Joe Biden. Crédito: Drew Angerer/Getty Images

Nota del editor: Rocío Vélez es abogada con más de 15 años de experiencia en mercadeo internacional, desarrollo empresarial y defensora de asuntos ambientales. Estratega republicana. Graduada en la Pontificia Universidad de Puerto Rico con un postgrado en Ciencias de la Historia y Política de la Universidad Point Park de Pittsburgh. Las opiniones expresadas en este comentario son propias del autor. Ver más opinión en CNNe.com/opinion.

(CNN Español) – El New York Times publicó un artículo justo para el Domingo de Pascua, que reportaba las denuncias de una exempleada del entonces senador y ahora virtual candidato presidencial demócrata, Joe Biden.

Tara Reade, quien trabajó por casi un año en la oficina del senador Biden, alega que este la agredió sexualmente. Muchos medios destacaron que Reade ya había salido con la noticia el año pasado diciendo que Biden había le había tocado los hombros y el cuello, haciéndola sentir incómoda.

No fue sino hasta la semana pasada cuando el exvicepresidente habló del tema en una entrevista y fue contundente al afirmar: “Eso nunca ocurrió”.

La disyuntiva real que ha causado esta acusación es el peso que recae sobre el movimiento Me Too. Cuando salieron los señalamientos de la Dra. Blassey Ford contra el entonces candidato a juez de la Corte Suprema de EE.UU., Brett Kavanaugh, la cobertura en medios y el ataque del movimiento Me Too al magistrado fueron abrumadores. Las duras críticas hacia el movimiento Me Too y hacia reconocidas feministas y organismos defensores de las causas a favor de las mujeres no cesan.

Y es que, sin importar la afiliación política, el objetivo principal de muchos de estos movimientos es que las víctimas hablen y no vivan en silencio, y más aun tratándose de figuras públicas y poderosas. Se quiere dar el ejemplo en todos los sectores de la sociedad de que cuando una víctima de agresión haga pública una denuncia contra su agresor será escuchada.

Se han presentado casos similares de prominentes personajes del entretenimiento con diferentes matices, que han sido muestras de que el valor de una víctima al relatar su angustia y experiencia, sumado a varios frentes de organismos que respalden la causa y a un sistema de justicia equitativo, proveen la esperanza de que sí se pueden romper antiguos paradigmas y estigmas sociales.

Lamentablemente había sido muy poca la cobertura en los medios, hasta hace poco, de esta denuncia de Tara Reade y el hecho de que al virtual candidato a la presidencia por el Partido Demócrata no se le había preguntado si tenía alguna reacción a esta denuncia ha dejado a este movimiento Me Too y a sus líderes al descubierto. Cabe destacar, sin embargo, que en una columna reciente, el reportero de CNN, Chris Cillizza, resalta la oportunidad que perdió Biden en uno de sus más recientes conversatorios virtuales, donde contó con la presencia de Hillary Clinton, de haber podido dar su respuesta a los alegatos de Tara Reade.

Cillizza señala además que el clamor para que Biden contestara de frente estas preguntas no disminuía, sino por el contrario solo aumentó y más aún, cuando él mismo ha establecido que el 3 de noviembre los votantes deben seleccionar un candidato con moral. En un reciente desarrollo reportado por la corresponsal de CNN, MJ Lee, el relato de Lynda LaCasse, una vecina de Tara Reade, ofrece detalles adicionales que parecen corroboran la denuncia de Reade. LaCasse ofrece detalles de lo que Reade compartió con ella en la época de la supuesta agresión sexual.

Lo que resulta inconcebible es que a los pocos a los cuales que se le preguntó en el momento si tenían alguna reacción hayan sido tan “políticamente correctos”, sean su excontrincante, el senador Bernie Sanders que afirmó “Es relevante hablar de todo, si una mujer siente que ha sido agredida tiene todo el derecho en el mundo de levantarse y hacer su reclamo”, mientras que la senadora Amy Klobuchar dijo; “Todas la mujeres en estos casos tienen el derecho a ser escuchadas y que se revisen detenidamente sus casos” o la representante Alexandria Ocasio-Cortez. Esta última expresó que toda mujer merece contar su historia y que es válido indagar sobre los méritos de la acusación. En una entrevista, Ocasio afirmó “si queremos mantener integridad, no podemos decir: creamos en toda mujer, siempre y cuando no sea inconveniente”.

En 2016 varias mujeres hicieron acusaciones similares contra el entonces candidato presidencial republicano Donald Trump. Varias de ellas, contando con lujo de detalles los avances indeseados y de carácter sexual que, aseguraban, le habían hecho el ahora presidente de Estados Unidos. En ese momento y -aún recientemente- continúan los reportajes de esos sucesos que, por tratarse de Donald Trump, los medios de comunicación cubren con lujo de detalles.

La realidad es que la doble vara al cubrir a dos figuras públicas que se medirán con toda probabilidad en las próximas elecciones puede ser eje de controversia y de muchas columnas, pero me quiero concentrar en lo decepcionante que es para los electores el tener solo a estas dos figuras públicas como opción en noviembre para presidente de la nación. Tengamos en cuenta que, aún con las innumerables acusaciones y el audio en el que se escuchó a Donald Trump expresándose despectivamente de las mujeres, fue elegido presidente número 45 de este país.

Por otro lado, ahora tenemos a un exvicepresidente que no solo se enfrenta a señalamientos similares, sino a los posibles conflictos de interés por los negocios de su hijo Hunter Biden en Ucrania y en China cuando Joe Biden era vicepresidente.

Lo que queda claro es que las bases políticas sacan las garras por candidatos plagados de defectos solo por preservar el poder, y escoger el que ante sus ideologías es el menos malo.

Luego de haber tenido seis mujeres aspirando a la candidatura del Partido Demócrata y en momentos cuando las mujeres han sido líderes de altura mundial en medio de esta pandemia que nos azota, nos tendremos que conformar -si acaso- con una potencial candidata vicepresidencial por el Partido Demócrata. Será interesante saber qué postura tendrá esa posible candidata ante las denuncias contra su compañero de papeleta y ante la inequidad que aún vivimos las mujeres en Estados Unidos.