(CNN) – El juez Neil Gorsuch, el primer designado del presidente Donald Trump a la Corte Suprema, emitió este lunes una opinión que cambiará la forma en que más de 7 millones de personas LGBTQ vivirán y trabajarán en Estados Unidos.
Es un momento crucial por parte de un autor poco probable que implica que los trabajadores gais, lesbianas y transgénero están protegidos por la ley federal de derechos civiles. También representa una derrota asombrosa para los conservadores judiciales que trabajaron para garantizar la designación de Gorsuch y para los republicanos, incluido Donald Trump, quien obstaculizó al candidato del presidente Barack Obama para el cargo en la Corte Suprema, el liberal Merrick Garland en 2016.
El fallo pone a Gorsuch en los libros de historia.
Gorsuch escribió que el Título VII de la Ley de Derechos Civiles, que prohíbe la discriminación “debido al sexo”, también se extiende reclamos basados en la orientación sexual y la identidad de género.
Pero, para los observadores cercanos de sus escritos y acciones en el cargo, Gorsuch simplemente estaba exhibiendo su fidelidad a las normas de interpretación legal ––basándose en el texto claro de la ley––, que defendió el difunto juez Antonin Scalia. Este el ejemplo más claro hasta el momento de que Gorsuch, quien es por definición un juez conservador y ha emitido votos clave anteriormente alineándose con el presidente, es capaz de flexibilizar su independencia, trazar un rumbo distintivo y alterar las expectativas.
Al mismo tiempo, su decisión enfurecerá a quienes trabajaron en su confirmación, confiados en que él era el candidato adecuado para ocupar el puesto de Scalia.
Justo después de que se emitiera la opinión, Carrie Severino, de la conservadora Red de Crisis Judicial, criticó a Gorsuch. Según ella, él había “arruinado” la decisión y Scalia estaría decepcionado.
“Esto no fue juzgar, fue legislar: un ataque de fuerza bruta contra nuestro sistema constitucional”, sostuvo Severino, quien también trabajó para el juez Clarence Thomas.
Ese mismo punto fue mencionado por el juez Samuel Alito en su disidencia, a la que se unió Thomas.
“Solo hay una palabra para lo que la corte ha hecho hoy: legislación. El documento que publica la corte tiene la forma de una opinión judicial que interpreta un estatuto, pero eso es engañoso”, escribió Alito. En repetidas ocasiones, en su disidencia, Alito citó escritos anteriores de Scalia.
“La opinión de la corte es como un barco pirata”, planteó Alito. “Navega bajo una bandera textual, pero lo que en realidad representa es una teoría de interpretación legal que el juez Scalia excluyó: la teoría de que los tribunales deberían ‘actualizar’ los antiguos estatutos para que reflejen mejor los valores actuales de la sociedad”, añadió.
Junto a Gorsuch estuvieron el presidente de la corte John Roberts, y los cuatro liberales en el tribunal: los jueces Ruth Bader Ginsburg, Elena Kagan, Sonia Sotomayor y Stephen Breyer. Los liberales decidieron no escribir opiniones coincidentes, y así permitieron que el apoyo resonante de Gorsuch a los derechos LGBTQI y el rechazo a los argumentos del gobierno de Trump se mantuvieran por sí solos.
La vacante que le ayudó a Trump a ganar la Casa Blanca
Cuando Scalia murió en febrero de 2016, condujo las elecciones presidenciales hacia una agitación política. El líder de la mayoría del Senado, el republicano Mitch McConnell, declaró que bloquearía a cualquier candidato de Obama, el cual resultó ser Garland.
Trump utilizó la vacante como un motivador clave para su base y su victoria final. Además, ha continuado publicitando la designación de Gorsuch y posteriormente la de Brett Kavanaugh ––así como la de casi 200 jueces de tribunales inferiores–– como logros heredados de su presidencia.
Cuando Trump presentó a Gorsuch al país en enero de 2017, bajo las brillantes luces de la Sala Este de la Casa Blanca, el mandatario señaló que estaba cumpliendo una promesa de “encontrar al mejor juez del país para la Corte Suprema”.
