CNNE 894370 - 200909090922-restricted-rage-book-cover-3-super-tease

Nota del editor: Peter Bergen es analista de seguridad nacional de CNN, vicepresidente de New America y profesor de práctica en la Universidad Estatal de Arizona. Es editor sénior del “Coronavirus Daily Brief” y autor del libro “Trump and His Generals: The Cost of Chaos”. Las opiniones expresadas en este comentario son suyas. Ver más opinión en CNNE.com/opinion.

(CNN) – “Rage” puede ser el libro más importante de Bob Woodward desde “All the President’s Men” (o “Todos los hombres del presidente” en su edición en español), en el que él y Carl Bernstein exponen la historia del Watergate.

Es por las cintas. El presidente Donald Trump concedió 18 entrevistas oficiales para “Rage”. Woodward grabó casi todas. Por lo que hemos escuchado hasta ahora, el presidente hace un excelente trabajo ahorcándose con su propia cuerda.

El libro de jugadas habitual de la Casa Blanca para negar y denunciar las historias poco halagadoras de Trump no se puede usar contra “Rage”, porque el propio Trump, en su propia voz, es la fuente principal del libro.

Trump le dijo a Woodward, por ejemplo, a principios de febrero, que sabía que el coronavirus se propaga por el aire y es mucho más letal que la gripe. Las mentiras públicas que contradicen sus confesiones privadas a Woodward, su repetido rechazo de la gravedad del virus y su arrogante desdén por las mascarillas seguramente han contribuido a la carnicería estadounidense que el virus ha dejado a su paso, con millones de infectados y más de 195.000 muertos.

El libro anterior de Woodward sobre la Casa Blanca de Trump, “Fear”, fue desestimado por Trump y sus aliados por considerarlo falso, porque gran parte de su material provenía de fuentes anónimas.

“Rage” está en una categoría diferente. Trump, que no había hablado con Woodward por “Fear”, aparentemente creía que si podía hablar con Woodward con frecuencia podría encantar y engatusar al autor para que viera el mundo como él lo ve.

En “Rage”, Woodward registra una serie de afirmaciones trumpianas sin ataduras a la realidad, como que “ha hecho más por la comunidad negra que cualquier otro presidente además de Abraham Lincoln”. Woodward señaló a Trump que fue Lyndon Johnson quien impulsó la aprobación de la Ley de Derechos Civiles de 1964 que, ya se sabe, prohibió la discriminación en el empleo por motivos de raza y ordenó la eliminación de la segregación escolar. Trump, que no absorbe fácilmente ningún hecho que no se ajuste a su propia narrativa heroica, se echó atrás diciendo: “He hecho mucho por la comunidad negra. Y, honestamente, no siento el amor”.

Eso es totalmente cierto: solo el 10% de los votantes negros apoya a Trump.

La misma arrogancia que llevó a Trump a creer que Woodward seguramente adoptaría una visión trumpiana del mundo si solo dedicara el tiempo suficiente a entrevistar al gran líder, —quien, por ejemplo, ha hecho tanto por los negros que su tasa de desempleo es ahora 13%— también la aplicó a su relación delirante con el dictador norcoreano, Kim Jong Un, quien Trump creía que seguramente renunciaría a sus armas nucleares a fuerza de su propia persuasión presidencial personal.

Woodward dedica una cantidad considerable de páginas a desempacar esta fantasía en particular desde que la Casa Blanca le dio acceso a 27 de lo que Trump ha descrito como “cartas de amor” entre Trump y Kim. Woodward escribe que el tono de las cartas es similar al de los “pretendientes”. Como es bien sabido, Trump se reunió con Kim tres veces en Singapur, Hanoi y en la zona desmilitarizada entre Corea del Norte y Corea del Sur, pero al igual que varios presidentes de EE.UU. antes que él, Trump no ha logrado que Corea del Norte desmantele o incluso reduzca su programa nuclear.

“Rage” es interesante también por otras razones. El exsecretario de Defensa Jim Mattis, el exsecretario de Estado Rex Tillerson y el exdirector de Inteligencia Nacional Dan Coats, hablaron extensamente con Woodward.

Ellos también pintan una imagen condenatoria del mundo Trump. Coats dice de Trump: “Para él, una mentira no es una mentira. Es solo lo que piensa. No sabe la diferencia entre la verdad y una mentira”.

Mattis observa: “Nunca me importó mucho lo que dijo Trump… No recibí mucha orientación de él, en general, aparte de un tuit ocasional”. Este es un reclamo extraordinario para un secretario de Defensa sobre el comandante en jefe.

Tillerson dijo que encontraba “nauseabundos de ver” y “revueltos el estómago” los tratos amistosos del yerno de Trump, Jared Kushner, con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu.

Esto plantea una pregunta: si Coats, Mattis y Tillerson se sienten así, ¿por qué nunca se unieron? Ya que, según el relato del libro de Woodward, todos tienen una buena relación y le dicen al público lo que saben acerca de trabajar para el presidente. ¿Por qué lo guardaron todo para Woodward?

Woodward informa que Coats y Mattis sí tuvieron una discusión sobre este tema durante una llamada telefónica el 25 de mayo de 2019, en la que ambos acordaron que podría llegar un momento en el que necesitaran hablar públicamente. Mattis señaló a Coats que Trump era “peligroso” e “inadecuado”.

Y poco más de un año después, Mattis emitió una dura condena pública a Trump después de que manifestantes pacíficos fueron dispersados violentamente fuera de la Casa Blanca en junio.

Si alguna vez hubo un momento para que estos exfuncionarios de alto rango del gabinete de Trump, y cualquier otra persona que estaba (o todavía está) dentro de esa caótica Casa Blanca, nos digan lo que necesitamos saber sobre el presidente Trump, seguramente ahora es el momento. Si estos funcionarios realmente creen, como escribe Woodward, que “Trump es el hombre equivocado para el trabajo”, deben decirnos qué les hizo decidir eso, y por qué tan pocos de ellos han hablado públicamente antes.