Nota del editor: Sara Seager es profesora de Ciencia Planetaria, Física e Ingeniería Aeroespacial en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés). Las opiniones expresadas aquí son suyas. Lee más opiniones en CNNE.com/opinion
(CNN) – Venus es el objeto más brillante del cielo nocturno después de la Luna y ha intrigado a los humanos durante miles de años. El descubrimiento de gas fosfina en la atmósfera de Venus acaba de aumentar el atractivo del planeta.
Yo era miembro del equipo de investigación multinacional que anunció el hallazgo en Nature Astronomy el lunes, y mi conclusión es que indica que está ocurriendo algo muy inusual para producir fosfina, ya sea una química completamente desconocida o posiblemente algún tipo de vida de tipo microbiano. Cada explicación, de alguna manera, parece igualmente loca.
La fosfina es un gas compuesto por un átomo de fósforo y tres átomos de hidrógeno. La fosfina es tóxica para cualquier vida en la Tierra que use oxígeno, incluidos los humanos. Se usó como agente de guerra química en la Primera Guerra Mundial y se asocia solo con la industria humana (por ejemplo, pesticidas) o con la vida en ambientes libres de oxígeno. La fosfina se encuentra en pantanos, marismas y lodos. También se encuentra en las tripas y excrementos de los animales; por ejemplo, en concentraciones relativamente altas en las colonias de pingüinos. También se ha medido en el laboratorio que la fosfina proviene de mezclas complejas de bacterias.
El hallazgo es tan asombroso porque la fosfina no debería estar presente en la atmósfera de Venus. La fosfina necesita mucho hidrógeno y las temperaturas y presiones adecuadas para formarse, condiciones que se encuentran en Júpiter y Saturno, pero no en Venus. Mi equipo en el MIT buscó exhaustivamente toda la química conocida y no encontró ninguna forma de producir fácilmente fosfina en Venus. Los procesos planetarios que incluyen volcanes, relámpagos y meteoritos que entran en la atmósfera de Venus también son “prohibidos”, ya que algunos pueden producir la menor cantidad de fosfina, pero no lo suficiente para igualar las observaciones.
¿Significa esto que Venus tiene vida extraterrestre en su atmósfera que produce gas fosfina? No necesariamente.
Venus es un lugar muy hostil para cualquier tipo de vida tal como la conocemos. La superficie está muy caliente, demasiado caliente para las complejas moléculas necesarias para formar vida. Muy por encima de la superficie, la atmósfera se vuelve cada vez más fría. En Venus hay un punto óptimo de 48 a 60 kilómetros (30 a 37 millas) sobre la superficie, en las nubes, donde la temperatura no es demasiado alta ni demasiado fría, sino la adecuada para la vida.
Aun así, el medio ambiente es severo. La atmósfera es, por ejemplo, 50 veces más seca que los lugares más secos de la Tierra. Las gotas de las nubes no están hechas de agua líquida, sino de ácido sulfúrico concentrado. El ambiente ácido es miles de millones de veces más ácido que los ambientes más ácidos de la Tierra. Los componentes de la vida terrestre, incluidos el ADN, las proteínas y los aminoácidos, se destruirían instantáneamente en ácido sulfúrico. Cualquier vida en las nubes venusianas tendría que estar formada por bloques de construcción diferentes a la vida en la Tierra, o estar protegida dentro de una capa hecha de material resistente al ácido sulfúrico como cera, grafito, azufre u otra cosa.
La gente ha estado especulando sobre la presencia de vida en las nubes de Venus durante más de 50 años, comenzando con Carl Sagan. Los científicos a veces se muestran reacios a admitir abiertamente su interés en un tema tan marginal.
Sin embargo, la directora de nuestro equipo, Jane Greaves, de la Universidad de Cardiff en el Reino Unido, decidió a propósito buscar signos de vida en Venus mediante el gas fosfina. Ella propuso usar el radiotelescopio James Clerk Maxwell (JCMT) en Mauna Kea en Hawai para observar fosfina en longitudes de onda de radio. Por coincidencia, mi equipo en el MIT también había estado trabajando en el gas fosfina como parte de un proyecto más grande que intentaba comprender qué gases presentes en exoplanetas (planetas que orbitan estrellas distintas al Sol) podrían indicar la presencia de vida. Un contacto mutuo nos conectó.
Cuando me enteré por primera vez del hallazgo de Jane, simplemente no lo creí. No obstante, mi equipo del MIT trabajó con el equipo de Jane en una propuesta para utilizar el Atacama Large Millimeter Array (ALMA, por sus siglas en inglés), que es más potente. Cuando los datos regresaron y se analizaron, la señal de fosfina era incluso más fuerte que antes. Todavía estaba tan conmocionada, tan asombrada, pero ahora teníamos que aceptar que el hallazgo era real. Presionamos diligentemente para respaldar nuestra detección, continuamos trabajando y descartando procesos químicos como fuente de fosfina, y verificamos dos o tres veces que ningún otro gas pudiera imitar la presencia de fosfina.
Nuestro sistema solar tiene un número creciente de cuerpos de interés en la búsqueda de vida. El róver Mars Perseverance de la NASA está en camino a Marte para buscar signos de vida antigua. La luna de Júpiter, Europa, las lunas de Saturno, Encelado y Titán, son objetivos potenciales fascinantes. Nuestro hallazgo de gas fosfina ahora plantea a Venus como un lugar más para tomar en serio en la búsqueda de vida más allá de la Tierra, tal vez no tan loco después de todo.