(CNN) – Más de 340 millones de niños y adolescentes en el mundo tenían sobrepeso o eran obesos para 2016, lo que significa que enfrentan un mayor riesgo de sufrir obesidad y enfermedades posteriormente, e incluso de una muerte prematura. Una solución a este creciente problema podría ser controlar la salud intestinal de los niños.
En combinación con una dieta de calorías controladas, la cepa probiótica bifidobacterium breve puede ayudar a los niños y adolescentes con obesidad a perder peso, según un pequeño estudio que se presentará este lunes en e-ECE 2020, la edición número 22 del Congreso Europeo de Endocrinología.
Nuestra flora intestinal es una población dinámica de más de 100 billones de microorganismos en nuestro tracto gastrointestinal, que son responsables de mantener la función inmunológica, el metabolismo normal y la protección contra patógenos. La dieta es considerada un factor clave de la flora intestinal, y los desequilibrios en ella se han relacionado con enfermedades e infecciones.
Los probióticos consisten en bacterias vivas y otros microorganismos “que están destinados a tener beneficios para la salud cuando se consumen o se aplican al cuerpo”, y se pueden encontrar en el yogur, otros alimentos fermentados y suplementos dietéticos, según el Centro Nacional de Salud Complementaria e Integral de Estados Unidos.
Como los microorganismos presentes naturalmente en nuestro cuerpo, algunas bacterias de estos probióticos pueden ayudar a la digestión, la producción de vitaminas y la destrucción de células que causan enfermedades.
Las bifidobacterias son una de las bacterias más comunes que se utilizan en los probióticos, ya que viven naturalmente en nuestros estómagos e intestinos y nos protegen contra los patógenos, regulan nuestro sistema inmunológico y proporcionan nutrientes al descomponer los carbohidratos y la fibra. Esta cepa también produce ácidos grasos de cadena corta, que desempeñan un papel importante en la regulación de la salud intestinal, el hambre y el peso.
Investigaciones anteriores utilizaron mezclas de cepas probióticas para evaluar el efecto en el manejo de la obesidad, por lo que los autores del estudio actual buscaron averiguar qué sucedía cuando administraban bifidobacteria solas.
Probióticos para el control de peso
Los autores evaluaron a 100 niños y adolescentes de entre 6 y 18 años con obesidad y resistencia a la insulina, una afección en la que las células de los músculos, la grasa y el hígado no responden bien a la insulina y no pueden absorber fácilmente la glucosa de la sangre, por lo que el páncreas produce más insulina para ayudar a que la glucosa ingrese a las células. La absorción reducida crea una acumulación de glucosa en la sangre con el tiempo, lo que potencialmente prepara el terreno para la aparición de la diabetes de tipo 2.
Todos los niños estaban bajo una dieta de estilo mediterráneo con un límite de calorías adaptado a sus necesidades, explicó la autora principal del estudio, Dra. Flavia Prodam, profesora asociada de Nutrición Clínica en el Departamento de Ciencias de la Salud de la Universidad de Piemonte Orientale en Italia. Después, los niños recibieron el probiótico o un placebo durante ocho semanas.
Ambos grupos experimentaron en última instancia una reducción en el índice de masa corporal, la circunferencia de la cintura, la presión arterial, la resistencia a la insulina y las concentraciones de la bacteria E. coli en sus intestinos. Los participantes que tomaron probióticos, no obstante, tuvieron mayores resultados en la pérdida de peso, sensibilidad a la insulina y concentraciones reducidas de E. coli.
El hecho de que los efectos de los probióticos continuaran durante algunas semanas después de que los niños dejaran de tomarlos es un hallazgo inusual para los estudios sobre probióticos, indicó el Dr. Christopher Moran, gastroenterólogo pediátrico y director de la Beca de Gastroenterología y Nutrición Pediátrica del Hospital MassGeneral para Niños en Boston, quien no participó en el estudio.
“Muchos estudios muestran que cuando dejas de tomar el probiótico, se desvanece en los intestinos y no tiene (efectos) duraderos”, agregó Moran, quien también es profesor asistente de Pediatría en la Escuela de Medicina de Harvard.
Apoyar la salud intestinal de tu hijo
Los padres interesados en cuidar la flora intestinal de su hijo para controlar el peso o la salud en general pueden buscar fuentes de alimentos integrales. Muchos alimentos fermentados y productos lácteos cultivados ––como yogur, kéfir, leche de cabra, quesos curados, kimchi, miso y chucrut–– contienen probióticos vivos. Los alimentos envasados pueden contener una o varias cepas de probióticos, y las etiqueta con los ingredientes pueden detallar qué cepas están presentes y si están vivas y activas.
Alimentos como “trigo, cebolla, plátano, ajo y puerro” también pueden alimentar a las bifidobacterias en nuestras entrañas, dijo Prodam.
El hecho de que los niños tengan más o menos de ciertas cepas probióticas puede ser una predisposición genética y ambiental, señaló Moran, pero la composición de la flora también puede ser “directamente dependiente de la ingesta de determinados alimentos, lo que incluye cambios en la flora cuando comemos alimentos demasiado procesados”.
“Tener una dieta variada y evitar muchos alimentos procesados es lo más importante”, agregó Moran. “Cuantos más alimentos procesados comas, más probabilidades tendrás de tener un efecto negativo en el microbioma. Eso podría conducir potencialmente a la obesidad, pero también a malestar (gastrointestinal) y afecciones inflamatorias del tracto gastrointestinal como la enfermedad de Crohn”, explicó.
Las incógnitas de los probióticos
Se necesitan estudios adicionales y más extensos para comprender mejor cómo los suplementos probióticos podrían modificar la flora intestinal y, por lo tanto, el metabolismo y el peso.
“Ya existen datos que sugieren que la obesidad podría (estar) asociada con cambios en el microbioma, aunque muchos de esos datos no describen si los cambios en el microbioma ocurrieron primero (…) o si ocurrieron los cambios de peso y luego los cambios en el microbioma”, dijo Moran a en un correo electrónico. “También sabemos que muchos cambios importantes en la dieta (especialmente las dietas de restricción) tienen un gran efecto en nuestro microbioma”, agregó.
A pesar de lo populares que se han vuelto los suplementos dietéticos probióticos, muchos de ellos no requieren la aprobación de la Administración de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) antes de ponerse a la venta. Los probióticos que se venden como medicamentos o tratamientos para afecciones específicas primero deben probarse como seguros y efectivos a través de ensayos clínicos y deben ser aprobados por la FDA.
“Aunque los probióticos generalmente se consideran seguros para la mayoría de las personas, la mayoría de los ensayos sobre probióticos no han reportado datos de seguridad tan rigurosos como los que se reportan en los ensayos farmacéuticos”, dijo el Dr. Geoffrey Preidis, gastroenterólogo pediátrico y profesor asistente del Departamento de Pediatría en la Escuela de Medicina de Baylor y el Hospital de Niños de Texas.
“Entonces, el riesgo de efectos secundarios podría ser mayor de lo que pensamos”, agregó Preidis, quien no participó en el estudio. “Los padres deben consultar con los médicos de sus hijos antes de comenzar cualquier régimen probiótico”, agregó.