(CNN Business) – QAnon es un culto virtual que celebra al presidente Trump y presenta a políticos demócratas y otras élites como malvados abusadores de niños. Los aspectos del culto son totalmente delirantes. El año pasado, una oficina del FBI advirtió que los seguidores de Q son una amenaza de terrorismo nacional.
A pesar de todo eso, o tal vez por todo eso, esta peligrosa tontería parece estar extendiéndose. Está apareciendo en las carreras al Congreso y en la cobertura de noticias nacionales.
En las últimas semanas, muchos observadores del ecosistema de información en línea han escrito, con creciente preocupación, sobre la presencia de QAnon. Reporteros como Kevin Roose de The New York Times y Ben Collins de NBC han dicho que la teoría de la conspiración tiene una circulación mucho más amplia de lo que la sociedad educada quiere admitir.
El jueves, Deepa Seetharaman, de The Wall Street Journal, escribió que los grupos alineados con Q han “explotado en popularidad” en Facebook e Instagram “desde el inicio de la pandemia de coronavirus”. Al parecer, parte de la propagación es atribuible simplemente al aburrimiento.
Gran parte de la conversación sobre la conspiración ocurre en las sombras de las redes sociales, en grupos privados. A principios de esta semana, Ari Sen y Brandy Zadrozny de NBC informaron que “una investigación interna de Facebook ha descubierto miles de grupos y páginas, con millones de miembros y seguidores, que apoyan la teoría de la conspiración de QAnon”. ¿La fuente? Documentos internos de Facebook. La compañía está sopesando tomar medidas contra su comunidad QAnon. Twitter recientemente hizo movimientos similares.
¿Hay bancada QAnon del Partido Republicano?
En círculos mediáticos existe un debate considerable sobre cómo cubrir este fenómeno. El jueves, Roose respondió a algunos comentaristas que lo criticaron por darle una plataforma al culto diciendo: “Amigos, me temo que ese barco ya zarpó, compró una computadora portátil, se fue a 8kun, publicó un artículo en un grupo de Facebook de 200.000 miembros, lo lavó en las noticias por cable y presentó los documentos para postularse para el Congreso”.
Numerosos candidatos republicanos al Congreso “han abrazado” a QAnon, como informó Veronica Stracqualursi de CNN a principios de esta semana.
En la parte superior de la lista está Marjorie Taylor Greene, quien está casi segura de ganar la carrera en Georgia para llegar a la Cámara de Representantes este otoño. Trump elogió a Greene por ganar sus primarias. Como escribió Stracqualursi, candidatos como Greene están “apoyando y promoviendo las teorías y frases de QAnon mientras buscan un cargo político en un partido mayoritario”.
Por esa razón, la columna más reciente de Roose para The Times se preguntó si QAnon es el nuevo Tea Party. Allí dijo que “hay más paralelismos de lo que uno pensaría, especialmente cuando se trata de cómo reaccionaron los poderes políticos de su época ante el ascenso de cada grupo”.
“Un sistema de radicalización”
En Twitter, el jueves por la mañana, la investigadora sobre desinformación Molly McKew argumentó que las noticias en televisión “no están haciendo un buen trabajo cubriendo esta conspiración corrosiva o explicándola. No se puede llamarla simplemente una locura. Eso no explica por qué es cáncer cognitivo”.
Entonces le pedí que ampliara su visión. Esto es lo que me escribió: “QAnon ofrece a sus seguidores una realidad alternativa adictiva que requiere su participación y, a través de esta participación, los atrae a la elaborada arquitectura de la conspiración. Explota la sensación de que algo está roto en nuestra sociedad. Pero en lugar de concentrarse en entender estas fracturas sociales y sanarlas, QAnon se concentra en la persecución de enemigos y villanos descritos en términos tan extremos que cualquier acción –ya sea por parte de sus seguidores o de campeones identificados como el presidente Trump– se vuelve justificable. Basándose en la cultura y el sistema de valores, los seguidores de Q han justificado ataques violentos”.
McKew dijo que “el poder del fenómeno QAnon es que está muy extendido pero es invisible a menos que seas un creyente o lo busques; podría estar sentado a tu lado y que no tengas idea a menos que seas un adepto. Los conservadores regulares lo descartan como si no fuera nada, y la gente común en general no tiene idea de qué es. Y, sin embargo, un porcentaje significativo de estadounidenses, a un ritmo que parece acelerarse con el coronavirus, cree que al menos una parte de Q es real. Estas creencias están impulsando la organización de movimientos armados y ataques, obstaculizando la respuesta al coronavirus, interactuando con nosotros de tantas maneras que no queremos creer. Es una realidad alternativa peligrosa y completamente inmersiva que está inspirando a sus seguidores a planificar ataques terroristas nacionales. En otras palabras, es un sistema de radicalización. QAnon ha recibido el apoyo, la amplificación y los guiños suficientes de republicanos de extrema derecha –el presidente y sus hijos, Michael Flynn, la bancada de la libertad– que decenas de candidatos lo están utilizando para llegar a votantes potenciales”.