“Prometí”, sostuvo Trump, “seleccionar a alguien que respete nuestras leyes” y alguien que “las interpretará como están escritas”. El presidente asintió al hecho de que Scalia y Gorsuch se consideraban a sí mismos “textualistas”, es decir que interpretan las leyes tal como están escritas, confiando en el texto y la estructura del estatuto, en lugar de considerar lo que el Congreso quiso haber transmitido o cualquier historia legislativa asociada con la ley.
La designación de Gorsuch no sería fácil, pues él tendría que enfrentar la furia de los liberales, aún molestos porque los republicanos se negaron a tener audiencias para Garland.
Esa noche en la Casa Blanca, con la viuda de Scalia, Maureen, en la audiencia, Gorsuch llamó a Scalia un “león de la ley” y reiteró algo que repetiría en las próximas semanas y meses: “Es el papel de los jueces aplicar, no alterar, el trabajo de los representantes del pueblo”.
Al pronunciarse desde la Casa Blanca, Trump calificó la decisión como “muy poderosa” y reconoció que fue sorprendente para algunos.
“Ellos han decidido y nosotros vivimos con la decisión”, sostuvo Trump. “Vivimos con la decisión de la Corte Suprema”, agregó.
En el cargo
Después de asumir la posición, Gorsuch no perdió tiempo para aprobar medidas de los conservadores. Votó a favor de la prohibición de viajes de Trump, y habría permitido que se agregara una pregunta de ciudadanía al censo de 2020.
Estuvo en la mayoría cuando la Corte Suprema indicó que se mantendría alejada de las disputas sobre cuándo los políticos se exceden al trazar líneas distritales para obtener ganancias partidistas. En un caso particular, Gorsuch estuvo del lado de los liberales del tribunal a favor de un inmigrante, y sostuvo que la ley utilizada en su contra era inadmisiblemente vaga. Allí, sin embargo, Gorsuch estaba siguiendo el ejemplo de Scalia, quien también criticó la ambigüedad.
En noviembre de 2017, ante una multitud de conservadores que asistieron a la gala anual de la Sociedad Federalista, Gorsuch rindió homenaje al trabajo de Scalia para revitalizar la forma en que se deben interpretar los textos legales y constitucionales. Scalia creía que la Constitución debería interpretarse de acuerdo con su significado público original. También consideraba que un juez debía comenzar con el texto al analizar una ley, y no mirar la historia de la legislación o las declaraciones relacionadas con el propósito de la ley.
“Esta noche, puedo señalar que una persona puede ser originalista y textualista comprometida públicamente y también resultar confirmada ante la Corte Suprema”, aseguró Gorsuch a la multitud encantada. A cambio, rugieron su aprobación.
Para los liberales, Gorsuch representó una señal clara de la inclinación de la corte hacia la derecha. En una entrevista con CNN en septiembre pasado, a vísperas del actual período, se le preguntó a Gorsuch específicamente sobre el caso LGBTQ, así como acerca de un caso relacionado con inmigración y el miedo a los liberales con respecto a la dirección de la corte.
En su respuesta, Gorsuch explicó cómo abordó los casos divisivos.
“Creo que todo lo que un juez puede hacer es cumplir su juramento lo mejor que pueda”, indicó, y agregó que “la política, sus puntos de vista personales, dejas eso por allí de lado”.
“Cuando te pones la toga”, continuó, “dejas de lado esas cosas y abres tu mente y escuchas. Y eso es todo lo que un juez puede prometer jamás. Él no puede prometer resultados, solo puede prometer sus mejores esfuerzos en el proceso”, completó.
En ese momento, Gorsuch estaba promocionando su libro A Republic, If You Can Keep it. En la obra, él esbozó su filosofía judicial. “El textualismo ofrece una metodología conocida y conocible para que los jueces decidan imparcialmente y arreglen lo que es la ley, no simplemente declarar lo que debería ser: un método para discernir el contenido de la ley escrita sin juicios de valor extraños sobre personas o políticas”, escribió.
