(CNN) – Algunos recientes casos judiciales de alto perfil han generado preocupaciones acerca de que las mujeres que usan polvos de talco alrededor de su área genital puedan tener riesgo de padecer cáncer de ovario, pero un nuevo estudio asegura que esto podría no ser cierto.
La investigación, una de las más grandes sobre el tema hasta la fecha, fue publicada este martes en la revista médica JAMA. El estudio encontró que no existía una relación estadísticamente significativa entre el uso de talco en áreas genitales y el cáncer de ovario. Sin embargo, la investigación indica que puede tener “poco poder” para identificar un pequeño aumento en el riesgo, en parte porque no hubo muchos casos de cáncer de ovario entre las mujeres evaluadas.
Los investigadores llegaron a esta conclusión tras analizar un gran número de pacientes, utilizando datos agrupados de 252.745 mujeres estadounidenses con una edad promedio de 57 años. De ellas, el 38% dijo que usaba talcos en su área genital, el 10% indicó que lo había hecho durante al menos 20 años y el 22% informó que lo usaba al menos una vez a la semana.
Tras un seguimiento de aproximadamente 11 años, 2.168 de las mujeres desarrollaron cáncer de ovario. Esa cifra se condensó en 61 casos por cada 100.000 personas al año entre aquellas que alguna vez usaron talco alrededor de sus áreas genitales y 55 casos por cada 100.000 personas al año entre aquellas que no lo hicieron.
El estudio explica que existe una posible asociación de los talcos y el cáncer de ovario entre las mujeres que no presentaban antecedentes de histerectomía o ligadura de trompas, pero este “hallazgo debe considerarse solo exploratorio y como un generador de hipótesis”. Si investigaciones futuras demuestran esta relación, podría haber algo de verdad en la hipótesis de que el polvo puede irritar o inflamar el tracto reproductivo. Ahora, sí existe una relación entre la enfermedad inflamatoria pélvica y el cáncer de ovario, pero se necesita más estudio para obtener alguna conclusión sobre este posible vínculo.
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Esta investigación de observación también tiene limitaciones. La forma en que los grupos abordaron la exposición y la frecuencia del uso de los talcos variaron, así que resulta difícil saber si hay un vínculo con la cantidad que una persona utiliza y el cáncer de ovario. Los datos no incluyeron qué tipos de talcos usaban las mujeres. Los cuatro conjuntos de datos incluyeron principalmente a mujeres blancas y con educación, la mitad de las cuales tenían un índice de masa corporal inferior a 25, lo que significa que no tenían sobrepeso, por lo que tampoco está claro si este resultado puede generalizarse a otros datos demográficos.
“Una cosa que esta investigación demuestra claramente es lo difícil que resulta determinar si algo como esto es de hecho un factor de riesgo para el cáncer. A pesar de ser un estudio bueno, competente y cuidadoso que involucra a más de un cuarto de millón de mujeres, todavía deja dudas sobre la relación, si es que la hoy, entre usar talcos en el área genital y el cáncer de ovario”, dijo Kevin McConway, profesor emérito de estadística aplicada en Open University, en un comunicado del Science Media Center en Gran Bretaña.
“Todavía hay incertidumbre acerca de si existe tal vínculo. En caso de exista, permaneces la incertidumbre sobre si los talcos en sí mismos son los que causan algún aumento en el riesgo de cáncer. Y también existe incertidumbre acerca de cuál es el tamaño del aumento de riesgo, si es que hay”, agregó McConway. “Pero lo que la investigación establece, diría yo, es que si el uso de talco u otro polvo en esa parte del cuerpo de una mujer realmente aumenta el riesgo de cáncer de ovario, es probable que el aumento en el riesgo sea pequeño. No soy una mujer, así que no puedo tener preocupaciones sobre mi propia salud en estos aspectos, pero si yo fuera una mujer, esto no estaría en mi lista de preocupaciones”, completó.
El interés sobre un posibles vínculo entre los comenzaron y el cáncer de ovario comenzó a surgir alrededor de 1971, cuando un pequeño grupo de científicos escribió acerca de encontrar partículas de talco profundamente incrustadas en el tejido tumoral ovárico y cervical. El estudio concluyó que es “imposible incriminar el talco como causa principal de cambios carcinomatosos”, basado únicamente en lo que se describió en el estudio; sin embargo, “no se debe descartar la posibilidad de que el talco esté relacionado con otros factores predisponentes”.
A lo largo de los años, las investigaciones han mostrado resultados mixtos. Algunas revisiones de estudios revelan un riesgo moderado. Otros señalan que “no parece influir en el riesgo de cáncer”. La mayoría son estudios basados en la población y no pueden probar una relación directa de causa y efecto.
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En general, las causas del cáncer son difíciles de demostrar, ya que el cáncer tarda en desarrollarse y puede verse influenciado por una amplia variedad de factores.
En 2006, la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer, que pertenece a la Organización Mundial de la Salud, clasificó el uso de talco en el área genital como “posiblemente cancerígeno para los humanos”, pero esta se considera su clasificación más débil como causa de cáncer, lo que significa que la evidencia no es del todo clara.
Por su parte, la Sociedad Estadounidense del Cáncer también dice que la relación del talco con el cáncer “es menos clara” y que “los resultados han sido mixtos”. Agrega que “aunque hay alguna sugerencia de un posible aumento en el riesgo de cáncer de ovario”, su conclusión final es que “hasta que haya más información disponible, las personas preocupadas por el uso de talco pueden querer evitar o limitar el uso de productos de consumo que lo contienen”.