(CNN) –– En términos legales, este jueves fue un día bastante malo para el presidente Donald Trump, pues la Corte Suprema falló en contra de sus esfuerzos por bloquear la entrega de sus registros financieros a un jurado investigador de Nueva York, lo que podría causarle grandes problemas cuando deje el cargo.
Sin embargo, políticamente, el jueves también fue un día muy bueno para el mandatario, debido a que la decisión judicial consolidó el hecho de que el público no va a poder conocer sus declaraciones de impuestos antes de las elecciones en noviembre. La Corte Suprema rechazó el intento de la Cámara de Representantes para recibir los impuestos de Trump, lo que habría asegurado que se los documentos se hubieran filtrado públicamente; e, incluso en el caso del jurado investigador de Nueva York, el alto tribunal lo devolvió a una corte inferior, lo que significa que Trump por ahora no deberá entregarle sus registros financieros a nadie.
Estas dos decisiones evitan un escenario electoral caótico para Trump: la revelación pública de información detallada sobre su historial financiero antes de enfrentarse a los votantes por segunda vez. Trump es ––y seguirá siendo–– el único candidato presidencial (o presidente) de los principales partidos que no ha publicado ninguna declaración de impuestos. (Joe Biden reveló sus registros financieros de 2017 y 2018 el verano pasado). Lo que, bajo la visión de Trump de “sobrevivir para luchar un día más”, es una victoria. El presidente ha usado durante mucho tiempo el sistema legal para retrasar los resultados desagradables para él. Esto es justamente eso.
Si puede parecer contradictorio, se debe en gran parte debido a la naturaleza compleja de los dos casos que el tribunal decidió este jueves. Sí, los casos fueron similares, pero no iguales. Y representaban diferentes apuestas para Trump.
En el caso de Nueva York ––Trump vs. Vance–– la citación sobre las declaraciones de impuestos del presidente se refería específicamente a la indagación en curso de un jurado investigador que busca determinar si Trump o la Organización Trump violaron las leyes estatales en relación con los pagos de dinero para el silencio de dos mujeres (Karen McDougal y Stormy Daniels) durante el período previo a las elecciones de 2016. McDougal y Daniels afirmaron que Trump tuvo relaciones extramatrimoniales con ellas. La investigación también analizó si los registros comerciales presentados ante el estado fueron falsificados y si se infringió alguna ley fiscal, informó CNN.
En este caso, la corte determinó que Trump no estaba amparado por inmunidad presidencial y, por lo tanto, debía entregar los documentos de la citación, aunque el caso fue remitido a un tribunal inferior, lo que significa que la entrega de los registros no será inmediata. E incluso si el fiscal de Distrito de Manhattan, Cyrus Vance, finalmente obtiene las declaraciones de impuestos, lo que ahora parece muy probable, será en el contexto de la indagación de un jurado investigador. Y hay un gran “no” sobre la filtración de evidencia de un jurado investigador.
En el caso del Congreso ––Trump v. Mazars––, el problema radicaba en si los legisladores tenían el derecho a conocer los impuestos y documentos financieros de Trump en busca de una investigación acerca de si las leyes sobre conflictos de intereses y divulgación necesitaban modificarse o actualizarse. Si la corte hubiera fallado a favor del Congreso, los detalles del historial financiero de Trump definitivamente habrían salido a la luz, ya que la práctica del Congreso de filtrar cosas es, bueno, tan vieja como el tiempo mismo.
Entonces, lo que hizo la Corte Suprema fue llevar a que sea muy probable que un jurado investigador pueda, en algún momento, conocer el historial fiscal de Trump. Mientras el Congreso no tendrá esa opción, al menos en el corto plazo.
Suma todo y entonces resulta en algo muy bueno para Trump, quien ha luchado con dientes y uñas durante años para evitar que el público conozca algún detalle de su vida financiera anterior.
Por supuesto, no siempre fue así.
“Estamos trabajando en eso ahora”, sostuvo Trump a finales de enero de 2016 sobre la publicación de sus declaraciones de impuestos pasadas. “Tengo grandes declaraciones, como saben, y tengo todo aprobado y muy hermoso, y lo trabajaremos en el próximo período”, insistió.
Pero en algún momento entre finales de enero y mediados de febrero de 2016 ––en el espacio de apenas unas pocas semanas––, Trump había comenzado a cambiar de posición.
“No se conoce nada a partir de una declaración de impuestos”, aseguró en un debate republicano en febrero de 2016. “Diré esto. Mitt Romney parecía un tonto cuando se retrasó, retrasó y retrasó, y Harry Reid lo engañó. Y a Mitt Romney no presentó [los documentos] hasta un mes y medio antes de las elecciones y eso le costó mucho… En cuanto a mi declaración, quiero presentarla, excepto por muchos años, he sido auditado todos los años. Doce años o algo así así. Todos los años me auditan, me auditan, me auditan… Absolutamente daré mi declaración, pero ahora estoy siendo auditado por dos o tres [años de ingresos], así que no puedo”, añadió.
Y eso fue todo. Trump ha pasado los últimos años insistiendo en que no puede revelar sus impuestos porque está siendo auditado por el Servicio de Impuestos Internos (IRS, por sus siglas en inglés). (¡Llama al Libro Guinness de récords mundiales porque esta debe ser la auditoría más larga jamás registrada!).
Por supuesto, no hay una ley que le prohíba a Trump publicar sus declaraciones de impuestos. De hecho, existe el precedente de un presidente ––¡digamos que 10 veces más rápido!–– en hacerlo. Intentando desacreditar la idea de que era un criminal, Richard Nixon publicó sus declaraciones de impuestos, mientras estaba en el cargo, en 1973. Por lo tanto, no es que Trump no pueda publicar sus impuestos bajo auditoría. Es que no quiere.
(La otra razón principal planteada por los aliados de Trump ante su negativa de entregar sus declaraciones es que a nadie le importa verlas. La defensora más pública de esta posición es la consejera de la Casa Blanca Kellyanne Conway . “Litigamos todo esto durante las elecciones. A la gente no le importó”, dijo a principios de 2017. “Votaron por él y déjenme ser clara en esto: la mayoría de los estadounidenses está muy enfocada en cómo serán sus propias declaraciones de impuestos mientras el presidente Trump esté en el cargo, no en cómo luce la de él”, completó).
La realidad es que en algún momento, a principios de 2016, cuando se hizo evidente para Trump y su séquito que de verdad él podría ser el candidato republicano, se tomó la decisión de que lo que existiera en las declaraciones era más perjudicial que la prensa negativa por no divulgar registros de sus antecedentes financieros. ¿Qué puede ser eso? Aunque algunos especulan que sus declaraciones mostrarían deuda con bancos extranjeros, tiendo a pensar que la explicación más probable es que los impuestos revelarían que pagó cero dólares (o una cifra muy cercana) en impuestos durante años, gracias a los vacíos en las leyes fiscales. También es posible que las declaraciones sean vergonzosas para Trump, al demostrar que es menos rico de lo que se jactaba de ser y que su imperio comercial es un poco de humo y espejos. (Escribí sobre todas las razones por las cuales Trump podría no querer que sus impuestos sean públicos aquí).
Independientemente de las razones, Trump desea mantener sus registros financieros alejados del público, idealmente para siempre, pero hablando de manera práctica hasta después de las elecciones. Y la Corte Suprema prácticamente se aseguró este jueves de que Trump cumpla ese deseo. Lo cual, en su libro, es una victoria.