(CNN Español) – En Estados Unidos, la Administración de Medicamentos, FDA, aprobó de emergencia el uso del plasma convaleciente como tratamiento para casos severos del coronavirus. Sin embargo, la autorización ha sido criticado por científicos en Estados Unidos por considerarlo un acto político.
El tratamiento aún no ha sido lo suficientemente probado como para comprobar su efectividad clínica. En este episodio, el doctor Elmer Huerta explica la polémica y nos cuenta en qué otras enfermedades se ha usado el plasma convaleciente.
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Hola, soy el Dr. Elmer Huerta y esta es su dosis diaria de información sobre el nuevo coronavirus, información que esperamos sea de utilidad para cuidar de su salud y la de su familia.
Hoy hablaremos sobre el uso del plasma convaleciente para tratar el covid-19 y si existen pruebas científicas sobre su efectividad.
Recientemente, la FDA o Administración de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos, autorizó el uso, en calidad de emergencia, del plasma convaleciente rico en anticuerpos para tratar los casos severos de covid-19.
Esa decisión, ha causado controversia, pues algunos investigadores piensan que ha sido más política que científica, mientras que otros consideran que en épocas de pandemia, está justificado usar tratamientos que prometen ser efectivos, a pesar de que no hayan sido científicamente comprobados.
Recordemos qué es el plasma convaleciente, rico en anticuerpos.
Como dijimos en el episodio del 7 de abril, para preparar el plasma convaleciente, se separa la parte sólida o celular de la sangre (que contiene glóbulos blancos, rojos y plaquetas), de la parte líquida o plasma. Ese plasma es el que contiene los anticuerpos específicos, en este caso, contra el nuevo coronavirus.
Dijimos también que este tipo de tratamiento se ha usado -sin confirmación científica de que sea efectivo- desde el siglo XIX, como en 1890 para combatir la difteria. En el siglo pasado, se usó en 1918 durante la gran pandemia de la mal llamada gripe española y en los años cuarenta para tratar la tos convulsiva, en los años setenta para el tétanos y en este siglo para tratar el SARS, MERS, la gripe H1N1 y el ébola.
La justificación de la FDA para aprobar el uso del plasma convaleciente para covid-19 se basaba, entre otras cosas, en pequeños estudios que demostraban su aparente efectividad. Se citaba un estudio chino del 23 de marzo que demostró que pudo disminuir la severidad y acortar el periodo de enfermedad en 10 pacientes afectados por covid-19.
Se mencionaba también otro estudio chino publicado el 27 de marzo en la Revista de la Asociación Médica de EE.UU. que demostró mejoría en cinco pacientes graves que recibieron el plasma convaleciente.
Lamentablemente, esa decisión originó el problema que ha impedido probar si el plasma convaleciente es efectivo o no para el tratamiento de covid-19, pues al autorizarse su uso, los médicos empezaron a usarlo masivamente, creándose una red de 2.700 hospitales que lo administraban, lo que creó la percepción, en pacientes y familiares, de que el plasma era el tratamiento más efectivo para curar la enfermedad.
En otras palabras, el uso masivo de un tratamiento no probado científicamente provocó un efecto contraproducente: dificultó su evaluación científica.
Eso debido a que para probar que el tratamiento con plasma realmente funciona, es necesario hacer estudios en los que a la mitad de los pacientes se les administre el plasma y a la otra mitad, se les administre un placebo. Pero comprensiblemente, al estar los pacientes convencidos de que el plasma es efectivo, es difícil participar en un estudio que los sortee a recibir un placebo.
Esa percepción, aunada a la falta de fondos para la investigación, ha provocado que no se realicen los estudios para comprobar si el tratamiento, administrado a más de 70.000 personas, es realmente efectivo para curar la infección.
Es por eso que el cambio de decisión de la FDA, que terminó aprobando el uso de emergencia del plasma convaleciente tres días luego de haberlo revocado inicialmente el 20 de agosto, ha sido criticado por muchos científicos en Estados Unidos por considerarlo más un acto político, propiciado por el presidente Donald Trump, que un acto basado en ciencia.
La decisión de la FDA, basada en parte en una prepublicación aun no revisada por pares, preparada por investigadores de la Clínica Mayo de un estudio con más de 35.000 pacientes con covid-19, reporta que la mortalidad de los pacientes que reciben el plasma dentro de los tres primeros días de la enfermedad es 3,2% menor que aquellos que lo reciben después de los tres días.
El problema es que ese es un estudio de observación, muy lejos de ser un estudio aleatorio, en el que el plasma convaleciente es comparado con un placebo, el cual es considerado como el único tipo de estudio científico que puede realmente probar si un tratamiento funciona o no.
En resumen, con los datos que se tienen, hasta este momento es imposible decir si el tratamiento con plasma convaleciente rico en anticuerpos es efectivo para el tratamiento de covid-19. Eso porque a pesar de parecer intuitivo de que los anticuerpos contenidos en la sangre de una persona que se ha recuperado de covid-19 puedan ayudar en la recuperación de un enfermo grave de covid-19, es necesario probarlo científicamente.
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