, estamos luchando contigo.
“Creemos en ti.
“Te apoyamos.
“Todos los días.
“Incluso después de hoy.
“Estaremos contigo.
“Porque te amamos.
“Porque eres familia.
“Porque eres de nuestra comunidad”.
Adentro, esperaban que él pudiera escuchar sus voces.
Los estudiantes están haciendo un video para compartir su historia
Gabriela González no conocía a Mario antes. La mayoría los estudiantes no lo hicieron, dice. Pero últimamente, ha pasado mucho tiempo libre aprendiendo su historia.
La estudiante de último año en Wilbur Cross estudió cine en la Academia Internacional de Artes y Ciencias Digitales de la escuela. Ahora está ayudando a hacer una película para una asamblea de toda la escuela para enseñar a sus compañeros de clase sobre este caso y por qué es importante.
En una sala de conferencias cerca de la oficina del director un viernes por la tarde, cuestiona a los estudiantes del grupo de defensa de inmigrantes “Cross in Action” de la escuela sobre el caso.
“¿Por qué es esto importante?”, pregunta.
“Los niños en la escuela están estresados y preocupados porque está cerca a casa”, responde un estudiante. “Y tienen miedo porque probablemente piensan: ‘¿Qué pasa si soy el siguiente?’”.
“Es una historia que debería ser escuchada en todas partes. Es algo que no es nuevo. No acaba de empezar a suceder. Es algo que está sucediendo en todo el país”, dice otro estudiante.” Y todos necesitan saber la realidad que enfrentan las personas que vienen aquí. No es que sea fácil para ellos. Pasan tanto y la gente no lo entiende o no lo ve”.
Mientras toma un descanso de una tarde de entrevistas, González nota que solo los amigos más cercanos de Mario lo conocían antes. Han compartido historias con ella sobre él, cómo caminaban juntos a la escuela o salían a comer. Pero ahora, dice ella, incluso los estudiantes que nunca lo conocieron pueden ver el simbolismo en su historia.
“Él no era conocido antes, pero ahora literalmente hay carteles alrededor del escuela con la cara en todas partes. La gente no sabía de él porque era solo un estudiante normal. … Pero ahora el hecho de que solo se llevaran a este estudiante ordinario, toda su vida se ha puesto patas arriba porque es de otra parte, muestra que esto le puede pasar a cualquiera”, dice ella. “Y no debería sucederle a nadie, porque todos estamos tratando de vivir nuestras vidas como adolescentes o personas comunes y corrientes caminando por la calle”.
Su tarea fue ‘rechazada’ y devuelta al remitente
Se espera que un juez de inmigración en Boston decida el destino de Mario el jueves. Si el juez niega su solicitud de asilo, sus abogados dicen que apelarán el fallo y seguirán luchando contra los esfuerzos del gobierno para deportarlo.
Y mientras tanto, si permanece detenido, dicen que seguirán intentando llevarle la tarea.
Hasta ahora, no han tenido suerte.
La abogada Dalia Fuleihan dice que trató de enviar la tarea a la Casa de Correcciones del Condado de Bristol, primero en una reunión en persona con su cliente, y luego por el correo de Estados Unidos pues le dijeron que solo podía entregar papeleo legal.
Recibió el sobre de la tarea que había enviado el mes pasado, estampado con un sello de “Regresar al remitente. Rechazado”. Una nota escrita a mano en el sello decía: “Nombre desconocido” y “Se requiere número de identificación”.
Cuando se preguntó por qué se devolvió la tarea, un portavoz de ICE dijo que la agencia no comenta sobre cuestiones, reclamos o acusaciones que “no están relacionados con el estado de cumplimiento de un detenido”.
De vuelta en Wilbur Cross, los maestros de Mario dicen que están sorprendidos de que no haya recibido la tarea o los libros que intentaron enviarle. Para ellos, es otro recordatorio de que su alumno pertenece a un aula, no a una celda en prisión.
Fuleihan tiene el sobre devuelto en su oficina en la Asociación de Asistencia Legal de New Haven mientras resuelve los siguientes pasos. En su interior, por ahora, los mensajes de los maestros permanecen sin leer.
Una maestra garabateó instrucciones en notas adhesivas amarillas colocadas en diferentes páginas del paquete.
Puso una tarea que Mario comenzó en uno de sus primeros días de clase en la cima de la pila, titulada: “¿Quién soy? Mis pasados, presentes y futuros esperanzas y sueños”.
En la primera página, Mario escribió su nombre, dijo de dónde era y dibujó una imagen de sí mismo.
Él escribió que le gustaba la música y no le gustaban los aguacates.
“Mario - ¡Termina!”, dice la nota adhesiva de la maestra. “Esto es importante”.
Las páginas que describen su futuro todavía están en blanco.
— Historia por Catherine E. Shoichet, de CNN; fotografías de Will Lanzoni, de CNN.