Cuando la corte escuchó los argumentos orales en los casos LGBT en octubre, Gorsuch insinuó dio pistas sobre la dirección en la que se dirigía.
“Cuando un caso está muy cerca, muy cerca, en la evidencia textual, estoy con ustedes en la evidencia textual”, le dijo a David Cole, un abogado que representa a un demandante transgénero. “Está cerca”.
El factor Kagan
Esa línea de interrogatorio en octubre también fue implementada por Kagan, una sabia liberal que respetaba y admiraba a Scalia a pesar de que a menudo estaban en lados opuestos del espectro ideológico. (Scalia incluso sugirió que Obama nominara a Kagan cuando había una vacante disponible).
Kagan dijo en 2015 ante una audiencia en Harvard que Scalia pasaría a la historia como una de las “figuras históricas más importantes de la corte”. Y explicó que la razón principal era que Scalia reformuló la manera en que los jueces abordan la interpretación legal al insistir en un enfoque agudo sobre las palabras en la página.
Ella destacó que el enfoque de “textualismo” podría conducir a resultados diferentes, pero que Scalia insistió en que el análisis comenzara ––como mínimo–– en el texto y la estructura de la ley, y no en algo así como la intención de los informes del Congreso o de la comisión y redacción de historia.
“Todos somos textualistas ahora”, declaró Kagan.
En los argumentos orales de los casos relacionados con el Título VII, Kagan y Gorsuch estuvieron de acuerdo.
“Durante muchos años, la estrella guía de la interpretación legal de esta corte ha sido el texto de un estatuto”, le dijo Kagan al procurador Noel Francisco, quien en representación del gobierno de Trump desafió los esfuerzos para ampliar el alcance de la Ley de Derechos Civiles.
Kagan aseguró que el texto del Título VII que prohíbe la discriminación “por razón del” sexo aparecía tan claro como el cristal.
“¿Discriminaste a alguien”, preguntó Kagan retóricamente, “debido al sexo?”.
“Sí lo hiciste”, dijo ella, respondiendo a su propia pregunta. “Porque despediste a la persona debido a que este era un hombre que amaba a otros hombres”.
Francisco, un exempleado de Scalia, respondió. Dijo que era su parte la que estaba haciendo un “argumento textual directo”.
Para Francisco era simple: “La ley distingue entre sexo y orientación sexual”.
“El sexo significa si eres hombre o mujer, no si eres homosexual o heterosexual”, añadió.
El otro designado de Trump, el juez Brett Kavanaugh, discrepó de la opinión mayoritaria de Gorsuch.
Si bien los “argumentos de política” para enmendar la ley “son muy importantes”, escribió Kavanaugh, y aunque él estuvo de acuerdo en que “los estadounidenses gais y lesbianas no pueden ser tratados como marginados sociales o como inferiores en dignidad y valor”, él no podría ponerse del lado de la interpretación de Gorsuch.
“Somos jueces, no miembros del Congreso”, escribió Kavanaugh, y agregó que “nuestro papel no es hacer o enmendar la ley”.
A futuro
Es probable que Roberts, el miembro más antiguo de la corte en la mayoría, le haya asignado a Gorsuch la opinión. Roberts, como otros jueces, a menudo dice que la prensa le da demasiada importancia las opiniones que quedan 5-4. De hecho, la opinión de este lunes se produce mientras el tribunal está considerando el aborto, DACA, la libertad religiosa y la apuesta de Trump para proteger sus documentos financieros. Los observadores de la corte estarán esperando para ver cómo se alinean los socios habituales de la corte.
En cuanto a Gorsuch, en septiembre le dijo a CNN que rechaza hablar de “duros giros a la derecha” en el alto tribunal.
“Simplemente no veo a los jueces de esa manera, rechazo la idea de cómo operan los jueces”, añadió.
Señaló que alrededor del 40% de los casos judiciales son unánimes.
“Hay nueve personas muy independientes que abordan estos casos lo mejor que pueden”, insistió Gorusch.