Es más que una “conspiración”
McKew me argumentó que cuando Q es “simplemente etiquetado como ‘una conspiración’ –lo que generalmente es correcto al categorizar la calidad de su contenido–, esto en efecto disminuye el alcance y la escala de la peligro”. Dijo que “es importante hablar sobre cómo es una ideología extremista vinculada a ataques violentos. Es importante hablar no solo de las creencias aparentemente caricaturescas sobre el canibalismo y la lucha contra los superpedófilos, sino explicar que glorifica a los militares y actores militantes como un medio para reclutar creyentes; que también está entrelazado con interpretaciones increíblemente extremas de las creencias cristianas, tanto que algunos predicadores cristianos han emitido advertencias sobre QAnon. ‘Conspiración’ evoca imágenes de la histeria similar a Alex Jones junto con la venta ambulante de suplementos vitamínicos y equipos del día del juicio final. ‘Ideología extremista’ y ‘seguidores radicalizados’ son términos más precisos para expresar el peligro de QAnon. No, no queremos inflar su importancia. Pero cuando tenga una bancada en el Congreso, potencialmente, el barco ya habrá zarpado”.
Lecturas recomendadas
Para una introducción sobre QAnon, lee el artículo de Paul P. Murphy para CNN de principios de este verano. Allí explicó que “QAnon comenzó como una sola teoría de la conspiración. Pero sus seguidores ahora actúan más como un culto virtual, adorando y creyendo en gran medida cualquier desinformación que la comunidad conspirativa produzca”.
Hay componentes narrativos en este culto virtual, como Adrienne LaFrance explicó a fondo en este artículo para The Atlantic.
“QAnon es un emblema de la susceptibilidad del Estados Unidos moderno a las teorías de la conspiración y su entusiasmo por ellas”, escribió. “Pero también ya es mucho más que una colección suelta de habitantes de salas de chat con mentalidad conspirativa. Es un movimiento unido en el rechazo masivo a la razón, la objetividad y otros valores de la Ilustración. Y probablemente estemos más cerca del comienzo de su historia que del fin. El grupo aprovecha la paranoia para crear una esperanza ferviente y un profundo sentido de pertenencia. La forma en que da vida a una antigua preocupación por el fin de los tiempos también es radicalmente nueva. Mirar a QAnon es ver no solo una teoría de la conspiración, sino el nacimiento de una nueva religión”.
LaFrance dijo en “Anderson Cooper 360” de CNN a principios de esta semana que “los hechos no les importan a estos teóricos de la conspiración”.
“Es uno de esos aspectos más deslumbrantes del universo QAnon”, dijo, y explicó: “puedes presentarles evidencia, puedes demostrar cómo las predicciones han salido mal y no parece importarles”.
Lecturas adicionales
- Collins publicó una nueva historia para NBC el viernes titulada “Cómo QAnon llevó la pandemia a nuevas alturas y alimentó el fenómeno viral de las antienmascaramiento” (NBC).
- La última columna de Max Boot se titula “Los republicanos se están convirtiendo en el Partido QAnon”. Dice que “los demócratas tienen bajo control a la extrema izquierda, mientras que los republicanos están siendo controlados por la extrema derecha” (Washington Post).
- Rich Lowry dice que la difusión de la teoría Q “muestra que el Partido Republicano de la era Trump ha debilitado los anticuerpos contra la locura” (Revista Politico).
- Sam Thielman dice que QAnon es “lo que sucede cuando las noticias se convierten en religión”. Su artículo sostiene que “la economía de la información estadounidense está rota” (Columbia Journalism Review).
- A principios de este verano, Susan Benkelman escribió que los periodistas deben “estar al tanto de las tácticas de manipulación de los teóricos de la conspiración y buscar formas de cubrir los problemas sin amplificar sus mensajes” (Instituto de Prensa Estadounidense).
- Evidentemente, Sean Hannity necesita leer esos artículos. Cuando se le preguntó acerca de Q en esta entrevista con el Atlanta Journal Constitution, dijo: No tengo la menor idea de qué se trata. Una persona trató de explicármelo. ¿De qué se trata? ¿Quién es?” (AJC).